Efectivamente, Sergio Navarro, lateral izquierdo quien lució la jineta en el derrotero que culminó con el histórico tercer lugar, antes de dedicarse al fútbol era un asiduo cultor de los patines y chuecas. Siendo un mozalbete de 12 años, comenzó en la actividad en 1948 jugando por Colo Colo. Dos temporadas después fichó en Ferrobadminton, donde alineó hasta 1953 antes de dedicarse de lleno al balompié.
En la revista Hockey y Patinaje el popular Checho recordó que este cambio de las ruedas por los estoperoles fue porque “en uno de esos largos recesos que se producen no tenía actividad y me invitaron a jugar fútbol sin ningún compromiso. Como gusté y no había hockey, seguí asistiendo. Luego vino una visitadora social a casa, aparecí en la revista del club como promesa y seguí asistiendo dejando este lindo deporte”.
Entre sus recuerdos con el stick, Navarro comentó que destacaba lo hecho con la camiseta de Ferro, con la que obtuvo “el campeonato en 1951, aunque lo hice de reserva, y ganar en 1952 el campeonato en calidad de invicto en Segunda División. Venciendo en el 51 a Audax Italiano en Primera y en el 52 a Bata, ambos muy buenos conjuntos”.
También rememoró que “algo muy común en aquella época era la de salir corriendo de los carabineros con el equipo puesto, tablones bajo el brazo, arcos en la espalda, en la calle Matucana o Plaza Yungay en partidos amistosos, cuando no estábamos autorizados”.
Su carrera futbolística, aunque jugaba recreativamente en el Deportivo Osvaldo Poblete, se inició por casualidad al acompañar a algunos de sus amigos a probarse a las infantiles de Universidad de Chile, donde el técnico Luis Alamos lo dejó tras reforzar a la oncena reserva. Producto de su regularidad y eficiencia en el carril izquierdo, donde lució en la marca y en la inspiración para ayudar en el ataque, no demoró en subir al primer equipo. De esta manera, junto a Leonel Sánchez fue una de las primeras piezas de lo que se conocería después como el Ballet Azul anotando tres títulos (1959, 1962 y 1964).