Con una opinión clara del anterior proceso de la Selección Nacional –“con la preparación que se hizo para los Juegos Panamericanos de Puerto Rico lo menos que merecíamos era una medalla de plata. La presea de bronce es muy buena para el Comité Olímpico de Chile porque apoya a este deporte, pero para el nivel del hockey sobre patines no es muy sobresaliente” señalaba-, Mario Spadaro asumió en septiembre el cargo de técnico de la Roja.
Tras un mes de trabajos, realizaba sus primeras evaluaciones comentando que “me encontré con un equipo con problemas, ya que de los 18 inscritos, nueve habían renunciado por cuestiones particulares. Además, existían divergencias propias de un grupo humano y apenas se podían ‘tocar’ entre ellos. La familia es pequeña y hay que ir de la mano para lograr los beneficios que se espera de un trabajo con una determinada meta. Tenemos que cambiar la mentalidad, ya que se actúa como a nivel de club y esto es contraproducente para un buen desempeño. Todos estos problemas los fuimos solucionando, ya nadie se siente con el puesto seguro”.
En octubre su plantel estaba compuesto por catorce jugadores: los arqueros Jaime Cabello. Jorge Andreu y Víctor Hugo Navarrete; los defensas Jorge Widoycovich, Arturo Salvatierra y Luis Coloma; los medios Eduardo Tapia, Mauricio Sabotier y Jorge Meza; más los delanteros René Muñoz. Sandro Pifferi –quien había reconsiderado su retiro anunciado tras los Panamericanos-, Osvaldo Rodríguez, Jorge Miranda y Francisco Miranda. Todos bajo un régimen de entrenamientos que consideraba para los días lunes preparación física; los miércoles, una hora de patín; y los viernes, preparación de los partidos
“Tengo que destacar la entrega de todos los jugadores en los entrenamientos, hay una disposición abierta para trabajar. Así yo veo al equipo, con un gran ánimo”, señalaba Spadaro quien adelantaba que “lo que busco es un juego de ataque alternado con la técnica que utiliza el chileno. No ser agresivo en demasía, porque tampoco sentimos esa mecánica. Lo que deseo es lograr un compañerismo total dentro del equipo. En el momento de perder el control de la pelota, todos, sin excepción, lucharán por conseguirla, y, por sobre todo, no ‘farrearnos’ los goles que se presenten. Tendremos que irnos acostumbrando a golear. Es la única forma de estar siempre en contacto con la red”.
Un cuadrangular disputado, una semana antes del Sudamericano, en la cancha del Instituto Miguel León Prado permitió al cuerpo técnico sacar las últimas conclusiones y reducir el plantel a los 10 definitivos. El 5-1 a Concepción Patín Club, el 2-1 a Unión Estudiantil de San Juan y el 10-1 a la Selección Metropolitana reafirmó el optimismo previo al viaje hasta Santos, consolidando de paso al equipo titular. A saber, Jaime Cabello; Arturo Salvatierra, Eduardo Tapia; Osvaldo Rodríguez y Francisco Miranda,
El mencionado optimismo se trasuntó en las declaraciones de los jugadores. “Esta vez nos desquitaremos de Brasil. En los Panamericanos nos ganaron porque les salió un gol en los camarines que lo defendieron con dientes y muelas. Pero esta vez les ganaremos, y en su propia casa, porque el hockey chileno es superior” señalaba Eduardo Tapia.
Mientras, un mozalbete Osvaldo Rodríguez reflexionaba. “Alguna vez tenemos que ganarle a los argentinos, por muy campeones mundiales que sean. Además, sabemos que no llegaran muy bien”.
Y el técnico Mario Spadaro, casi subiéndose al avión hasta Brasil, anunciaba que “éste es un equipo muy joven, tal vez falto de roce internacional, pero ávido de superar problemas y actuaciones anteriores… Hay entrega total a fin de conseguir el mejor rendimiento y no sería sorpresa que retornáramos con alguna gran alegría…”