Panam Master: Entre el Media Punta y Tres Arriba

El hockey galano que mostró Natal HC se construía a partir del constante movimiento de Trolis (arriba, segundo de izq a der) y André (cuarto). (crédito foto: Rochelle Ciuti)

La libreta con apuntes tomados en el Panamericano de Hockey Master de Santos dejó algunas conclusiones tácticas que pueden ser debatidas. Porque, sin ponerse de acuerdo, la mayoría de los equipos que jugó en las canchas del Club Internacional de Regatas apeló a un par de recursos estratégicos los que, al parecer, serán los dominantes en las competencias internacionales de esta categoría: el Media Punta y el 1-3.

Gabriel Coco Gómez, el dueño de la manija en Comunicaciones. (crédito foto: Rochelle Ciuti)

Se sabe que en el hockey moderno predomina el físico, por las exigencias que implica hoy el constante movimiento que dejó las denominaciones de defensa, medio o centro y delantero sólo como nominativas. Pero en la categoría master, dichas nominaciones han sido rescatadas para aprovechar la habilidad de los jugadores con que cuenta cada equipo. Porque, sin ánimo de embromar, la fecha de nacimiento en los documentos de identidad puede pesar, por lo cual no se le puede endosar una carga física a un master tal como sucede con un jugador que está en la alta competencia. Pero eso se suple con el entusiasmo que colocan los muchachos mayores de 40 años.

De esta manera, básicamente los equipos de la categoría apelan a jugar bajo los preceptos de la Escuela Clásica. Vale decir, un último hombre que, generalmente, se ubica hasta mitad de cancha para distribuir juego o intentar el remate de distancia; un centro o medio, transitando a lo largo para asistir con pases a los dos atacantes que se mueven por todo el frente de ataque. Vale decir, la conformación del nunca bien ponderado Cuadrado.

El sello propio. A partir del mencionado y consuetudinario sistema de juego, surgen las variaciones estratégicas de acuerdo a la disposición de cada equipo. Fue ahí donde, por ejemplo, los quintetos de Buenos Aires presentes en Santos siempre formaron con un Media Punta. Vale decir, uno de los dos atacantes retrocedía para ayudar en las labores de recuperación y enlace, dejando al otro delantero metido en el área rival.

En Comunicaciones, el dueño de la manija es Gabriel Coco Gómez, respaldado por Alberto Quiroga, quien generalmente llegaba hasta tres cuartos de cancha. Sin embargo, Gómez transita hasta el fondo de la cancha, buscando el pase a Adrián Martínez –punta de lanza del Comu– o intentando la jugada personal.

Copello podía vanagloriarse de contar con dos tándems muy efectivos. Porque podía hacer jugar, turnándose en el enlace y lucir explosión, a Pedro Etcheverry y Fernando Echart; o también, la pausa atildada de Sebastián Medeot y el Mago Nicolás Nimis.

En Estudiantil Porteño, mientras Darío Giordano era el defensa neto, Fernando Borré retrocedía de su nominación como delantero para ayudar en el despliegue en mediocampo. (crédito foto: Rochelle Ciuti)

Y en Estudiantil Porteño era Osvaldo Pinto el barómetro de los colegiales, apoyado por Fernando Borré. Sin embargo, el atacante Ariel Merinero también retrocedía para recuperar y salir en velocidad. O sea, una suerte de esquema 1-3, donde el trío de arriba se movía constantemente intentando cubrir espacios.

El 1-3. Justamente, esto último se marcó mucho en los representativos brasileños. Porque en Teresópolis Nando encarnaba la pausa en la distribución de pases –sin renunciar a la posibilidad de llegar al área rival-, mientras que Didí apelaba a la salida rápida buscando a su compañero en ofensiva, Dudú, quien también retrocedía para iniciar la jugada llegando, incluso, a aparecer como último hombre.

