
Junto con su hermano Gonzalo y Sandro Pifferi, es el primer gran referente hockístico del León Prado. De hecho, integró los planteles campeones metropolitanos en 1968 y 1970. Mejor aún, es parte de la historia del deporte de la chueca en el colegio marianista prácticamente desde sus inicios.
“Lo que pasa es que algunos de nosotros patinábamos en la calle, en nuestros ratos libres, usando los Winchester. Era típico que uno los pedía en Navidad” recuerda Gastón, quien en 1954 cursaba Primero de Humanidades –actual Séptimo Básico- cuando un grupo de mozalbetes de Tercero de Humanidades, encabezado por Egidio Bonfanti y guiados por el entusiasmo del hermano Cipriano Fernández de Retana formaron el primer equipo en el colegio sanmiguelino. Ejemplo que no demoró en ser imitado por Madariaga y su pandilla.

“En el grupo de mi curso que nos metimos en esto estaban Carlos Padruno, Juan Carlos Kase, Román Samaniego, Patricio Ortiz, Francisco Baeza, José Riveros y Jozef Ambrus”, continúa quien era uno de los líderes de esa generación.
Es más, todo ese lote de nóveles y entusiastas hockistas participaron en la construcción de la cancha, al interior del establecimiento. El lugar escogido fue el llamado Sector de la Quinta donde lucía una plantación de olivos, a la que los alumnos tenían prohibido su acceso y que tenía en el fondo un portón que daba hacia la calle Don Bosco. Estaba separada por la pandereta que marcaba el límite de la multicancha de cemento que se ubicaba al lado de su homónima de básquetbol.
“Los que jugábamos hockey emparejamos el terreno. El hermano Retana, junto al hermano Claudio Ortiz, dirigieron las obras. Y cuando ya estuvo terminada, pulimos cada baldosa con piedras” recuerda el popular Gato.

Rápidamente, Gastón Madariaga se constituyó en figura del representativo colegial -ubicándose como defensa con constante llegada a portería rival- sobre todo cuando comenzaron a competir en la serie de Honor en los años 60. El equipo titular en la primera mitad de esa década era con Atilio Menichetti en portería; Gastón Madariaga y Carlos Padruno en la defensa; y Gonzalo Madariaga y Angel Padruno en el ataque.
-Usted alineó en una época en que los partidos tenían un toque extra de juego recio…
-Pregúntale a todos los jugadores de mi época si lesioné a alguno. Nunca lo hice. Lo que pasa es que yo jugaba mucho con el cuerpo, era duro de contextura y usaba la baranda como aliado para apoyarme. A mí me pegaron, incluso me lesionaron. Pero yo nunca le pegué un palo malintencionado a alguien.
-Uno de sus duelos particulares eran con Alfonso Finalterri…

-Sí, era uno de los duelos como dices tú. También tenía duelos con los hermanos Silva (Dagoberto y Rodolfo). Nunca les pegué, ellos me pegaron. (Sonríe)
-El DT Oscar Ahumada lo definió a usted como un jugador con mucha garra…
-Lo que pasa es que nunca daba por perdida una pelota, no le hacía el quite a la jugada. Le ponía corazón. Tan así, que para el Mundial de 1970 en Argentina cuando cantamos el Himno Nacional nos comenzaron a pifiar y yo canté con más ganas. Y mis compañeros hicieron lo mismo. Puedo decir que dejamos callado a todo el estadio en San Juan.

Su estilo le permitió integrar, primero, el equipo de la Asociación Santiago –en aquella época, León Prado pertenecía a esa organización- y después la Selección Nacional. Tras ser preseleccionado para el Mundial de 1962, a partir de 1969 fue constante integrante de la Roja formando en los Sudamericanos de aquel año y 1971, más los Mundiales de San Juan en 1970 y La Coruña 1972… con distinta suerte en ambos certámenes planetarios.
-Usted marcó en el triunfo sobre Argentina, en el Mundial de 1970.
-Fue el 4-2. Yo estaba en mitad de cancha cuando recibí un pase hacia la izquierda. Veo que (Alberto) Lombino me sale a marcar. Le hago un quiebre y me lo saqué. De ahí me fui por detrás del arco y antes de aparecer por el otro lado levanté la pelota por sobre el hombro del portero y ahí la metí. Golazo.
-Pero en La Coruña usted fue el primer hockista que fue expulsado con tarjeta roja en los Mundiales…
-Ni me lo recuerdes. Eso fue en el partido con Holanda. Un rival me dio un palo por la espalda, ante lo cual lo encaré. El árbitro me llamó la atención por eso y yo le mostré la marca que me había quedado. El capitán de ellos, Rolf Olthoff me amenazó mientras que yo me quedé callado. Seguimos jugando y en una determinada jugada fui a disputar una pelota con Olthoff. Yo quedé pegado hacia la baranda y para equilibrarme saqué la mano con la chueca fuera de la cancha. El árbitro pensó que iba a golpear al holandés y me echó. Eso pasó.
-En todo caso, anécdotas no le faltarán…
-Si te fijas en las fotos, en todas aparezco peinado con gomina. Es que yo tenía el pelo crespo. Pues bien, nos fuimos de gira a Uruguay con el León Prado y en un partido un rival me dio un caballazo que me saltó todo el pelo. Al verme con los rulos, mis compañeros estaban muertos de la risa.