A raíz de los incidentes ocurridos el sábado, en el partido entre Universidad Católica y San Agustín por la Copa Federación, resurgió un elemento que se pensaba exiliado de nuestras canchas de hockey: la violencia.
Lamentablemente, esto no es un cuento nuevo en la escena nacional. Si bien el hockey es un deporte de roce, eso no es argumento para involucionar a batallas campales. Como lo sucedido en la final del torneo de la Asociación Santiago, en diciembre de 1946 en la Plaza de la Constitución frente al Palacio de La Moneda. En la cancha, Universidad Católica venció 2-1 a Colo Colo, pero una vez terminado el pleito –que fue disputado con excesiva reciedumbre- “tal pelea que se armó, que intervino aparte de los jugadores todo el público. La policía resultó insuficiente para contener a los más fogosos” se escribió al respecto.
Este verdadero cáncer se agravó en la segunda mitad de los años 60, donde la prensa manifestaba su preocupación. Como lo publicado en el diario La Nación, que expuso que “Hhcer la vista gorda a estas situaciones de cuasi agresión se estará permitiendo que el hockey, en vez de entrar a una senda de superación, se está yendo directamente a un poco negro del cual costará una enormidad salir”.
Como lo sucedido en la temporada 1968, cuando tras un empate 5-5 entre Audax Italiano y León Prado en la cancha marianista, se armó una batahola tras un asomo de conato entre el audino Alfonso Finalteri y el marianista Gastón Madariaga. Tal fue la batalla que se armó, que ni al presidente de la Federación, Jorge Hermann –presente en la cancha- le hicieron caso cuando trataba de parar la pelea.
En otro encuentro, en Peñaflor, entre Thomas Bata y los leonpradinos al árbitro Teodoro Aliaga le arrancaron su insignia de juez “luego de un bochornoso incidente en el que referí dio tumbos y tumbos, gracias a los ‘inocentes’ empujones de los jugadores de León Prado”. ¿Consecuencias? Suspendidos el portero Bernardo Arancet y Carlos Padruno, ambos jugadores del IMLP.
Aún en el recuerdo están los choques entre León y Audax, tanto en La Bombonera de Tocornal como en la cancha marianista, donde se apersonaba personal de Carabineros. O el Clásico Italiano de los audinos con Stadio Italiano, teniendo como botón de muestra lo sucedido en la Liguilla por el título 1972, en la en ese entonces cancha de la UTE. Todo normal hasta el minuto 9 cuando, en una confusa jugada, se agredieron Rodolfo Silva (Audax) y Humberto Mazzarelli (Stadio). Algunos espectadores ingresaron al embaldosado y se produjo una gresca generalizada.
¿Más hechos lucutuosos? 8 de diciembre de 1976, Nacional Adulto en el entonces Estadio Chile. Santiago y Universidad Católica. Tras un empate 3-3 que tuvo mucho roce, Alfonso Finalterri agredió al defensor cruzado Eduardo Riveros, recibiendo de vuelta un puñete de Sandro Pifferi comenzando una gresca de aquellas. Las consecuencias fueron para la UC, que tuvo que lamentar la suspensión por seis meses del Gringo, mientras que su portero Jorge Andreu recibió cuatro fechas.
Los ochenteros recuerdan lo sucedido en la final del Nacional adulto, en junio de 1986 en la desaparecida Pista Casino El Llano. En el último cotejo, la Asociación Santiago se adjudica el certamen tras vencer 6-1 a Huachipato, en un partido muy recio. La coronación de todo fue tras el pitazo final, cuando el capitalino Rodrigo Muñoz recibió un pelotazo en la espalda desatando una batalla campal entre jugadores y algún civil metido en el medio, con las chuecas utilizadas como elementos contundentes. Fue un escándalo mayúsculo, cuyo saldo médico indicó que los jugadores acereros Luis Coloma y su hermano Jaime acusaron cuatro puntos en la cabeza, el primero, y contusión en la columna más yeso preventivo en el brazo el menor de los hermanos. Por el lado de los santiaguinos, el principal damnificado fue Christian Espinoza, con un corte en el cráneo.
De inmediato se ordena la investigación para determinar las sanciones. Sin importar si entre los afectados estaba alguno de los potenciales seleccionados que debían jugar por Chile en el Mundial de Sertaozinho. Un mes después se conocieron las sanciones: de la Asociación Huachipato, Luis Coloma fue suspendido por dos años y medio. Por el lado de la Asociación Santiago, Cristián Herrera recibió tres años; Christian Espinoza, dos años; Claudio Bermedo, dos años; Gustavo Peña, seis meses; y José Antonio Espinoza, con cinco partidos. También fueron afectados su preparador físico Tomás Griffero y el dirigente Gabriel Santos.
Más reciente fue lo sucedido el año pasado, con el entrevero entre el árbitro Ramón Méndez y algunos jugadores leonpradinos; o el pugilato entre hockistas senior de la UC y VTEC, por la Liga de la categoría de los mayores.
Son estos algunos de los lunares que afectan al hockey chileno. Y también mundial, ya que no se debe olvidar lo sucedido hace justo un mes en las competencias regionales españolas, con un jugador del HC Burgillos fue agredido con un chuecazo de un rival del Alhambra.
Por ello, vale resucitar las palabras del técnico español Elías Reyes, en 1950 cuando aún no llevaba un mes en nuestro país: “el hockey jugado con violencia es el más peligroso de los deportes”. Está en los dirigentes aplicar, de forma ejemplificadora y urgente, las medidas para que lo del sábado no se vuelva a repetir -como lo sucedido en diciembre pasado en el Mundial Master de San Juan, donde tras las agresiones de dos jugadores de Globers en contra del juez chileno Luis Reyes, ambos hockistas fueron inmediatamente expulsados del torneo-. De ahí también que esta crónica lleve una postal de color negro, porque ése es el panorama que se verá si esto continúa creciendo.