6. Reiniciador del Hockey Femenino Chileno

6Casi medio siglo tuvo el hockey femenino chileno en receso, tras ser partícipe activo de los primeros tiempos de la actividad, a principios de los años 40. Obligada para que finalizó en 1994 con la llegada del técnico argentino Aldo Llera a la tienda cruzada.

Llera trabó amistad con algunos dirigentes, como Juan Carlos Torres, directivo del hockey de la UC. En una de sus reuniones, el estratego conversó con la hija del dirigente, Sandra Torres, una de las pocas exponentes del patinaje en esos momentos. La especialista, tras comentar sobre la poca actividad en las danzas y figuras, fue instada por Llera a formar un equipo femenino respaldado por el hecho que en Argentina ya llevaba sus años el hockey femenino.

Y mientras Sandra Torres contacta a algunas compañeras de competencia -como Karina Zúñiga, del club Alborada- entusiasma a alguna amiga -como Marcela Cortéz, compañera suya en la carrera de Construcción Civil- para ir componiendo el novel equipo, Pedro Barrios de inmediato muestra interés y apoya la nueva actividad.

Con los pocos antecedentes que informaban que la actividad, al margen de lo que se vivía en Argentina, tenía un desarrollo en Europa con torneos continentales a nivel de selecciones, las nóveles hockistas comenzaron sus labores adaptando algunas sus patines del artístico a las nuevas exigencias, mientras que otras se consiguieron botines de competencia en desmedro de sus botas blancas.

Ese verano de 1995 la cancha del Campus San Joaquín fue el escenario de los primeros tramos del renaciente hockey femenino chileno.

De esta manera, en Viernes Santo las bisoñas jugadores debutaron en forma oficial, en la cancha de la Universidad Metropolitana, ante el quinteto argentino de San Juan. Al día siguiente, repitieron en una exhibición realizada en la cancha de Forestal, en Viña del Mar.

Más allá de la superioridad que mostraron las trasandinas –que venían de adjudicarse el tercer puesto en el Campeonato Argentino disputado en la localidad de Catril, Río Negro, entre 23 equipos del otro lado de la cordillera-, quedó que por entusiasmo las chilenas algo podían hacer. Pero con mucho trabajo.

Por lo menos, habían contagiado a otras chiquillas porque muy pronto Universidad de Chile también ya contaba con su equipo femenino -dirigido por el entonces portero de la Selección Nacional, Rodrigo Quintanilla- entrenando en la cancha ubicada en el Campus Universitario de Premio Nobel.

Lo que sucedió, en los meses siguientes hasta hoy, es historia conocida…

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