Este polivalente hockista, integrante de los primeros equipos cruzados en las competencias de la Asociación Santiago, fue definido por sus propios compañeros de Universidad Católica como el continuador ideal de la labor comenzada en 1943 por el estudiante yugolavo Vadja Kolombatovic, fundador de la rama bajo el alero de la mencionada Alma Mater.
Característica de Sottovia era su postura con sus lentes ópticos. Había comenzado en el hockey alineando en Badminton antes de enrolarse en el cuadro de la franja.. Primero fue arquero –a pesar de sus anteojos, no utilizaba protección porque “su mayor orgullo es que nunca tuvo un accidente por esta causa”– , después fue delantero y culminó como defensa. Entre medio, organizaba las actividades del equipo y también ofició como entrenador en algunos partidos.
De él se escribió que hacía alarde de “un juego vistoso y de calidad obtenido gracias a un entrenamiento firme y constante, no desmayando nunca ante nada y llegando a cada partido convencido plenamente de que puede brindar una performance muy de acuerdo a sus antecedentes.”
Tras su paso por la cancha, continuó ligado a la actividad como dirigente. De hecho, fue él –en compañía de Jorge Barreda- quien recibió en el aeropuerto de Los Cerrillos al técnico española Elías Reyes, a mediados de 1950, comenzando la verdadera revolución del hockey chileno. Paralelamente, impulsó la fundación de la Asociación de Árbitros junto a Eduardo Taibo y al siempre activo Fernando Gordo Frohmann. Elogiable esta propuesta de Sottovia y compañía, porque se señalaba al respecto que “antes los encuentros eran dirigidos sólo por gente de buena voluntad que muchas veces no tenían idea de reglamentación alguna; y como consecuencia de esto pagaban el pato las canillas de los jugadores porque la de chuecazos no se entendía”.
Lindo encontrar esta nota sobre mi padre. Gracias a él, toda la familia es cruzada de corazón.