Los 50 Hitos en la Historia del Hockey Chileno (III)

Chile campeón sudamericano 1979. Arriba, de izq a der, Arturo Salvatierra, Eduardo Tapia, René Muñoz y Osvaldo Rodríguez. Abajo, Sandro Pifferi, Jorge Andreu, Jaime Cabello y Francisco Miranda. Completaron el plantel Luis Coloma y Mauricio Sabotier, dirigidos por Mario Spadaro.

Es el turno de la tercera entrega de esta revisión de los principales hechos en la historia de nuestro hockey. En las siguientes líneas, hitos acaecidos en las décadas de los 70 y 80.

1. La Marea Roja. Reconocido como una importante cantera desde sus comienzos en 1954, León Prado debía confirmar en el escenario mayor el prestigio que se le endosaba. El primer blasón se anotó en 1970 con el equipo que conformaban Atilio Menichetti en el arco más los hermanos Madariaga y los Padruno, dirigidos por el español Cosme Soberón. Eso fue el aviso de lo que vino a partir de 1974 con el plantel conformado por Jorge Andreu, Antonio Guillá, Eduardo Riveros, Osvaldo Cordero, Sandro Pifferi, Fidel Isasi y Pedro Eraña, dirigidos por Francisco Pancho Balatas Sabotier. Los leonpradinos se erigieron como la nueva fuerza del hockey nacional, desbancando a Audax Italiano –con el que protagonizaba condimentados clásicos- y Thomas Bata con el bicampeonato 1974-1975. Tras ello, el plantel emigró a Unión Española, anotando las coronas de Sefinda División en el 76 y la Liga de Honor al año siguiente. Curiosa coincidencia: tanto en León Prado como en la tienda hispana este grupo lució camiseta roja. Una verdadera marea para sus rivales ese elenco que dominó la segunda mitad de aquella década.

2. Dueños de América, otra vez. En noviembre de 1979, en la ciudad brasileña de Santos, la Roja sorprendió a todos al llevarse el título sudamericano por cuarta vez tras igualar con Brasil (2-2) y vencer a Argentina (1-0), a la sazón vigente campeón mundial. De esa manera, el hockey chileno sumó su cuarta corona continental, que lo dejó bien aspectado para el Mundial que se realizaría en nuestro país al año siguiente. Posterior a este logro, en diciembre Eduardo Tapia fue elegido el Mejor Medio del planeta, integrando la Selección Resto del Mundo -donde alineó junto a Livramento- que enfrentó a Argentina en San Juan.

El plantel del mítico cuarto puesto en 1980. Arriba, de izq a der, Arturo Salvatierra, Juan de Dios Godoy (médico), Mario Spadaro (DT), Osvaldo Andrade (Técnico ayudante), Eduardo Tapia, Luis Alberto Villarreal (PF), René Muñoz, Osvaldo Rodríguez, Bernardo Arancet (Delegado) y Rafael Soto (Mecànico). Abajo, Eduardo Riveros, Sandro Pifferi, Jorge Andreu, Jaime Cabello, José Antonio Espinoza, Francisco Miranda y Juan Manzuy (Paramédico y utilero).

3. Hockey empresa. Con el inicio de la década de los 80, hubo aires de desarrollo en la actividad con el acuerdo de la firma Pepsi con el club Ciclón de Viña del Mar. La entrada a fines de 1979 de la gaseosa permitió al naciente Pepsi-Ciclón conformar un verdadero Equipo de las Estrellas con los seleccionados nacionales Eduardo Tapia, René Muñoz, Osvaldo Rodríguez, Luis Coloma y Rodrigo Bendeck. El conjunto se llevó el título del Metropolitano, sin embargo, diferencias entre la firma y socios del club más la partida de algunos referentes terminaron con este primer viso de hockey-empresa cuando finalizaba 1980.

4. Mundial televisado. En 1976, durante el Mundial de Oviedo, la FIRS designó a Chile sede del Mundial fijado para noviembre de 1980, gracias a los afanes del entonces presidente de la Federación, Eugenio Silva. Gracias a las transmisiones de los partidos de Chile a través de Televisión Nacional –partidos que usted puede presenciar en el canal Youtube de Patines y Chuecas– el hockey tuvo atisbos de masificación. En lo deportivo, la Roja anotó un histórico e inédito cuarto puesto escoltando a España, Argentina y Portugal.

Selección Chilena cuarta en el Mundial de Barcelos, Portugal, en 1982. Arriba, de izq a der, Arturo Salvatierra, Rubèn Leni, Eduardo Cleveland, Mauricio Dinningham y Eduardo Tapia. Abajo, Oscar Ahumada, Ramòn Méndez, Osvaldo Rodrìguez, José Antonio Espinoza y Francisco Miranda. DT de ese conjunto fue Juan Rojas.

