Un interesante aporte para entender la evolución del juego en el hockey sobre patines es la propuesta que realizó el ex seleccionado portugués Francisco Velasco a través de su sitio de internet.
Con una didáctica explicación, señala que un deporte de conjunto como el hockey se puede practicar de dos maneras: por un lado, a través de “las acciones tácticas individuales” vale decir, con el peso específico del jugador más talentoso; o por “las acciones tácticas de grupo” que son los sistemas de juego y las estrategias a apelar para solucionar algún imprevisto que se dé durante el partido. Lo anterior se traduce en los llamados “hockey de improvisación” y “hockey táctico” como reflejo en la evolución de la práctica de esta disciplina.
Para Velasco, la mencionada improvisación se extendió hasta 1964 donde cada equipo dependía de lo que hiciera el preferente de un quinteto “de forma individual, de acuerdo a su propia imaginación o ideas que tienen sus capacidades de ejecución”. Es un hockey que no contempla soluciones anticipadas entrenadas en la previa, una suerte de universo donde cada uno de los jugadores está “viviendo en sus pequeños mundos, separados por su individualismo” y que la única manifestación de conjunto es el Cuadrado que se arma sólo cuando se pierde la posesión de la bocha. Como se deduce, es la coyuntura ideal para el lucimiento de los astros, las individualidades de quienes sus compañeros dependen que tenga alguna inspiración para protagonizar una gran jugada y así superar al rival.
El quiebre de esto sucede con el Mundial de 1964, disputado en Barcelona y que culminó con el título para el representativo español. Al decir de Velasco, el cuadro hispano fue “un grupo de organización en la que algunas de las acciones en la cancha que ya podían ser interpretadas como hockey táctico”, definiéndolo como “el uso inteligente, organizado y sistemático de todos los movimientos (circulación) y las acciones de los jugadores de un equipo, con el fin de neutralizar y superar los movimientos y acciones que el oponente ejecuta como oposición”.
En este “hockey táctico” los cuatro jugadores de campo “buscan resolver los problemas juntos, conscientes de sus capacidades”. Es un estilo en el que se anticipan los problemas que pueden surgir en el partido para aplicar las correspondientes soluciones asumidas gracias a las prácticas durante la semana. En simples palabras, todos “los eventos durante el partido son predecibles y no pasa nada por casualidad”. Y más, este esquema está en permanente evolución.
Más específico, esta evolución registrada a partir de la cita en Barcelona terminó con las posiciones fijas -como “alero derecho” o “defensa izquierdo”– permitiendo, entre otros aspectos tácticos, el surgimiento de las coberturas en el constante movimiento de los jugadores en el campo.
Lo anterior fue la base para fortalecer nuevas estrategias contemporáneas de aquellos años o que surgieron a futuro, como el Carrusel de los portugueses, característico del hockey lusitano; o la polifuncionalidad del Barcelona de inicios de la década de los 80, cuyos cuatro titulares eran nominalmente delanteros pero que no tenían problemas en cumplir labores de defensa y ataque.