Fecha de formación de la rama: marzo de 1951
Apodos: El Decano de Peñaflor, Los del Calzado, Batinos y Campeonísimo
Palmarés: Campeón de la Asociación Santiago en 1952, 1953, 1964, 1965, 1966 y 1967. Campeón metropolitano en 1968, 1969, 1971, 1976, 1978, 1981, 1987, 1988, 1989, 1990, 1993, 2005. Campeón Liga Nacional en Clausura 2006 y Apertura 2007. Campeón Copa de Oro en Clausura 2017. Y Campeón Liga WSS en Clausura 2019. En damas, campeón Copa de Oro 2015.
Temporadas en competencias federadas: 68, desde 1951. Sólo faltó en 1995, cuando se declaró en receso.
Participaciones internacionales: En Sudamericano de Clubes, 11 participaciones en varones (1982, 1984, 1986, 1987, 1989, 1990, 2005, 2006, 2007, 2015 y 2016) y una en damas (2016). También, Mundialito de Clubes de 1983 y 1985
Referentes históricos: Jorge Torreblanca, Ignacio Spadaro, Domingo Tunzi, Mario Meza, Juan Rojas, Freddy Sabaté, Benito Diez, Gastón Arismendi, Wilfredo Bendeck, Juan Sánchez, Hugo Valdivia, Alfonso Erazo, Iván Campos, Luis Soto, Carlos Soto, Rubén Leni, Arturo Salvatierra, Jaime Cabello, Francisco Miranda, Osvaldo Rodríguez, Rodrigo Muñoz, Mauricio Dinningham, Eduardo Cleveland, Eduardo Díaz, Ramón Méndez, Marcelo Erazo, Javier López, Evaristo Mena, José Antonio Espinoza, Christian Espinoza, Jaime Contreras, Jorge Miranda, Rómulo Vargas, Bastián Osorio, Alex Osorio, Diego Molina, Felipe Márquez y Álvaro Osorio. En damas, Macarena Valenzuela, Carolina Zúñiga, Kiara Balbontín, Beatriz Gaete, Florencia Llera, Celeste Llera, Gigliola Berloffa y Martina Venegas.
El prólogo. El Club Deportivo Thomas Bata se constituyó como tal el 18 de septiembre de 1940, con trabajadores de la empresa de calzado levantada en Peñaflor. Fue en esta localidad ubicada en el sur del Área Metropolitana donde dos años antes se había establecido la fábrica de la multinacional firma que había sido fundada en 1894, en la ciudad de Zlin, ubicada en la entonces Checoslovaquia –hoy República Checa- por el empresario local Tomás Bat’a.
Inicialmente, la principal actividad deportiva en el naciente club era el fútbol. Sin embargo, de forma paralela, el hockey-patín comenzaba a difundirse en la plaza peñaflorina, imitando los mozalbetes que calzaban patines Huinchester lo que sucedía en el centro de Santiago donde se realizaban partidos, todos los domingo, ’en la Plaza de la Libertad ubicada frente al Palacio de La Moneda de cara a la Alameda Bernardo O’ Higgins.
Ese entusiasmo muy pronto empujó a la formación del primer club local, el Victoria, que fue liderado por el primer referente de la localidad, Jorge Torreblanca. Dirigido por el periodista Fernando Frohmann, quien también oficiaba de árbitro y dirigente, el equipo de la V difundía el juego en las plazas y calles de Peñaflor, San José de Maipo, Talagante y Melipilla. La gracia del Victoria era que estaba formado por estudiantes peñaflorinos que cumplían sus obligaciones escolares capitalinos en establecimientos como el Liceo de Aplicación y en el Internado Nacional Barros Arana. Entonces, por ahí pudo haber surgido el contagio de algunos compañeros por practicar esa novedosa disciplina deportiva. Es más, Jorge Torreblanca era miembro del Instituto Comercial; mientras que otro de sus compañeros, Pedro Pulman, hacía lo propio en la Escuela de Aviación. Jugando en su “cancha” ubicada en la calle que circunda la Plaza de Peñaflor, recibió a algunos sextetos de la capital como Universidad de Chile y Badminton.
Tal fue el rápido arraigo que logró el hockey en Peñaflor, que muy pronto se constituyó la Asociación local comenzando a participar, en 1945, en los Torneos Nacionales debutando en la quinta edición del certamen disputado en Viña del Mar donde cayó con Concepción (0-6) y venció a San Bernardo (1-0).
