Hablemos del “Cuadrado Chico y Ataque Indio”

La salida en velocidad es primordial para que esta estrategia tenga positivos resultados.

En el argot hockístico chileno cuando un equipo se refugia en su área, apostando a la transición rápida en contragolpe, se señala que decidió a jugar con esta disposición con nombre que luce impronta santibañezca.

Estrategia simplemente pragmática, que puede resultar una afrenta y/o un sacrilegio para los puristas tácticos que defienden aquello que todo lo que sucede en la pista es fruto de los planteamientos previamente entrenados.

La propuesta es simple: agrupar a los cuatro jugadores de campo en el área propia cerrando toda la zona, para impedir cualquier intento cuando el rival tiene la posesión. Y al momento de birlar la bocha al rival salir en veloz contragolpe -con la obviedad de sorprender en contrapié a la testera adversaria- y cobrar en el pórtico del frente.

Estrategia sencilla, que se pudo apreciar el domingo recién pasado en el segundo tiempo del partido master entre León Prado y Academia, con los leonpradinos agrupados en su área con el esquema 3-1 dejando a Fernando Izurieta como punta de lanza para la salida.

Además, a este esquema ultradefensivo si se le adiciona un arquero inspirado el objetivo se refuerza. Tal como lo protagonizaron los portugueses en la final del Mundial del 2019 ante Argentina, en la iluminada jornada de Angelo Girao para mantener el empate en cero hasta obligar a la definición de los penales donde se impusieron los lusitanos.

Y antes, en el Mundial de Sertaozinho en septiembre de 1986, en su partido ante los españoles los ingleses no se avergonzaron en agrupar a tres defensas y dejar al atacante Stuart Doherty, quien con su habilidad con el stick tenía un estilo muy sudamericano para jugar, con su inspiración para llevarle peligro a Carles Trullols.

La habilidad de los atacantes puede ser letal para el planteamiento de los que apelan a esta estrategia defensivo.

Opciones. Queda claro lo de Cuadrado Chico, por el agrupamiento en el área propia. Lo de Ataque Indio se refiere de una manera coloquial a la carga en velocidad, sin orden preestablecido, para acceder al otro lado.

Si el equipo que tiene la posesión cae en la tentación de meter su propio Cuadrado más allá de la mitad de cancha, queda la retaguardia totalmente libre para que el mencionado punta de lanza apele a su caja de cambios y, tras el pique, enfrentar al portero contrincante confiando en su técnica individual.

Ante esa eventualidad, los más precavidos equipos atacantes optarán por dejar al último zaguero ubicado próximo al círculo central atento a cualquier eventualidad, bajo el esquema 1-3. Sobre todo, si el potencial contragolpe lo pudieran encarnar dos elementos. De ser así, el que lleva la pelota, la mayoría de las veces picará por los laterales para chutar cruzado en velocidad -la conocida “bomba” o “zumba” como lo denominaba el técnico Mario Spadaro-.

Dicho remate puede culminar en gol o provocar el rebote en el arquero, que debiera ser tomado por el compañero que lo acompañaba para firmar ese intento ofensivo antes que se produzca el reagrupamiento rival. Más simple, imposible.

El agrupamiento defensivo requiere de perfecta coordinación entre sus integrantes, cualquier pestañeo puede ser fatal.

Contra estrategia. Pero toda estrategia tiene su bemol. Para evitar estas salidas en velocidad, el equipo que tiene la posesión puede apelar, como sucede en la mayoría de las ocasiones, a la rotación rápida de la bocha por la periferia del planteamiento defensivo de su rival hasta encontrar el espacio para rematar o entrar con pelota dominada.

Pero también un remate de media distancia, bien dirigido desde mitad de cancha por alguno de los que están en la línea posterior del equipo atacante, puede desatar una veintena de estrategias alternativas que, realizadas con celeridad y con los correspondientes elementos bien ubicados, puede culminar desarmando el esquema defensivo y abrir el arco. Al respecto, una alternativa clásica es el palomero, que espera el rebote para pivotear o puede desviar la trayectoria de la pelota en el aire.

Por ende, fomentemos el debate: este esquema 3-1 ó 2-2 ultra cerrado, ¿es una táctica simplista que denota la dependencia de la habilidad de uno o dos jugadores en ofensiva? ¿O es un facilismo que trasunta poca rigurosidad táctica? Se esperan opiniones.

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