Hasta la última semana de septiembre de 2006, diez mujeres –algunas de ellas, adolescentes- eran anónimas. Sólo sus más cercanos sabían que practicaban el deporte de los patines y chuecas; y que habían trabajado silenciosamente casi dos años para cumplir en un Mundial de la categoría que por primera vez se realizaba en el país. Se trataba de un proceso que cumplía tres años, desde que asumiera en propiedad Rodrigo Quintanilla en la dirección técnica.
Un proceso que tuvo como primer objetivo asistir al Mundial de 2004 en Wuppertal. El problema es que no había muchos equipos, por lo que el recién ungido cuerpo técnico debió tener la mira enfocada en adolescentes para obtener resultados a futuro.
También, poco financiamiento ya que el IND no tenía en su lista al hockey, debido a que no es deporte olímpico. Por ende, hubo que redoblar esfuerzos para convencer a los potenciales auspiciadores.
Aun así, entrenando hasta ocho horas diarias –y combinando aquellos horarios con sus estudios-, las seleccionadas se fueron superando a sí mismas. Y también a las rivales, como en las tres giras a San Juan más un valioso viaje a Cataluña que le dieron al plantel un bienvenido oficio.
La Copa América -donde Chile fue subcampeón- fue el último apretón que probó la fibra del equipo. Lo anotado en ese certamen afirmó el primer objetivo de clasificar a la segunda ronda.
Lo incómodo es que los problemas sucedían fuera del embaldosado. La razón era simple: no había acuerdo en la confección de la programación. Lo que sí había eran reclamos, porque Chile había sido ubicado en el Grupo A junto a las inglesas, suizas, uruguayas y argentinas. La FIRS no tomó en cuenta las críticas del país anfitrión y mantuvo las series tal cual.
Para peor, no llegó Japón lo que provocó el enredo en la constitución de los grupos dejando a las chilenas en la única serie con cinco equipos, mientras que el resto estaba compuesto sólo por cuatro países.
¿Más problemas? Para la formación de los mencionados grupos, los países participantes fueron ordenados en forma alfabética… pero en su denominación en inglés. De esta manera, Suiza quedó con Chile, desplazando a Sudáfrica que era la opción que quería el local.
“Las suizas tienen tradición en Europa y serán rivales fuertes, mientras que las sudafricanas son un equipo más nuevo. Pero, bueno, son temas de los dirigentes y no podemos hacer nada“, manifestaba, con un dejo de molestia, Rodrigo Quintanilla.
Finalmente, a última hora Uruguay avisó que tampoco venía dejando en 16 los países participantes… y al grupo de Chile, con cuatro integrantes.
Inglesas sorprendidas. Ése el escenario donde las hockistas chilenas comenzaron a redactar su relato épico, donde la Hora Cero llegó a las 21.44 del sábado 30 de septiembre. El primer rival del camino fue Inglaterra, ante un colmado Gimnasio Olímpico Municipal de San Miguel cuyo marcó desacomodó a las británicas que no estaban acostumbradas a jugar ante ruidosas concurrencias.
Tal como se esperaba, las locales tomaron la iniciativa ante un conservador rival cuya resistencia solo duró 12 minutos tras la apertura de Roberta Urrea. A partir de ahí, todo fue para la Roja que terminó el primer tiempo con un favorable 3-1. En el complemento, una buena administración de la bocha permitió abrochar los tres primeros puntos.
Suizas bravas. Al día siguiente, Suiza demostró que era más equipo que el inglés, con mejor manejo de la táctica, de la chueca… y de la falta reiterada, porque cuando se vieron superadas por las nacionales las helvéticas apelaron a una dosis de reciedumbre. Eso se notó en los primeros tramos del pleito, con las suizas esperando en su zona y sorprendiendo a todos con el remate de distancia de Jöelle Chollon para decretar la apertura. Pero la angustia no alcanzó a llegar a GOM porque rápidamente Tadish Prat emparejó la cuenta, momento en que las chilenas asumieron en propiedad el control del partido llevándole trabajo a la portero Maeva Baumberger.
El 3-2 se firmó en la etapa inicial, porque en el segundo tiempo hubo balance que cualquier detalle sin considerar podía desnivelar. Incluso, Fernanda Urrea perdió un penal mientras que Tadish Prat recibió tarjeta azul. Ésa fue la dosis de dramatismo que permitió la celebración al terminar el pleito, porque se aseguró el paso a los Cuartos de Final que era el objetivo primordial de las dirigidas de Rodrigo Quintanilla. “Es mérito de las jugadores” decía, emocionado, el estratego.
Con reservas ante Argentina. El cierre con las trasandinas fue enfrentar a un contrincante que si bien impuso sus términos en los primeros minutos, el cuadro chileno supo dar vuelta el trámite y crearse ocasiones. Las diferencias sólo se establecieron en el segundo tiempo, donde Chile –a pesar de haber cambiado a todo el equipo, para dosificar al quinteto titular de cara a las instancias decisivas- siguió maniatando a las albicelestes que sólo lograron marcar al aprovechar un par de desconcentraciones en el último sector local.