5. La Generación Dorada. Si lo realizado en Talcahuano dos años antes fue histórico, lo realizado en mayo de 1982 en Barcelos fue épico. Tras jugar 16 partidos en dos semanas, la Selección Nacional revalidó su cuarto lugar a nivel mundial confirmando que los arqueros José Antonio Espinoza y Ramón Méndez más Arturo Salvatierra, Eduardo Tapia, Osvaldo Rodríguez, Eduardo Cleveland, Oscar Ahumada, Francisco Miranda, Mauricio Dinnigham y Rubén Leni, dirigidos por Juan Rojas, es la Generación Dorada del hockey chileno. Y más, en diciembre de aquel año se reafirmó el poderío de este equipo, ahora con Mario Spadaro en la cabina técnica, con la medalla de oro en los Juegos Cruz del Sur –hoy Juegos Odesur- de Rosario, con un 6-1 a Argentina incluido. Insistimos, ¿hablemos de Generaciones Doradas?

6. Potencia mundial. Con el ejemplo que sucedía en España con el FC Barcelona, tras el Mundial en Barcelos la base de la Selección Nacional conformó el club Manuel de Salas para mantener la continuidad de trabajo con miras a los futuros compromisos internacionales. Como tal, en enero de 1983 el equipo compitió en el Mundial de Clubes disputado en la ciudad brasileña de Sertaozinho alcanzando el tercer puesto tras el FC Barcelona español y el FC Porto lusitano. Fue el inicio de una suerte de cuarto imperio en el hockey nacional, tras lo hecho por Audax Italiano, Thomas Bata y León Prado.

Manuel de Salas, tercer puesto en el Mundial de Clubes en Sertaozinho. Arriba, de izq a der, Oscar Ahumada, Mauricio Dinnigham, Rodrigo Muñoz y Eduardo Cleveland. Abajo, Osvaldo Rodríguez, José Antonio Espinoza, Gianni Carniglia y Christian Espinoza.

7. Subcampeones sudamericanos. Extendiendo lo hecho seis meses antes, en julio de 1983, también en Sertaozinho, el Manuel de Salas llegó a la final del II Sudamericano de Clubes. Pero con polémica porque tras desbancar al equipo local en Semifinales, los chilenos fueron agredidos por torcedores locales no contentos con la eliminación de su club. Ese ambiente afectó el momento de la final ante los argentinos de Concepción de San Juan, ya que los nacionales ni siquiera pudieron salir a la calle por las amenazas que recibieron de los afiebrados hinchas del Sertaozinho. Cuento corto, los sanjuaninos se impusieron 8-3 en la definición. Lo anotado por Manuel de Salas lo lograron también, posteriormente, Thomas Bata en 1987 y Universidad Católica en 2010.

8. El primer profesional. Lo tenían bajo la lupa desde 1982, sin embargo sólo a mediados de 1985 se concretó el traspaso de Osvaldo Rodríguez al Novara, uno de los equipos fuertes, en aquella época, de la Serie A1 italiana. De esta manera, el viñamarino se transformó en el primer hockista profesional de nuestro país completando ocho temporadas defendiendo al Novara, Pratto, Reggio Emilia y Seregno. Pronto la senda se amplió con la partida, también a la península, de Eduardo Cleveland, al Castiglione; José Antonio Espinoza, al Pratto; y Christian Espinoza, al Gorizzia.

El equipo chileno que jugó el Mundial de 1986. De izq a der, Roberto Vargas Bolland (DT), Sady Pizarro (Delegado), Ramón Méndez, Jaime González, Jorge Sinsay, Arturo Moreno, Eduardo Cleveland, Marcos Ledoux, Roberto Vargas Alvarez, Javier López, Alvaro Carbonell y Aldo Escobar.

9. Presencial arbitral. En agosto de 1985 se disputó en San Juan la primera edición de la Copa Intercontinental entre UVT y FC Barcelona, a doble partido en el Cantoni. Juez de ambos cotejos fue el árbitro chileno Sergio González Valenzuela iniciando un legado de presencia arbitral en importantes instancias del hockey mundial. Lo hecho por González lo continuó Luis Reyes Catalán, quien dirigió las finales del Mundial Juvenil de Malargüe en 2005 y del Femenino en Japón, tres años después, entre otros torneos.

10. Directo a la B. Tras una serie de conflictos dirigenciales, en la previa del Mundial de Sertaozinho en septiembre de 1986 se involucró también a los hockistas, perjudicando a la Selección Nacional. Sin los seleccionados de la UMCE ni tampoco Osvaldo Rodríguez –al ser hockista profesional, el Novara, su empleador, exigía un seguro lo que hoy es lo más normal pero en aquellos días era un tema inédito para nuestra escena-, el equipo chileno dirigido por Roberto Vargas fue conformado por muchos debutantes que tuvieron que asumir la responsabilidad de alinear en la escena mayor como lo es el campeonato Mundial. Todo el conflicto previo culminó con el descenso al Grupo B Mundial. A partir de ahí, serían doce años en que el hockey chileno se movería en un balancín entre el Mundial principal y la considerada Segunda División. En simples palabras, éramos de la B…

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