La estadística es certera e incuestionable. El rendimiento de Chile en los mundiales de hockey ha ido subiendo tras cada certamen desde 2007. Undécimo en Montreaux, se ascendió a la novena ubicación en Vigo. Y en San Juan, en 2011, se anotó un muy destacado sexto puesto. Además, con la mitad del plantel jugando en Europa le da al representativo la experiencia y manejo tan necesarias en los partidos que se juegan en esos marcos.
Fomentó lo anterior la constante presencia internacional del equipo. Como lo registrado en agosto de 2012 cuando la Roja compitió en el Torneo José Eduardo dos Santos, en Angola, donde si bien agrupa resultados adversos sirvieron para solidificar al grupo.
Por eso a Luanda, la capital angoleña considerada una de las más caras del mundo, se llegó con optimismo y confianza. Es más, la derrota inicial ante los portugueses no desarmó la planificación previa. Porque el duelo clave era ante los locales, la siempre recurrente Angola.
Partido duro, que terminó igualado 1-1. Se apeló a la definición a penales para determinar al ganador del pleito. Los sudamericanos fueron mejores en sus disparos y se llevaron el pleito con un 2-0. Envión que les permitió ya pensar en los Cuartos de Final tras golear a los sudafricanos.
Fue en la siguiente ronda donde se toparon con los siempre imprevisibles italianos. El gimnasio Multidesportivo de Luanda fue el marco donde los chilenos escribieron su historia. En el alargue, eliminaron a los peninsulares clasificando a las semifinales. Hito que no ocurría desde 1989.
Los goles de Nicolás Carmona y Nicolás Fernández –éste último, en el alargue- obligaron a las remembranzas de lo sucedido en los años 80 con los Salvatierra, Espinoza, Rodríguez, Tapia y tantos más. Se destacó también que transcurrieron 33 años desde la última victoria de un representativo nacional sobre los azzurri en un Mundial de hockey. Fue la coronación de un proceso, lo que no se entrampó con las posteriores caídas ante los españoles y portugueses.
La prensa otorgó espacios para destacar que era la cuarta ocasión que la Selección Nacional se mostraba entre los cuatros mejores del orbe.
No hubo discusión que por el cumplimiento de una meta se destacó lo hecho en Angola.
Pero también por el renacimiento tras la primera caída a la Serie B, valió lo de 1989.
Por el impacto mediático y difusión, lo inolvidable fue lo de 1980.
Y por la épica que lo rodeó tanto en la cancha como fuera de ella, se impone lo de 1982.