1989: Estropeándole la Fiesta al Anfitrión

Los que anotaron el cuarto lugar. Arriba, de izq a der: Rodrigo Muñoz, Jorge Sinsay, Miguel González, Eduardo Cleveland, Jorge Pizarro, Mario Spadaro, Mauricio Dinningham y Santos Alvarez (DT). Abajo: Osvaldo Rodríguez B., José Antonio Espinoza, Francisco Mardones y Alvaro Carbonell.
Los que anotaron el cuarto lugar. Arriba, de izq a der: Rodrigo Muñoz, Jorge Sinsay, Miguel González, Eduardo Cleveland, Jorge Pizarro, Mario Spadaro, Mauricio Dinningham y Santos Alvarez (DT). Abajo: Osvaldo Rodríguez B., José Antonio Espinoza, Francisco Mardones y Alvaro Carbonell.

Fue en abril que comenzaron las prácticas de la Selección Nacional, con la mira en su regreso al grupo de los doce mejores del hockey mundial. Siempre bajo la dirección de Santos Álvarez, quien señalaba con un dejo de optimismo que “hay un plan de trabajo muy bien estudiado. Si no hay problemas, va a ser un lindo trabajo”. Las canchas de la UMCE y de la Pista Casino El Llano sirvieron de escenarios para los trabajos de los convocados.

Se celebraba la inclusión de toda la legión que militaba en la competencia italiana, integrada por Osvaldo Rodríguez, José Antonio Espinoza, Jesús Ayarza, Jorge Sinsay, Jorge Pizarro y Christian Espinoza. También, el aporte de Eduardo Cleveland, quien se reintegró al plantel tras resolver situaciones particulares.

Conforme se acercaba la fecha del debut, el estratego adelantó que quienes ingresaran como titulares “tendrán que defender o atacar según la ocasión. Por lo tanto, los cuatro hockistas de campo rotarán permanentemente en sus funciones”. De paso, especificó que el objetivo era quedar entre los ocho mejores “como paso inicial para recuperar el buen nivel que ha tenido este país en otras épocas”.

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En San Juan el equipo chileno formó parte del Grupo A, donde se impuso a Colombia, empató con Angola y Estados Unidos (“por desajustes”) y contabilizó derrotas esperables ante Portugal e Italia. Eso le permitió quedar en el cuarto puesto de su serie, asegurando su clasificación a los Cuartos de Final. El objetivo principal trazado por el cuerpo técnico había sido cumplido. Lo que se registrara a partir de ese momento era muy bienvenido.

De acuerdo al sistema de campeonato, la Roja debía enfrentar al ganador del Grupo B… Argentina. Los trasandinos habían organizado el certamen para volver a llevar a sus vitrinas la corona que no lograban levantar desde 1984. El tonelaje de su plantel –compuesto, entre otros, por astros de fuste como Mario Agüero, los hermanos Gabriel y Pablo Cairo, Jorge Luz y José Luis Páez- les permitía avizorar la celebración.

Sin embargo, en aquella jornada del viernes 13 de octubre se revivió lo sucedido en esa misma cancha del Parque de Mayo 19 años antes y en Santos, una década atrás. Obviando las diferencias que se insinuaban, el equipo chileno mostró personalidad y antes de los 2 minutos se adelantó en el marcador con anotación de Jorge Sinsay. Los locales se repusieron de ese impacto y lograron pasar adelante en el marcador. Sin embargo, los rojos no cedieron y equilibraron los números.

Cuando quedaban unos 5 minutos para el final de esa lucha en el embaldosado sanjuanino que tenía pronóstico reservado, en la tribuna de prensa se entregó la programación del día siguiente anunciando como “partido estelar” la semifinal que jugarían Portugal… y Argentina. Lamentablemente, para los organizadores todo ese gasto en imprenta se fue a la basura con lo sucedido cuando restaban sólo 11 segundos para el término con un abundante aroma a alargue.

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La bocha la tomó Osvaldo Rodríguez en la zona nacional, avanzó un pequeño trecho, preparó la chueca mientras Eduardo Cleveland le gritó que no lo hiciera. Instantes después sólo se escuchaban los gritos de los chilenos que había en la cancha y en las tribunas. Se había concretado el Sanjuanazo. Mientras los nacionales se abrazaban, sólo Mario Agüero y Gabriel Cairo se acercaron a felicitar a los ganadores.

En los duelos siguientes, el esfuerzo de las jornadas anteriores y la superioridad de sus rivales formalizaron el cuarto puesto, rememorando las faenas de 1980 y 1984. El técnico Álvarez señaló que “tengo la seguridad que Chile ha progresado en estos dos años. Pero no sólo por mí sino que todos han entendido que hay que modernizar, actualizar el sistema de juego porque Chile habitualmente lo ha hecho muy lento. Hemos tratado de ponerlo más cerca del ritmo que se está jugando en los demás países. Pero esto lo puede conseguir conmigo o con otro técnico. Lo fundamental es continuar en esta línea”.

El lunes 16 la delegación ya estaba de regreso en el país. Y a pesar del recibimiento que les dispensó familiares y amigos, más la prensa que había llegado hasta el frontis del Comité Olímpico en calle Vicuña Mackenna, los jugadores bajaron del bus con rostro malhumorado. Eduardo Cleveland explicó esa insólita disposición del plantel: “En San Juan había chilenos que querían que la Selección perdiera para que ellos tomaran el control de la Federación. Sin embargo, cuando ganamos a Argentina todos nos abrazaban y felicitaban. Eso a ninguno de nosotros nos gustó esa situación”. Lamentablemente, no todo pudo ser perfecto…

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