Para 1949 ya había dos cuadros de Peñaflor. Del Victoria –bautizado como “los elegantes del hockey”– se le avizoraba potencial, toda vez que había incluido en su plantel a los ex cracks de Universidad Católica, Ignacio Spadaro y Domingo Tunzi, quienes les aportaban solidez a nuevas figuras como Abraham Grimberg. El otro representativo local era el Deportivo Peñaflor, que estaba conformado por juveniles donde destacaba Jorge Fadell. Con ese auspicioso panorama, el incipiente periodismo especializado ya ubicaba al hockey peñaflorino entre las potencias del hockey nacional.
El nacimiento. Todo cambió en el verano de 1951, cuando ya no estaba ni el Victoria ni el Deportivo Peñaflor. Sin embargo, el legado del Victoria se mantuvo ya que entró en escena un nuevo club de la zona: Thomas Bata. Impulsado por Fernando Frohmann –“a mi equipo no le gana nadie” avisaba el popular Gordo– , quien había hecho los contactos con la empresa del calzado para cobijar a la naciente rama sobre patines, el recién creado elenco se esforzó por armar un plantel con peso.
A los referentes del desaparecido Victoria, Ignacio Spadaro y Domingo Tunzi, se les unió desde Universidad Católica el alero Benito Diez. Fue tal el entusiasmo que desató el ingreso de los batinos a la competencia metropolitana, que en la previa de su debut oficial se destacó que sus partidos tenían cobertura de radios de la zona. Sin embargo, se hizo notar un detalle relacionado con su denominación con la nombradía de la firma de calzado. “Esperamos que tan amplia divulgación de este conjunto no se desvíe, hacia una publicidad comercial dado el nombre que tiene”. ¿Denuncia de publicidad subliminal? Dato anecdótico de los comienzos.
Pero al nuevo club, a pesar de sus intenciones, le costó afirmarse en la escena santiaguina ya que las potencias eran Audax Italiano, Unión Española y Ferrobadminton. Sólo en 1952 Thomas Bata comenzó a lucir su chapa de “grande” al lograr –tras imponerse en un triangular a Maestranza Central de San Bernardo y Audax Italiano- los fichajes de Juan Rojas, “el mejor arquero del país”, y del delantero Mario Meza, además de estar “dispuesto a conseguir el concurso de los mejores hockistas que actúan en nuestro medio”, Wilfredo Bendeck.
No en vano, con el transcurrir de las fechas se hablaba que Thomas Bata era una verdadera máquina sobre el embaldosado, dirigida por Enrique Nicolás –técnico de básquetbol avenido al hockey, aplicando las tácticas y estrategias de los cestos en el rectángulo- y conformado por los porteros Juan Rojas y Carlos Araya, más Benito Diez, Ignacio Spadaro, Domingo Tunzi, Mario Meza y Julio Ponce.
Rivalidad con Audax. Para 1953 se señalaba que Thomas Bata y Audax Italiano marcaban diferencia respecto a los otros ocho competidores de la Liga capitalina. Y aunque los de colonia contaban con los hermanos Alfonso y Mario Finalteri, el favoritismo se le endosaba al quinteto del calzado porque “confirma indiscutiblemente las relevantes condiciones de cada uno de sus componentes”, según la opinión de la prensa. Incluso, se destacaba del estratego Enrique Nicolás que había logrado “armar un equipo ejemplar, a pesar de no haber él calzado nunca patines” para alcanzar el título.
Tal era el poderío de Bata que en el debut mundialista de Chile en 1954 en Barcelona, la base del equipo fue el cuadro de Peñaflor. De los diez que viajaron a España, siete eran batinos: los arqueros Juan Rojas y Gastón Arismedi, más Domingo Tunzi, Freddy Sabaté, Benito Diez, Ignacio Spadaro y Mario Meza.
Sin embargo, coincidió en aquellos días con el inicio del imperio que impuso Audax Italiano en la escena nacional al alcanzar, durante diez años consecutivos, el máximo trofeo dejando en segundo lugar al cuadro de Peñaflor.
