Anecdotario del Hockey Chileno (19): El Gran Jaime Cabello

Jaime Cabello flanqueado por los otros arqueros del plantel mundialista en 1980, Jorge Andreu y José Antonio Espinoza.

A cuatro décadas de la realización del Mundial en el gimnasio La Tortuga de Talcahuano, uno de los referentes del equipo chileno que obtuvo el legendario cuarto puesto en aquel certamen fue su arquero Jaime Cabello. Su personalidad fuerte en la cancha y su simpatía fuera de ella le granjearon las simpatías del aficionado.

Muy querido por sus compañeros, destacaba por sus ocurrencias. Como la que protagonizó en la concentración del equipo en el complejo La Perla, días antes del inicio del campeonato. En una de esas jornadas de la víspera, se organizó un juego de cartas en una de las habitaciones para pasar el rato, con el motivador condimento de apostar algún dinerillo.

El caso es que avanzada dicha partida, Jaime Cabello era quien más circulante había perdido. Estaba en esa situación cuando el guardavallas se levantó, se asomó a la puerta de la pieza y gritó “¡Viene el Mario (Spadaro, DT del equipo)!” tomando la mesa donde estaban los naipes y dándola vuelta, cayendo al suelo todas las monedas. ¿Resultado?  Nadie ganó… y Mario Spadaro nunca se apareció porque todo había sido una invención del portero de Thomas Bata.

Ya en el campeonato, el popular Pescado mostró todo su carácter cuando fue necesario, sobre todo para defender a sus compañeros. Como lo sucedido en la victoria sobre Brasil por 2-1, el domingo 16 de noviembre, cuando el hockista verdeamarelo Nilson Costa Junior “repartió” entre cada uno de los chilenos. Golpeó a Eduardo Tapia, a Arturo Salvatierra, a Osvaldo Rodríguez sin recibir amonestación. Pero cuando osó aplicar la misma dosis a Cabello, el guardavallas batino se la “devolvió” de tal manera que el brasileño “salió ‘boleado’ de la cancha, sin que se lo pidiera su entrenador y se escondió entre los reservas de su equipo. Se acusó solo”, publicó al día siguiente el diario Las Últimas Noticias.

Tres días después, Portugal venció a la Roja por 4-2. Tras el final del cotejo, el portero pidió a sus compañeros una reunión para ofrecerle disculpas por su cometido ante los lusitanos ya que se sentía responsable por el resultado. “Costó un mundo convencerlo de que había atajado 20 goles y que los que le hicieron fueron obra de un genio”, comentó después del Mundial el ayudante técnico del equipo, Osvaldo Andrade.

El ya mencionado cariño que le detentaban sus compañeros se coronó en el último partido mundialista, el viernes 21 de noviembre ante España, cuando ingresó al rectángulo de La Tortuga luciendo el brazalete de capitán en su brazo izquierdo. Enorme homenaje a quien, con justa razón, es uno de los mejores guardavallas que ha tenido el hockey-patín chileno.

Jaime Cabello, genio y figura.

 

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