Año de formación de la rama: 1972
Apodos: Los auriverdes
Temporadas en competencias federadas: siete, en el período 1974-1980
Referentes: Luis Belmar, Alejandro Belmar, Luis Cárcamo, Eduardo Cárcamo,
Eduardo Huerta, Leonel Huerta, Juan Carlos Gutiérrez, Marco Tapia y Leoncio Medina.
La población. En entregas anteriores hemos referido a algunos clubes que llevan inherentes el sentido de barrio en su desarrollo como institución, como sucede con Rhinos PAC y Red Star. Sin embargo, si hubo un club que representó totalmente aquel sentimiento de pertenencia a un sector urbano fue Lo Espina en la década de los 70.
El escenario donde transitó su derrotero fue la población del mismo nombre, que comenzó a levantarse a fines de los años 40 a la altura del paradero 33 de la Gran Avenida José Miguel Carrera, en los tiempos que ese sector
formaba parte de la comuna de La Cisterna. Mayoritariamente, sus vecinos eran trabajadores de la firma Madeco y sus respectivas familias.
Dentro de los muchos proyectos que fueron ideando los residentes estaba el de la recreación, sobre todo para los niños que vivían ahí. Por ello, muy pronto comenzó a levantarse en el sector –específicamente, en la esquina de Lo Espina con 1ra. Transversal- el gimnasio, que se transformó en el orgullo del vecindario.
El paso lógico era la formación del Club Deportivo para darle un camino organizado a todas las actividades deportivas y recreativas que se escenificarían en aquel feudo, cuya modesta capacidad sería para 300 espectadores. De esta manera, el Club de Deportes Unión Lo Espina fue fundado el 24 de diciembre de 1954.
Inicialmente, la institución agrupó a las disciplinas de básquetbol, fútbol y baby-fútbol. Pero un par de décadas más tarde uno de los habitantes de la Población provocaría toda una revolución en el sector, empuñando una chueca y calzándose un par de patines.
Lalo, El Quijote. A principios de la década de los 70, Eduardo Aguilera formaba parte del equipo de la Universidad Técnica, bajo las instrucciones de Oscar Ahumada, Había llegado a la práctica de los patines y chuecas siendo un adolescente, tras la invitación de un pariente.
Con todo lo aprendido, al popular Lalo muy pronto le surgió la idea de formar un equipo entre sus vecinos, algo representativo del barrio. De hecho no demoró, con algunos sticks hechizos y unos patines de segunda mano, contagiar a varios niños para practicar aquella disciplina deportiva.
La idea de Aguilera era utilizar el Gimnasio del barrio, sin embrago al principio la Cooperativa de Vecinos no dio el visto bueno. Así que, tal como en los primeros tiempos del hockey chileno, los nuevos deportistas comenzaron a conocer ese deporte que practicaba el Lalo jugando en las calles.
Tal entusiasmo logró que la Cooperativa repensara su decisión y autorizó que ese deporte en patines utilizara el recinto, integrándolo de manera formal al alero del club como rama de hockey-patín. Lo mejor, se determinó que en la cancha del reducto se colocaran baldosas y rejas para que el escenario estuviera acorde a esa disciplina que había llegado al vecindario.
De esta manera, Eduardo Aguilera –oficiando de entrenador, delegado, secretario y presidente- logró conformar un equipo Infantil y otro Adulto para ingresar, en 1974, a la competencia federada afiliándose a la Asociación Santiago. Además, el entusiasmo y el apoyo multitudinario de los vecinos suplían la falta de implementos, donde las rodilleras eran de segunda o tercera mano mientras que la falta de canilleras la superaban los jóvenes hockistas de Lo Espina utilizando como protecciones los cuadernos del colegio.
Talento de barrio. Lo anterior fortaleció aún más a la recién creada rama. Es más, muy pronto las hermanas y amigas de los deportistas también se entusiasmaron con los patines, conformándose la sección de patinaje artístico del club.
Lo mejor era que el mencionado apoyo del barrio se reflejaba cada vez que Lo Espina jugaba de local, ya que el Gimnasio se repletaba con los vecinos para presenciar los partidos transformando el fortín en una caldera que podía amedrentar hasta al más linajudo de los visitantes. Y cuando el equipo debía jugar como forastero, el fiel arrabal también se trasladaba sorprendiendo a los anfitriones que no estaban acostumbrados a cobijar tan ruidoso apoyo.
Todo eso fue fortaleciendo la mística de los representativos de Lo Espina, consiguiendo su equipo Juvenil terminar en el tercer puesto de su categoría en el Metropolitano 1977.