Sólo en 1964 los del calzado volvieron a celebrar con una nueva generación de astros, liderada por nombres propios de la zona como el arquero Juan Sánchez y el centro Alfonso Erazo; uniéndose los viñamarinos Hugo Valdivia y los hermanos Luis y Carlos Soto, que tomaron como suyas aquellas tierras metropolitanas. Todos bajo la dirección de Luis Soto padre, quien viajaba todos los días desde Viña hasta Peñaflor para dirigir las prácticas y volver, en horas nocturnas, a la Ciudad Jardín.
Las filiales. El poderío de Bata en la escena nacional permitió el crecimiento institucional de la rama. Fue por ello que en la temporada 1960 se armó un equipo filial para dar cabida a todos los jugadores con que contaba el club, bautizando a ese elenco como Bataflor, que era el nombre de la principal curtiembre que abastecía a la empresa matriz ubicada en la zona de Requingua, en Talagante.
Posteriormente, a fines de dicha década, fue el turno de Catecu –nombre de una de las villas que recibía a los trabajadores de la industria-, club cuyo principal dirigente fue Luis Penna Díaz, y que en 1976 –enviado por la Federación Chilena de Hockey y Patinaje- logró la designación de Chile como sede del Mundial de hockey 1980. Fue tal la rivalidad deportiva que hubo entre ambas instituciones, que en la temporada 1974 la victoria de Catecu sobre Bata le quitó a este último la posibilidad de llevarse el título, en beneficio de León Prado.
Fueron, justamente, los leonpradinos más la UTE los nuevos principales rivales de Thomas Bata en la competencia, uniéndose al eterno némesis peñaflorino, Audax Italiano. Sin embargo, el poderío de los del calzado se reflejaba en el hecho que desde la segunda mitad de la década de los 60 era la base de la Selección Nacional al estar, constantemente, entre los nominados Juan Sánchez, Alfonso Erazo, Hugo Valdivia y los hermanos Soto.
Esa preeminencia se notó en demasía para el Sudamericano de Medellín 1969, cuando los dirigentes de la Federación argumentaron que Alfonso Erazo, el mejor medio de aquellos años, no podía estar en la nómina ya que “tiene miedo de volar” en avión. Argumento insulso que desató toda una polémica en la escena nacional y perjudicando a la Roja, que terminó en el tercer puesto de la cita continental y en lugares secundarios en el Mundial, de San Juan 1970. Sólo en 1971, con el técnico Oscar Ahumada Santander a cargo del representativo, se produjo el retorno de los proscritos.
Nuevos aires. En los 70 una nueva generación, dirigida por Mariano Castillo, tomó el legado de los primeros tiempos. Mientras los hermanos Soto jugaban sus últimos partidos en Peñaflor, antes de emigrar hasta Sao Paulo para fichar en el Palmeiras, el arco –tras el retiro de Juan Sánchez- fue heredado por Jaime Cabello, quien también había llegado desde Viña del Mar. En la defensa Arturo Salvatierra comenzaba a resaltar con su liderazgo natural y que, tras un préstamo en Catecu, se había afirmado en la titularidad. Y arriba, Francisco Miranda ya llamaba la atención por su potencia goleadora. Para la temporada 1981 se agregó a la plantilla Osvaldo Rodríguez, posibilitando la consecución del título metropolitano de aquella temporada.
La partida de Salvatierra y Rodríguez al naciente Manuel de Salas en 1982 fue suplida con el arribo de Eduardo Cleveland, Eduardo Huevo Díaz y Ramón Méndez, uniéndose a jóvenes astros locales como Marcelo Erazo. Fueron los años en que la rivalidad deportiva fue ante el mencionado Manuel de Salas, Apumanque y UMCE. En la escena internacional, hubo una constante participación en los primeros Sudamericanos de Clubes y en el Mundialito de Sertaozinho, en 1985, donde el equipo dirigido por René O’Ryan obtuvo el quinto puesto entre diez participantes.
Subcampeón de América. Para 1987 el plantel se reforzó con la llegada de Mauricio Dinngham y Rodrigo Muñoz, uniéndose a Arturo Salvatierra quien había retornado al redil un par de temporadas antes. Fue el Rey Arturo quien encabezó la cabina técnica batina para el torneo continental de clubes, disputado a principios de diciembre de aquel año en la, en ese entonces, cancha de la UMCE.