En Pernambuco, Leopoldo Casado era quien iniciaba desde su sector, respaldado en el despliegue de Mauricio Duque y Rodrigo Gesteira, más la alternativa de Daniel Correia.

Al igual que Natal HC, que contaba con Trolis y André cuya principal virtud era moverse de forma constante por la periferia del área rival buscando el remate o el pase al centro, mientras que Graco aparecía por toda la mitad de la cancha perteneciente al contrario.

Fernando Pinto (arriba) y Mariano Felipe protagonizaron constante idas y vueltas, dándole dinámica a Huachipato. (crédito foto: Rochelle Ciuti)

Internacional de Regatas adicionaba el factor velocidad, intentando aprovechar los espacios que podían dejar sus rivales, tanto por las puntas como por el medio. Así, era constante ver a Kléber y a Feres Karam corriendo con bocha dominada, buscando el pivoteo de su punta de lanza, Marcio Costa. Organizador de todo era Alan Karam, quien tenía libre movimiento por todo el campo para buscar la habilitación para algún compañero o la jugada personal.

Tal como el equipo santista, United Florida también tenía como una de sus principales armas la velocidad de sus jugadores. Porque Oscar Cardona y Daniel Quiroga son muy hábiles con la pelota en sus chuecas -teniendo como único bemol el hecho de centralizarse mucho en sus ataques- agregando el constante movimiento y destreza de Dinho Luzardo.

Los chilenos también estuvieron a la altura. Huachipato contó con el constante trajín de Jorge Yáñez, sobre todo con sus diagonales que desarticulan la zona rival, mientras Fernando Pinto y Mariano Felipe protagonizaron constantes idas y vueltas para recuperar y atacar.

Mientras que Llano Subercaseaux lució la mixtura que encarna la pausa de Miguel Lorca con la explosión de Marcelo Costa, mientras Julio Aravena cumplía la labor de moverse por todo el horizonte ofensivo.

Finalmente, Academia, el campeón, cambiaba su propuesta de acuerdo al devenir que se le presentaba en cada cotejo. Dependiendo del rival esperaba en su sector, aplicaba defensa zonal u hombre-hombre, atacaba por las puntas o, tal como lo encarnó en la final, jugó con un 2-2 para mantener el equilibrio en sus líneas.

La última zona. Todo lo anterior, sin embargo, no se podría cumplir si no se contaba con el último hombre, el que además de cuidar las espaldas de sus compañeros se debía complementar con su arquero para cubrir los espacios cercanos al arco propio.

Algunos estuvieron más contenidos en sus avances, como Gustavo Orduña (Comunicaciones), Leo (Natal), José Ramírez (Huachipato) o Miguel Peris (Jauría Santa Cruz); otros subían hasta tres cuartos de cancha, como Alejandro Sanhueza (Academia), Darío Giordano (Estudiantil Porteño) y Wagner (Teresópolis); y los más, derechamente, se convirtieron en un atacante más como Jorge Aguiló (Llano Subercaseaux) y Feres Karam (Internacional de Regatas). El fondo era el mismo, la prioridad de cuidar la zona.

En Llano Subercaseaux, Marcelo Costa fue la explosión; Jorge Aguiló, la salida desde campo propio; y Miguel Lorca, la pausa. (crédito foto: Rochelle Ciuti)

Y respaldar a sus respectivos guardavallas, cada uno con su estilo. Con constante agilidad, como Ricardo Victoriano (Huachipato), Adrián López (Comunicaciones) y Ricardo Correa (León Prado); reactivos como Pablo Manosalva (Llano Subercaseaux), Guto Martins (Paulista), Bondinho da Cruz (Natal) y Nakamori (Inter de Regatas); con voz de mando, ordenando desde su ubicación como Cristián Martínez (Academia); o poco ortodoxos como Marcio Costa (Teresópolis), quien juega de rodillas. Cada uno, cubriendo sus parantes.

De esta manera, los Master construyen sus propuestas tácticas posibilitando el desarrollo superlativo de la categoría.

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