Debe ser el primer gran referente histórico de nuestro hockey. Junto a Miguel Tordecillas son las leyendas hockísticas del club Ciclón de Viña del Mar. El propio Alfonso Finalterri lo definió, con mayúsculas, como “un astro”. Se trata de Raúl Garay, popularmente conocido como El Loco.
Integrante de los primeros equipos de Ciclón, en la década del 40, antes de dedicarse exclusivamente al hockey practicó otras disciplinas como el fútbol, donde fue seleccionado de su asociación. Un malabarista, manejaba a la perfección la chueca. Es más, se llegó a comentar que los reglamentos se ajustaban a lo que improvisaba él en la cancha como, por ejemplo, ser el primero en detener el disco con la mano –acción que, posteriormente, fue integrada al reglamento como un artículo más-. Pero también apelaba a la picardía criolla al desconcentrar a un rival levantándole su stick con el suyo para desestabilizarlo. Obviamente, sin que lo apreciara el árbitro.
Tras ganar con Viña del Mar los títulos nacionales de 1945 y 1946, y formar en el Ciclón histórico junto a Mario Garay, Enrique Marguiz , Carlos Robles, José Valencia y el ya mencionado Miguel Tordecillas, El Loco Garay emigró a Argentina donde jugó, entre otros elencos, en Gath y Chaves de Buenos Aires y Deportivo Los Andes.
En 1967, en el Torneo Nacional –y con dos décadas de estancia al otro lado de la ladera cordillerana- Raúl Garay, con 45 años de edad, integró el representativo viñamarino señalándose de él que “demostró en la pista que aún le quedan muchos años por delante como jugador”.