Pero también, la posibilidad para vanagloriarse de contar con sus propios ídolos. Como los hermanos Luis y Alejandro Belmar, el primero un ágil arquero cuyo desempeño bajo los parantes de madera lo transformó en leyenda.
También, los hermanos Luis y Eduardo Cárcamo quienes después de jugar en el club emigraron a Inglaterra donde continuaron la práctica hockística.
Se unieron Eduardo Huerta, entrenador del elenco, y su hijo Leonel; más Juan Carlos Gutiérrez, notable defensa que lucía su muñeca privilegiada para maniobrar en velocidad.
Posteriormente, llegaron Marco Tapia y, desde Universidad Católica, Leoncio Medina quien fue ungido como el gran referente de Lo Espina antes de dedicarse a la carrera dirigencial que le permitió alcanzar, en 1979, la presidencia de la Federación.
Alas protectoras. El entusiasmo mostrado por los equipos de Lo Espina en la competencia oficial, de alguna manera, fue retribuida por la dirigencia superior al designar al Gimnasio del barrio como sede del IX Campeonato Nacional Infantil, fijado para 1975.
No fue errada aquella unción ya que en las cinco jornadas del certamen, entre el 4 y 8 de diciembre del mencionado año, hubo asistencia completa en el feudo de Lo Espina donde se consagró campeón el representativo de la Asociación San Miguel que venció en la final a la Santiago por 5-3. El podio lo completó Huachipato, relegando a Nacional Ferroviaria. Completaron aquella cita Las Condes, Viña del Mar, Concepción y Universidad Católica.
Paralelamente, el club Aviación -dependiente de la Fuerza Aérea- a través de su director técnico Eugenio Silva, apadrinó a los auriverdes facilitándoles implementación –sobre todo, chuecas- y traslado en el bus de la institución cuando debían realizar largos trayectos hasta Peñaflor o Viña del Mar.
Para los traslados cortos se contaba con Eduardo Pérez, el popular Señor Pérez, quien colaboraba con el equipo llevando en su taxi Hyundai Pony a los cinco titulares del equipo infantil –quienes se iban ataviando dentro del vehículo- para llegar, por ejemplo, a la cancha del León Prado prácticamente listos para jugar.
Todo eso fortaleció la mística y el espíritu de barrio del aquel equipo de hockey-patín.
El legado. Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, factores externos trabaron la continuidad de la rama, la que tuvo que cesar en sus participaciones deportivas a fines de 1980.
Por un lado, las medidas de la cancha del gimnasio no alcanzaban siquiera el mínimo exigido por la reglamentación. Ese detalle, durante el derrotero competitivo de Lo Espina fue bien aprovechado por sus jugadores ya que sabían cuando picar y en qué sector rematar a puerta, lo que no sucedía con los equipos visitantes que se desacomodaban con tan cortas distancias. Además, al ser cancha techada no le daba completamente la luz natural al rectángulo lo que dejaba algunos sectores muy resbalosos… los que también eran conocidos por los locales ante las caídas de sus rivales de turno.
Aún así, no había más espacio para extender un poco más ese campo de juego y así cumplir con las normas.
Pero también, las complicaciones económicas que comenzaban a manifestarse con el despuntar de la nueva década terminaron por sepultar las ansias de seguir jugando hockey de todos esos jugadores.
Algunos años después, algunos de los que habían formado parte de aquella romántica institución se reunieron para disputar algunos amistosos en la categoría senior y, de esta manera, rememorar aquellos días de vorágine hockística en el barrio.
Actualmente, de alguna manera el espíritu del Club de Hockey Lo Espina se mantiene vivo en la Liga Master a través de Luis Belmar y Rodrigo Matta. De paso, de cuándo en cuando circulan versiones extraoficiales de que un representativo de aquel sector del sur santiaguino podría ingresar a la competencia de los veteranos. Conociendo la mística nacida en esas calles, todo puede ser…
Próxima entrega: martes 26 de mayo, Tornado de Chillán.
larrain.muebles2013@gmail.com grandes recuerdos de la rama de hockey.y de patinaje aftistico ,que a base de ezfuerzo y sacrificio se logro llevar adelante ,y adi ser conocido en todas las regiones que sebdisputaba el campeonato de hockey y las competencias de patinaje.
Un saludo a todos y agradecer por pertenecer a esa generacion donde participaron mis hijos y mi hija en lo deportivo y yo como dirigente.