Cambio de rival. Finalizada la disputa de la primera fase, el día miércoles fue de descanso. Fue ahí que saltó al primer plano el escándalo del dopaje de la portera brasileña, Silvana Nishi, que derivó en que el rival de las Marcianitas en Cuartos de Final fuera Colombia y no Brasil, como se presumía.
Partido donde se escribió un capítulo matizado con dramatismo. Porque sólo en el tiempo extra, cuando ya se pensaba que se apelaba a los penales, vino el centro de Fernanda Urrea que conectó Tadish Prat para formalizar el paso a las Semifinales. El GOM, literalmente, se vino abajo.
Pero antes el equipo nacional tuvo que pasar por un trámite friccionado, ante un rival que no regaló nada, que fue capaz de remontar el 2-0 en contra soportando la presión ambiente… y que también repartió más allá de lo permitido para detener los embates de la Roja. Sin contar la polémica tras el Gol de Oro, porque las cafeteras reclamaron que Prat había anotado no con la chueca sino que con su cadera. (Los reclamos, a la FIRS…)
Los carteles de Kathy. En todo caso, si ante las cafeteras había sido hazaña, lo registrado ante las portuguesas el viernes 6 fue épico. Porque las lusitanas, lideradas por Neusa Pebre, terminaban el primer tiempo ganando 3-1. Fue en el entretiempo donde el cuerpo técnico apeló a la calma para motivar a sus jugadoras. También fue ahí cuando Rubén Leni, siempre calmo, les dijo a las chilenas que “un tiempo en hockey dura veinte minutos. Y en veinte minutos se generan, en promedio, cien jugadas. Apunten tres y ganamos”.
Más aplicadas, más motivadas y más atentas en la marca sobre Neusa Pebre –quien fue controlada por Marcela Bustamante, primero, y Karin Reinhardt, después-, se comenzó a escribir uno de los episodios más notables que haya protagonizado algún representativo chileno de hockey en citas internacionales.
Muy rápido Fernanda Urrea puso el 3-2. Ella misma, mediante servicio penal, igualó la cuenta. A esa altura, el GOM era una caldera. Caldera que explotó cuando Roberta Urrea firmó la espectacular remontada estableciendo el 4-3. El penal que perdió Neusa Pebre, en los tramos finales, fue el condimento que faltaba para adornar el paso a una final impensada para la mayoría.
Entre medio, una figura anónima para casi todos también hacía parte de sí lo que lograban las chilenas en cancha. Porque Katherine Quezada, a pesar de ser la última descartada para conformar la lista final de 10 jugadoras, de todas maneras colaboró con el equipo nacional en el Mundial. Primero, difundiendo el certamen entre los colegios del sector sanmiguelino; después, con algunas tareas de prensa en extensas labores que -junto a sus padres- iniciaba a las 7 de la mañana en el coliseo de calle Monja Alférez, para terminar pasada la medianoche en cada jornada. Su entusiasmo y empeño le permitieron quedar a cargo, cuán ama de llaves, del vestuario chileno preocupándose de toda la logística de sus compañeras. Creyente, Kathy se preocupaba incluso de dejar carteles pegados en las paredes del camarín con frases, con alguna inspiración religiosa, apelando a la fuerza interior de cada Marcianita para sacar adelante la tarea. Sin proponérselo, la adolescente de apenas 15 años también estaba aportando en el camino hacia el título.
Gol de Oro enmarcado. El aroma a hazaña colmó el recinto sanmiguelino al día siguiente, sábado 7 de octubre. Se respiraba que las ya muy populares Marcianitas podían protagonizar algo inédito en la historia del deporte chileno ante una de las potencias hockísticas del orbe, España.
Lideradas por Francisca Puertas, las locales se vieron más empeñosas ante las hispanas que tardaron en tomarle la mano a sus rivales. Y cuando las europeas comenzaron a llegar al área chilena, comenzó a crecer la figura de Constanza Reyes. El empate sin goles con que finalizó el primer tiempo fue el reflejo del trámite apretado del cotejo.
Sin embargo, apenas iniciado el complemento Carla Guidicci adelantó a las ibéricas en el marcador. Que pudo haber aumentado a 2-0, pero Constanza Reyes lo impidió conteniendo el penal servido por Marta Soler, quien tuvo doble opción ya que la falta fue repetida.
Ese fue el punto de inflexión, ya que Chile comenzó a apretar llevándole tarea a la portero Marta Bartres. Sin embargo, el marcaje hispano funcionaba cerrando todos los espacios… menos en el rebote que tomó Francisca Puertas para decretar el empate cuando restaban 11’04”. Mientras la Roja seguía presionando la salida rival, las españolas apelaron al remate de distancia.
Los últimos minutos del cotejo fueron de las chilenas, que tuvieron dos ocasiones claras encarnadas en Francisca Puertas y Fernanda Urrea pero no alcanzó y se apeló al alargue con Gol de Oro.
Transcurrían casi 2 minutos de juego en el primer tiempo extra cuando Fernanda Urrea se metió en diagonal desde la derecha, combinó con su hermana Roberta quien, con bocha dominada, se cargó un tanto hacia la izquierda para devolver con un centro hacia Fernanda quien conectó en el aire para anotar el gol histórico.
La hazaña estaba consumada. Ya no era un sueño, era verdad: Chile, campeón mundial.
Eran las 23.38 horas del sábado 7 de octubre…