¿Qué Hacemos con el Hockey Chileno?

Tras la inclusión del hockey sobre patines en los Juegos Binacionales de Valparaíso, surgieron inquietudes sobre el devenir de la actividad a nivel local luego que las finales en las categorías femenina y masculina –ambas en el estamento de los Sub 19- las disputaran, en la cancha del club Kellun en Concón, los equipos argentinos de Mendoza y San Juan. Dichas desazones se basaron en las diferencias que hubo en pista entre los elencos nacionales y trasandinos.

De ahí el despuntar de un diagnóstico inicial de las posibles razones de dichas distancias y proyectar potenciales soluciones. Diagnóstico que se explaya en los siguientes párrafos.

* Formación. Una severa opinión de quienes presenciaron en directo los partidos en la pista conconina fue la diferencia de patinaje entre los deportistas nuestros y los argentinos. Esta falencia ya la habían notado algunos entrenadores de la Liga Metropolitana, quienes esta temporada debieron agregar, además de la implantación de los sistemas de juego, el intentar reparar esa falta.

Porque no puede ser que hoy en nuestra competencia hockistas de categorías Sub 15 y Sub 17 no patinan sino que “caminan” o “chapotean” con los patines como decía el técnico español Elías Reyes en sus primero apuntes de la escena nacional cuando llegó en 1950 para modernizar los esquemas, contratado por el club Universidad Católica. Peor aún, hay serios reparos también en lo técnico, como el hecho de no saber parar una pelota en movimiento.

¿Cómo resolver esto? Desde la base, desde los primeros entrenamientos de quienes se inician en la niñez. Pero primero hay que dejar de lado esa urgencia de enviar a los nóveles hockistas a la pista cuanto antes, apurando los procedimientos con apenas dos o tres meses en la práctica para entregarle la chueca y comenzar a jugar. Urgencia que nace desde dos sectores: por un lado, desde el club para cumplir con la competencia; por el otro, desde la familia que acelera –de manera ilusa, pensando quizás que en el mediano o largo plazo el peque será un superastro del patinaje- los procesos sin considerar las fallas técnicas que eso acarreará. Y, de paso, evitando que los niños se diviertan.

Aunque se critique, la Vieja Escuela es lo más recomendable. Aquella que estableció el ya mencionado Elías Reyes y que heredó en destacados discípulos como Camilo Parra, Roberto Vargas, Hugo González, Antonio Luna y Miguel Tordecilla, entre otros. Dicha Vieja Escuela se resume en mantener durante, prácticamente, todo el año a los pequeños patinando, sólo patinando. Dos veces a la semana, un par de horas donde en la primera mitad de la clase practicar un patinaje constante mientras que en la segunda, ejercicios fundamentales como patinar hacia atrás y frenar de lado. Sólo en el último mes del año entregar el stick al alumno para jugar, con las instrucciones básicas, de manera libre e intuitiva. Si se requiere un ejemplo, un gran porcentaje de quienes fueron alumnos de los Parra, Vargas, González, etc. juegan hoy en la Liga Master… con un patinaje mucho mejor que varios Sub 15 y Sub 17. Con todo respeto esta aseveración y con ánimo constructivo, por si acaso.

* Formativo y recreativo, no competitivo. Relacionado con lo anterior, en los partidos de niñas y niños hasta las categorías Sub 13 se debiera fomentar los aspectos formativos y recreativos, no competitivo.

Aquí se debe conjugar la organización de los dirigentes, para que establezcan constantes encuentros –no campeonato, encuentros- para que los peques vayan creciendo deportivamente con una interesante carga de partidos… de carácter recreativo, para que vayan conociendo el juego.

También, los árbitros. Además de la labor formativa que está a cargo de los entrenadores, los referís deben asumir la labor pedagógica en la pista, enseñando el porqué de tal cobro y no ensañándose en sancionar a un peque como si fuera un hockista juvenil o adulto.