En la Primera Ronda un empate con los paulistas de Sertaozinho (2-2) más las victorias ante los linajudos trasandinos Concepción Patín Club (3-2) y Unión Vecinal Trinidad (2-1) fortalecieron la posibilidad de alcanzar el título. Posibilidad que se acrecentó con el triunfo en semifinales sobre los brasileños de Smar (6-3), que contaba en sus filas con los chilenos Álvaro Meza y Aldo Escobar, más los seleccionados amazónicos Moacyr Junior y Caribé.
Lamentablemente, el 3-0 con que finalizó el primer tiempo de la final ante Concepción pareció enterrar todo. Algo se alcanzó a rasguñar con el doblete del Huevo Díaz para maquillar el 3-2 final con el que terminó esa definición. Lo de hace 33 años ha sido, qué duda cabe, la mejor campaña internacional del representativo peñaflorino.
Envión que se extendió en el campo local al sumar cuatro títulos consecutivos (1986, 1987, 1988 y 1989). Elenco que lucía por su experiencia gracias a los blasones que juntaban los Méndez, Salvatierra, López, Dinnigham y Muñoz. “El equipo de los viejitos” como lo bautizó el técnico Mario Spadaro, y que vio truncada su racha en 1991 cuando cayó ante la “patrulla juvenil” de Universidad de Chile liderada por Álvaro Carbonell.
Los nuevos tiempos. Las temporadas siguientes Thomas Bata apreció cómo nuevas fuerzas comenzaban a dominar el medio. Como el León Prado multicampeón en la segunda mitad de los 90’s, que comenzaba a lucir la marca personal muy en boga en el hockey europeo. También, el renacido UMCE formado por ilustres como Álvaro Aravena, Julio Inostroza y Giuliano Magnolfi.
Sólo en la mitad de la primera década del siglo XXI comenzó a recuperar el terreno perdido con el aporte que llevó hasta Peñaflor Rómulo Vargas más los nuevos valores de la zona, Jorge Miranda y Bastián Osorio.
Han sido los últimos tres lustros períodos de fluctuaciones, ya que Thomas Bata, con toda su alcurnia muy bien ganada en la cancha vivió el sinsabor de no formar parte de la escena mayor al no estar entre los seis de la Liga de Honor en las temporadas 2012 y 2015. Pero vivió el reverso de la medalla con los títulos del Clausura 2017 y 2019, con una nueva hornada liderada por Bastián Osorio –el último gran ídolo de Bata- e integrada por Alex Osorio, Álvaro Osorio, Jorge Zúñiga y Diego Molina. Refrendando ellos lo fructífero de la cantera peñaflorina, que se completa hoy con los hermanos Márquez –Felipe, de vuelta en el país tras alinear en la N1 francesa; Gonzalo y Luis, hoy en el HC San Jorge- y Pedro Martin –actualmente en la N2 gala, junto a Felipe Téllez, otro que luego de vestir la casaquilla azul por tres temporadas quedó en su historia-.
Aporte femenino. En la historia reciente de Bata su representativo femenino también ha hecho su contribución. Por de pronto se adjudicó la Copa de Oro de la categoría, en la temporada 2015.
En lo específico, el representativo cuenta entre las Marcianitas que han jugado Mundiales con Macarena Valenzuela –tercer puesto en Tourcoing 2014- y Carolina Zúñiga –mundialista en 2012 y 2016-.
Además, de su redil surgió la que es la mejor armadora de nuestra historia, Beatriz Gaete. Paralelamente, su última referente, Martina Venegas, tras la destacable campaña del año pasado y ser constante nominada a la Selección Nacional en los últimos tres años, decidió el salto hacia Universidad Católica.
Finalmente, el actual proceso que encabeza el técnico Mauricio Llera luce la experiencia de la ya nombrada Macarena Valenzuela más Gigliola Berloffa con las hermanas Celeste y Florencia Llera, amalgamada de buena manera con la juventud de Javiera Ignamarca y Miranda Iturriaga. Todo eso crea las posibilidades de poder sumar en el mediano plazo más blasones para los pabellones de Thomas Bata.
Próxima entrega: martes 24 de marzo, Universidad de Chile.
Excelente aporte al desarrollo de nuestra disciplina..el conocer la historia permite el vinculo con los colores y el desarrollo de una mística identitaria… Felicitaciones!!