Con la presencia de cuatro clubes, un representativo de San Juan y seis equipos master integrados por ex alumnos hockistas del Instituto Miguel León Prado, se iniciará este lunes en el Embaldosado Sagrado, ahí en calle Don Bosco, la tercera versión de la Copa Fernández de Retana que homenajea al fundador del hockey leonpradino.
Esta edición, que se extenderá hasta el sábado 12, se jugará en cuatro categorías con representativos de León Prado, Estudiantil San Miguel, Universidad de Chile y Thomas Bata. Además, en categoría adulto jugará un Seleccionado de San Juan liderado por el hockista chileno Víctor Cerón, quien hace cinco años juega en la competencia de la vecina ciudad trasandina.
Y en los Master se disputarán dos triangulares cuyos clasificados jugarán Semifinales y Finales. Los equipos que participarán en esta ocasión llevarán nombres de colores; a saber, Amarillo, Azul, Negro, Blanco, Rojo y Verde.
El fixture de este lunes es el siguiente:
La historia. Vale recordar que el profesor Cipiriano Fernández de Retana –de quien, el próximo 24 de enero, se conmemorará el primer aniversario de su fallecimiento- era vasco de nacimiento y sólo tenía 26 años cuando llegó al país en 1949 integrando la delegación de la Congregación Marianista que tomó a su cargo la dirección del IMLP. En su rol como maestro, tuco a su cargo las asignaturas de Matemáticas, Física y Educación Física. Exigente y riguroso en el aula, era el primer entusiasta en las actividades fuera de la sala de clases. De hecho, además de fomentar el deporte en el colegio leonpradino, también se preocupó de otras actividades como la formación del primer Coro que tuvo el mencionado colegio.
Fue en 1954 cuando el Profe Retana –como era conocido entre sus alumnos- supo que un grupo de sus alumnos de Tercero de Humanidades se reunía a improvisar pichangas hockísticas, golpeando una pequeña pelota y calzando viejos patines Huinchester, de una forma muy rudimentaria, en un patio de cemento de la plaza Placer, en el barrio Franklin.
Fernández de Retana ni siquiera había visto hockey en su país natal, España. Sin embargo, comprendió que era una diversión sana de sus pupilos y que no había que dejarla pasar. Por eso, se comprometió con esa chiquillada e intercedió por ellos ante el rector del colegio, el padre Cayo Ruiz de Gamboa para conseguir apoyo formal del establecimiento.
El director también se contagió con el empeño de los hockistas y autorizó que la novedosa disciplina fuera incluida como actividad en la malla del establecimiento. Además, y tras las debidas gestiones, se importaron desde Europa implementos como rodilleras, canilleras, patines y sticks. También, los que podían, compraban sus propios patines en la Casa Deportiva Alonso, ubicada en la Alameda Bernardo O’ Higgins número 2815. El resto de la historia es conocida…