El Traspié en México

En octubre de 1995 el técnico Osvaldo Rodríguez comenzó su proceso a cargo de la Selección Nacional, tras haber presentado a la Federación y a la prensa un completo documento en el que especificó plazos y metas.

Era el llamado Plan Nacional de Entrenamiento, que estableció todas las estaciones a cumplir hasta el año 2003. En su introducción se especificó que “nuestro país ha carecido en los últimos años de un programa deportivo, respecto al hockey sobre patines (…) Creemos de verdad que una buena planificación deportiva para el medio nacional que considere el desarrollo íntegro de una serie de aspectos –dentro de los que se destacan los de carácter técnico, físico y sicológico, como parte del trabajo global de un seleccionado”.

Con toda la descripción de objetivos, se publicó como primer objetivo a mediano plazo el ascenso a la Serie A tras la disputa del Mundial B en Veracruz, México. La idea era no dejar ningún detalle al azar para conseguir aquella tarea.

Más, si a pocos días del viaje a Norteamérica se avisó que “pocas veces en nuestro medio un deporte va a un Mundial con el cartel de favorito”. Por tradición por historia y por esquemas de juego Chile era uno de los fijos para retornar a la Serie A.

“El grupo es joven y ha trabajado duro para cambiar la cara del hockey chileno. Hay que darle nuevo padrón de juego”, decía Rodríguez sobre su plantel agregando, en modo profético, que en un Mundial B “te topas con partidos fáciles, pero hay uno o dos duros. Te relajas con los demás y si no ganas el clave, sigues en la serie”.

Ya en los lares aztecas, en la primera ronda se anotaron triunfos lógicos sobre México (4-1), Uruguay (9-1), Austria (9-1) e Israel (16-1) más una derrota con Estados Unidos (3-4) que fue una batalla de palos, donde el saldo mostró que los hockistas chilenos Álvaro Aravena y Giulio Magnolfi habían quedado knock out tras un chuecazo a la altura del cuello y un golpe en el rostro, de forma respectiva.

A pesar de esas importantes bajas, se esperó a Colombia en Cuartos de Final. Los de la camiseta roja eran los preferidos para aficionados y entendidos. Sin embargo, a pesar de dominar todo el encuentro, no pudo firmar esa superioridad en el marcador terminando el tiempo reglamentario en empate 1-1.

En el alargue no hubo variaciones. Los cafeteros se refugiaron en su zona, no saliendo de su reducido cuadrado. Hasta que faltando 30 segundos para el final del tiempo extra, los caribeños protagonizaron el contragolpe. El portero Rodrigo Quintanilla debió sacar la bocha desde el fondo de las mallas.

Colombia había sólo cruzado la mitad de la cancha, en todo el cotejo, sólo en seis ocasiones. Fue suficiente para que lograran la impensada eliminación de los nacionales. Hasta ahí llegaron las aspiraciones de retornar luego a la Serie A. Había que esperar dos años más. Todo lo resumió Osvaldo Rodríguez en una frase: “No hay excusas, fue un fracaso”.

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