Al Borde de la Baranda: ¡Muchas Gracias, Muchachos!

Nuestro editor elogia el título obtenido por Llano Subercaseaux en la Copa Sudamericana de Santos, destacando el crecimiento superlativo que ha mostrado la competencia de nuestra Liga Nacional de Hockey Senior.

¡GRACIAS MUCHACHOS!

El hockey chileno campeón sudamericano. Se lee muy bien esa frase, que -para mejor- es una palpable realidad. Es que había transcurrido una década desde el último título continental en la actividad, gracias a Las Marcianitas y la Copa América de 2007. De ahí, nada más. Hasta que nuestros seniors o veteranos comenzaron a hacer lo suyo.

Porque la coronación, en este lunes feriado, de Llano Subercaseaux en los lares paulistas como monarca continental es la consolidación de un derrotero que comenzó silenciosamente, también, hace un par de lustros.

De la simple reunión de fin de semana con amigos para recordar viejos tiempos hoy se vive una Liga consolidada con 14 equipos, organizada de forma correcta y con su programación anual definida de antemano. Detalles que ayudan a ese crecimiento.

Lo demás lo ponen los jugadores. Porque a pesar de que la mayoría frisa en la frontera de los 45 años de edad, los partidos que se presencian en cada fecha son de alto voltaje.

Lamentablemente, hay un sector de la disciplina que menosprecia a estos beneméritos cultores hockísticos, evidenciando el desconocimiento de las hazañas deportivas -algunas muy épicas- que protagonizaron muchos de los que juegan en ese campeonato.

Afortunadamente, ellos no están pendientes de esos comentarios -algunos malintencionados- porque están duchos de tantas batallas vividas, dentro y fuera del embaldosado. Batallas que se prolongan en este torneo -como el registrado el domingo pasado, entre Llano Subercaseaux y La Cisterna- gracias al vértigo que imponen esos deportistas, matizados con las pausas necesarias para reiniciar las escaramuzas. Vale agregar el envidiable estado físico de esos gladiadores ataviados con patines, rodilleras, guantes y chuecas ya que cuesta que salgan un rato para darle la oportunidad a otro compañero que espera en la banca. Mejor aún, no se encadenan a tácticas draconianas donde prima más la preocupación de marcar al rival que de quitar la bocha lo más pronto posible para atacar, en forma ordenada.

Pero también ponen su dosis de guapeza. Bien entendida, pero guapeza al fin y al cabo que nace a partir de los roces típicos de esta instancia. Y eso se abrevia en dos palabras, garra y sangre. Garra y sangre para defender sus colores, para recordarle al rival de turno que al frente tienen a alguien que complicará la jornada.

Guapeza que en el hockey de hoy se ha reducido por las sucesivas evoluciones reglamentarias.

Eso es el resumen de la Liga Senior chilena, con figuras excluyentes como la dupla José Oñate-Miguel Lorca, que sigue haciendo de las suyas con la camiseta de Llano tal como en sus años mozos con la enseña de San Miguel, bien respaldados por la sapiencia de Eduardo Cleveland.

En La Cisterna, Rómulo Vargas continúa encarnando jugadas inesperadas, mientras Alejandro Sanhueza reivindica el disparo de distancia bien ejecutado. En León Prado, Roberto Vargas maneja los hilos para buscar la explosión goleadora de Jorge Sinsay, Fernando Izurieta, Julio Aravena y Mario Farías. Huachipato Talcahuano -con Claudio Cabrera, Waldo Sepúlveda, Santiago Pereira, Jorge Yáñez, Galvarino Martínez y Jaime Coloma- forma un conjunto granítico que no se sale de su libreto táctico.

Y se pueden seguir nombrando más. Luis Llanca, en Ciclón; Aldo Diomedi, Juan Esteban Cerda y Rodrigo Leiva en PAC; los hermanos Sepúlveda, los Castro, Jaime Palma y José Luis Álvarez en Universidad Católica y muchos más. También, el buen nivel de porteros con José Antonio Espinoza (IMLP), Pablo Manosalva (Llano), Cristián Martínez (La Cisterna), Daniel Jerez (Huachipato Santiago), Gonzalo San Martín (Ciclón) y Diego Leiva (PAC), por nombrar a más.

También los árbitros. Porque son en las instancias internacionales donde se valora al referato nacional, que dicta cátedra ante la eterna parcialidad de los jueces extranjeros. Encabezado por el decano Luis Reyes, quien quizás cuántos pasaportes ha llenado gracias al acervo acumulado con sus viajes a sudamericanos, finales de copas y mundiales. Secundado por Ramón Méndez, quien de portero pasó a impartir justicia, más Claudio y Ruth Carrillo, representantes de la nueva generación de los árbitros.

Todo un escenario coral que amerita RESPETO. Así con mayúscula.

Y todo eso se extrapola cuando cruzan la frontera. Porque si viajan a Brasil, a Colombia o Argentina no van de paseo. Van a competir, no a sacarse selfies con el escenario de turno como telón de fondo para publicarlo en las redes sociales. Y ahí están los resultados. Llano Subercaseaux lo puede confirmar.

Esos son los hockistas seniors chilenos. Los leones viejos, que se mantienen orgullosamente erguidos y que bien pueden dictarle algunas clases a los leones jóvenes. Por lo menos, algunos como Rodrigo Leiva y Jaime Coloma hoy transmiten sus vivencias y conocimientos a niños y adolescentes que recién se asoman en esto de los patines y chuecas.

Algunas voces se han referido a este redactor como un habitante privilegiado del pasado o que tiene el cerebro congelado. Ah bueh, razones tengo para aplaudir de pie a estos jugadores que sienten, viven y extienden -sin importar los datos del certificado de nacimiento- esta pasión, esta enfermedad como la definió alguna vez el ex portero de Audax Italiano, Rigoberto Campusano.

Y también, pucha que son entretenidas las charlas que tengo con ellos, como Ramón Méndez o don Hugo Valdivia. Los más jóvenes -y los que recién se están integrando a la actividad como padres o simples espectadores- deberían hacerlo también, para darse cuenta que la historia del hockey chileno no comenzó con el título mundial de la Selección Femenina en 2006 o con el cuarto puesto en Angola, hace cuatro años. Y vaya si hay historia, mucha historia previa digna de ser conocida y reconocida…

Pues bien, ante tamaño entusiasmo y esfuerzo de los seniors sólo hay que felicitar y darle las gracias a estos muchachos mayores de 40. Por lo que han hecho, lo que hoy hacen y lo que, de seguro, harán mañana.

Muchas gracias, muchachos…

Con respeto,

Jorge Rodríguez C.

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