Si la previa para el Mundial del 2003 había sido mínima, la de dos años después que debía calibrar al equipo chileno para el Mundial en San José, California, simplemente fue nula.
Porque no hubo ni amistosos ni viáticos ni nada. Todo por una nueva manifestación de la Patología Autoinmune que contagia de tanto a tanto a los dirigentes del hockey y que afecta, directamente, a los jugadores.
El nuevo episodio mostraba la disputa de dos entes directivos. Porque a la Federación Chilena de Hockey y Patinaje se le apareció la disidente Fenahop, Federación Nacional de Hockey y Patinaje. Las diatribas entre ambos organismos afectó al representativo, aún dirigido por Osvaldo Rodríguez quien no necesitó de anestesia para avisar que “con el apoyo que nos dan no se nos puede exigir logros”.
Tal era la situación, que los convocados no se atrevieron a manifestar públicamente su opinión por lo que estaba sucediendo. Alguna voz anónima confesó a la prensa que “los jugadores no nos metemos en nada, porque si uno es de una u otra Federación se puede crear enemigos de manera innecesaria”.
El no respeto por los deportistas llegó al extremo con lo hecho por los tres repatriados para el proceso. Pablo Jara, Diego Jiménez y Gonzalo Andrade se pagaron ellos los pasajes para viajar desde Europa y unirse al equipo.
Con todo ese nefasto marco, Rodríguez comentó antes de abordar el avión hacia Estados Unidos que “vamos a la Fórmula 1 con un auto de calle”.
Lo que sucedió en Norteamérica fue lo esperable. No se superó la primera ronda –otra vez Angola en el camino- y se anotó un, bajo esa coyuntura, más que meritorio décimo puesto logrado gracias a una espectacular remontada ante Mozambique –se perdía 2-0, se igualó 3-3 en el tiempo reglamentario y en el alargue se marcó el tanto del triunfo- y la victoria sobre Estados Unidos.
Al retorno, Jorge Salgado recordó algo que era de perogrullo pero que en el hockey chileno no se le daba el peso que ameritaba. “Con una buena preparación seríamos, al menos, sextos en el Mundo”, dijo el medio.
Cada uno de los seleccionados volvió a sus clubes y, por ende, a sus respectivas federaciones cuya disputa se terminó el 12 de octubre con la fundación de la Liga Nacional de Hockey cuyo fin era “agrupar a los principales clubes” y “difundir la práctica de este deporte en el país”.
