Ley de Reyes (74): Cualidades del Árbitro

Comentar algo acerca de los valores y cualidades que ha de tener un buen árbitro, de sus ideales, de principios de comportamiento que en cierta manera cabe pensar que guiarán sus prácticas es lo que aborda la siguiente entrega de Luis Reyes Catalán, profesor FIRS.

-Profesor, entre todas las cualidades con las que debe contar un referí, ¿cuál sería la más destacada?

“Si hay una cualidad que destaca en un árbitro, por encima de las otras, es la del autocontrol. El árbitro, en la pista de juego, debe mostrar que posee autoridad e imponerla efectivamente. El reglamento, el código del juego, aparece como su gran recurso y aliado para el árbitro. En concreto, parece extraer confianza de la utilización de las reglas; y de las tarjetas como arma intimidatoria.

“Podemos ver algunos comentarios de los árbitros finalizados los partidos, como por ejemplo: “Estaba un poco alterado, le he sacado una tarjeta…”, “previendo un encuentro complicado, yo empiezo a sacar rojas y se acaba todo” o “no soporto que en el banquillo me proteste nadie, si lo hacen tengo que sacar tarjeta”.

“Un árbitro repetía constantemente que “ellos me conocen”, “aquí también me conocen”…, queriendo decir que sabían que no se amedrentaba y sabía mantenerse firme. “Intento que se den cuenta de eso (…) y a lo mejor no ofrezco esa sensación de autoridad, y tengo que dedicarme a sacar tarjetas”.

“Al respecto hay que hacer una aclaración sobre estas conjeturas: En cuanto a la firmeza, lo básico es no contradecirse pero las cartulinas no son el único instrumento. En un nivel precedente estaría “la mirada seria” y “el estar encima de un jugador cuando le pitas”. Porque, en realidad, las tarjetas son percibidas como el último recurso y en parte, como fracaso en la tarea de hacerse respetar.

“El hecho es que, en la práctica todas estas observaciones es que efectivamente no propiciaba nada bueno; se ha identificado como uno de los momentos difíciles para el árbitro.

“Analizando lo visto en algunos arbitrajes, fueron las conversaciones entre algunos jueces que también participaron, donde se revelaron algunas de las ideas más interesantes sobre el imaginario común de los árbitros. El autocontrol salió a relucir en un relato, en tono de confidencia, en que un  árbitro explicaba a sus colegas  el derrumbe de un compañero que en un partido “se había venido abajo” y “que lo descompuso casi hasta el llanto”. “¿Qué es lo que se había venido abajo? Pues su actuación, la impostura, la imagen de seguridad que a cualquier autoridad le es obligada mostrar (y de la que son muy conscientes), otros colegas recordaban, tiempo después, lances comprometidos, situaciones de extrema violencia vividas dentro de un partido acompañando a otro árbitro. Describían cómo a tal compañero y a tal otro se les había notado claramente el miedo; de ellos mismos no especificaban nada, ningún detalle sobre sus propias sensaciones.

“En cierta manera, parece consensuado el que se debe aparentar, también de cara a sus compañeros, que aguanta psicológicamente todo, que es fuerte.

“Hablando con un ex-árbitro, en otra ocasión, salió a la luz otra de las virtudes a desear en un colegiado (parte también del susodicho autocontrol): la impasibilidad, el no descomponerse, explicaba esta persona un incidente en que, ante la protesta de un parcial del público, el árbitro se había vuelto y encarado con este, en  su comentario , con enfado, afirmaba que eso no lo puede hacer nunca un árbitro, que lo que debe hacer es “oídos sordos” y marcharse como si no escuchara nada, porque, según su lógica, si el árbitro responde busca “que le den de golpes”. 

“En una de estas anécdotas, contaba otro arbitro que ante una situación difícil fue rodeado de los jugadores e incluso publico encima de las barandas, sólo se refirió al miedo de su compañero de arbitraje, sobre él nada, es difícil pensar que alguien no pase mucho miedo si se ve rodeado de personas en actitud poco amigable, por otro lado, el árbitro reconoció solo de haberse puesto nervioso.

“Además, se han descubierto ciertas características de la interacción entre los actores imposibles de hallar de otro modo. El ambiente influye en nuestros árbitros; en concreto en la rigurosidad y el ademán a la hora de sancionar, quizás alguien podría llegar a establecer alguna escala que ilustrara cada fenómeno y el efecto desatado en el árbitro.

“A partir de esta investigación lo que cabe resaltar es que, en cada partido, se produce una cierta dinámica, un contexto diferente, fruto de la interacción entre todos los actores (y sus características propias).

“Con las entrevistas a nuestros árbitros se  comprobó también que algún prejuicio funciona en ellos, pues su interpretación del partido, de cada participante, no concordaba muchas veces con la realidad observada, y  absolutamente siempre, tenían ciertas impresiones sobre los equipos, la pista, la actitud de no apoyo de la mesa, la presión de algún dirigente de peso o de algunos jugadores antes de empezar el partido,  del público como actor plural.

“Se han descubierto rasgos de sus comportamientos, siendo cuestiones en principio secundarias. La percepción del árbitro dentro de la pista de juego (qué estímulos les llegan) y las cualidades que idealmente se le suponen (especie de imaginario de la profesión) han resultado muy relevantes.

“Sin duda, como en todo lo demás, cabría un estudio más detallado, como se ha visto, la dinámica del juego conlleva momentos difíciles para los árbitros. Puede que, como dicen  los referís, la dificultad para ellos estribe simplemente en que “hay que decidir” y, apuntamos, en el  caso que siendo el único que actúa solo en la pista de juego y al que además corresponde el papel más difícil, el de juez.

“Indudablemente que ante estas adversidades, es de suponer que en sentido de suerte un árbitro tuvo un buen desempeño, ¡por supuesto que no! Por lo tanto es de mucha importancia individualizar bajo análisis la gestión de los árbitros, tal como se produce en los jugadores poder, elegir y con pruebas,  quien puede hacer valer de la mejor forma su cualidad efectiva, independiente del grado de dificultad que  presenten  los partidos donde se deben evaluar  y descubrir sus condiciones reales de acuerdo a su función como árbitro de hockey”.

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