(Investigación realizada por Charles Urrutia, edición de Jorge Rodríguez Cáceres) Con la construcción del muro que dividió a las dos Alemanias, en 1961, más la aprobación de la llamada Ley de Düesseldorf que estableció la restricción del intercambio deportivo entre ambos países, se cerraron las puertas que facilitaban la obtención de los sticks y materiales para la práctica del hockey que provenían desde el Oeste europeo.
A partir de ese momento, una fábrica de productos en madera se dedicó a producirlas hasta el momento en que la empresa fue vendida, lo que creó serios problemas a los clubes de hockey comprometiendo su existencia.
En la década de los años 80 el ingeniero Peter Bornschein, ex hockista que ocupaba el cargo de presidente de la Comisión Para Materiales de Hockey de la Federación, fue quien por iniciativa propia retomó la fabricación de la pala. Además, intentó también compensar la falta de los otros materiales para la práctica de la disciplina produciéndolas en la RDA.
De esta manera, se abrió el camino para que las perneras de los porteros fuesen confeccionadas en la ciudad de Gera. Además, logró que las ruedas se produjeran en una fábrica de gomas en la urbe de Ballenstedt. Y los sticks, fundamentalmente, en la ciudad de Görlitz, fabricada por la firma Gonschor.
Durante ese tiempo la RDA era el único país socialista donde el hockey se practicaba y por no ser olímpico el régimen no les financiaba con divisas que eran necesarias para comprar materiales en países capitalistas.
Hoy se puede decir que sin Peter Bornschein, posiblemente, el hockey en patines no hubiese existido en el sector Este de la actual Alemania.
Desde esta página, el autor de esta investigación le envía un merecido homenaje a ese amante de nuestro deporte.