1991: Crónica de Un Descenso Sin Atenuantes

En la agenda de la Selección había dos importantes compromisos para 1991: primero, el Mundial de Lisboa en julio. “El objetivo es ubicarnos entre los ocho primeros, ya que así clasificaremos para los Juegos Olímpicos de Barcelona. Sin embargo, pienso que llegaremos más arriba de un octavo puesto”, señalaba un optimista Mario Spadaro en la presentación de los 20 preseleccionados, el sábado 6 de abril, en el estadio El Llano. E, inmediatamente después del torneo en Portugal venían los Panamericanos de La Habana donde “pienso firmemente que alcanzaremos una medalla” agregaba el estratego.

A pesar de los objetivos del cuerpo técnico, los problemas acompañaron el trabajo de la Roja desde sus comienzos. Por ejemplo, no hubo una cancha definida para los entrenamientos. “Estamos como gitanos, yendo de un lado para otro” manifestaban los jugadores porque cuando viajaron desde la cancha del Campus San Joaquín de la Universidad Católica, que tuvieron que dejar porque entró en reparaciones; pasando por el Patinódromo del Parque O’ Higgins, que se descartó muy pronto porque no contaba con iluminación; y llegando a la opción de la Pista Casino El Llano, donde se dependía de los recursos monetarios para cancelar el arriendo.

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A pesar de estos inconvenientes, los convocados intentaron trabajar lo mejor posible. Pero en los partidos preparatorios se les criticó su estilo “de traslado permanente y hasta exasperante de la pelota, sin que a nadie se le ocurra hacer algo nuevo”. Para peor, se informó que Osvaldo Rodríguez renunciaba a jugar en el Mundial aduciendo asuntos personales. Días después, el propio jugador se defendía señalando que nadie se había contactado con él.

¿Algo más? Los resultados en la previa sólo reflejaban lo que era ese equipo. La derrota ante Estudiantil de Mendoza por 8-4, en la pista casino El Llano, se tradujo en un representativo “falto de coordinación y poco efectivo”. Como dato tragicómico, el inicio de ese pleito se atrasó por dos horas y media porque no se había pedido con antelación el mencionado recinto. Sólo en Chile…

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En el momento de la lista final, el DT Spadaro descartó a Rodríguez, Miguel Lorca y Jorge Pizarro quienes jugaban en la competencia italiana. Background que le habría dado algún peso a ese representativo. Porque en el Mundial, de ocho partidos jugados sólo se ganó dos. Y al mismo rival: Australia –en la fase inicial y en el cuadrangular de Promoción-.

El golpe de gracia llegó en los Panamericanos: cuarto puesto entre seis participantes. Definitivamente, esa vez se había tocado fondo. Lo peor es que no había justificaciones que aliviaran en algo la situación.

La reflexión de Eduardo Cleveland, poco antes del viaje, resumió todo lo que fue esa participación mundialista: “El hockey chileno está más desorganizado que pichanga de barrio”. Sería todo…

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