Por último, la familia. Como ya se expuso párrafos más arriba, los padres no deben presionar en el desarrollo deportivo de sus hijos. Mejor aún, no asumir el dar instrucciones de cómo debe jugar su peque si en su vida se ha calzado alguna vez un par de patines. La labor familiar es la de apoyar, porque la de entrenar es función del entrenador.

* Menos categorías. Paradójicamente, así como se apura a un pequeño entrar pronto a las lides competitivas, al hockista juvenil se le retarda su maduración deportiva para acceder a las lides mayores.

Hasta hace un par de décadas las categorías de la competencia chilena eran Cuarta Infantil, hasta los 9 años; Tercera Infantil, hasta los 11; Segunda Infantil, hasta los 13; Primera Infantil, hasta los 16; Juvenil, hasta los 18; y Adultos, mayores de 18 años. Sin embargo, hoy en las categorías varones tras la Sub 15 se pasa a Sub 17, Sub 19, Sub 23 y de ahí recién al estamento superior.

Tal vez, sería menester eliminar las categorías Sub 19 y Sub 23 para posibilitar el salto a Adulto. Porque no en vano, son en las categorías a partir de los 15 años de edad donde ya se notan ampliamente las diferencias entre uno y otro hockista, tanto en lo técnico como en lo físico lo que no sucede con las categorías más pequeñas –a menos que se vaya perfilando un “superclase” que marca diferencia desde chico-. Eso lo reafirmó alguna vez el formador Camilo Parra, quien comentaba que “es en la categoría juvenil donde se ve quién de los jugadores es realmente bueno”. Ejemplos al respecto en nuestro hockey hay varios, como Osvaldo Rodríguez, Pablo Jara y Nicolás Fernández quienes siendo unos quinceañeros ya jugaban sus primeros cotejos con los adultos.

Además, el aumento del contingente de deportistas mayores de 18 años de edad posibilitaría poder contar con más equipos en la categoría superior, llámese Liga de Honor o Primera. Se trataría de una doble ganancia deportiva, tanto en lo individual como en lo institucional.

Un ejemplo referido a lo anterior lo tenemos en la vecina San Juan. El equipo de SEC cuenta en su plantel de Primera con tres hockistas de sólo 16 años, más otros dos de 17. Con esos jugadores, el conjunto gremial, tras ocho fechas del Apertura, ya comenzó a remontar en la tabla de posiciones para aspirar a quedar en los primeros diez para integrar la llamada Serie A1.

A fin de cuentas, el recordado Eduardo Bonvallet decía que “el que es bueno, es bueno; el que es malo, es malo; el que es más o menos, es más o menos no más”.

* No más selectivos. Otro detalle que fue motivo de comentarios. Salvo en Rancagua y Valparaíso donde se estableció un trabajo de, por lo menos, dos o tres meses para preparar a sus equipos, en la Metropolitana se optó por nominar como base del representativo al equipo que terminara la primera rueda de la Liga en el primer puesto de la categoría Sub 19.

Si se habla de Selecciones, que se haga como tal. Eso significa que el director técnico designado seleccione a los mejores, tras presenciar partidos del campeonato. Y no apelar a los llamados por redes sociales de interesados en integrar el equipo.

De hecho, en San Juan y Mendoza se convocaron preselecciones las que, tras un período determinado de prácticas, se fueron reduciendo hasta llegar a los nominados que jugaron en Concón.

Por lo menos de cara a los próximos Binacionales, y contando con los recursos que entrega el IND, ¿costará mucho trabajar de esa manera?

El debate está sobre la mesa…

Un comentario sobre «¿Qué Hacemos con el Hockey Chileno?»

  1. Estimado Jorge, más que abrir debate, tu análisis , visión y crítica son acertados.
    El rema es queos que están a cargo hagas los ajustes, definan prioridades y plan y dejen de lado los intereses particulares por intereses globales para el hockey nacional.
    Y en paralelo, que los padres también permitan que los profesores hagan su trabajo son presiones porque pagan una cuota o son el hijo de, que también afecta a algunos clubes. Ese cambio ya tiene Llalo Subercaseux.

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