Apenas Las Marcianitas comenzaron a celebrar su título mundial en el GOM, también aparecieron varios que se subieron al Carro de la Victoria con verdaderas carpetas llenas de promesas para las jugadoras. Pero todo eso se fue diluyendo al poco rato, perjudicando de antemano la asistencia a la ciudad japonesa de Yuri-Honjo, donde había que defender la corona en 2008.
De partida, hubo problemas de índole económica ya que no había fondos para el pago de los sueldos del cuerpo técnico. Ni hablar de la preparación, que a pesar del apoyo de la empresa privada surgido al abrigo de los días triunfales del 2006, no era lo que se esperaba. “Hemos jugado menos partidos internacionales, tenemos menos roce. Y cuando jugamos algún torneo, está tan mal organizado que no sirve de nada”, avisaba la portero Constanza Reyes.
Además, la pista del patinódromo del Estadio Nacional seguía sin ser techada, por lo que las prácticas en invierno dependían de si llovía o no. “En 2007 llovió mucho y no podíamos entrenar. Hacíamos trabajo táctico, pero en el fondo eran días perdidos” recordaba Alexa Tapia.
¿Algo más? Hubo falta de implementos, como la demora en la entrega de las chuecas nuevas -las que sólo llegaron un mes antes del viaje al Mundial-.
Todo mal. Y eso que eran las campeonas mundiales vigentes.
Entre medio, hubo cambio en la cabina técnica. Rodrigo Quintanilla había dejado su cargo en Mauricio Llera. Y la diferencia de mano se notó en detalles, como por ejemplo en la preparación física. “Con Rodrigo, hicimos un trabajo físico mucho más completo durante un largo tiempo. Ahora, nos saltamos fases de ese desarrollo”, comentaba Tadish Prat.
Por de pronto, y a pesar de las adversidades que se presentaron, las seleccionadas tenían claras sus metas. “Vamos a retener el título. Pero el primer objetivo es el podio, al menos”, comentaba Alexa Tapia.
La base del plantel se mantenía –liderado por las referentes Francisca Puertas y las hermanas Urrea-, con la incorporación de tres nuevos valores: la portero Loreto Sanhueza más Ariela García y Gabriel Muñoz.
Tratando de desterrar los malos momentos vividos en la previa –“esto mismo sucedió en 2006” recordaba Fernanda Urrea- las chilenas viajaron hasta las tierras del Sol Naciente. Y tras una primera ronda aplastante, la caída ante los Estados Unidos fue el reloj despertador. Los sueños se habían desvanecido.
A partir de ahí comenzaron los reclamos. El presidente de la Federación, Roberto Rodríguez, responsabiliza al IND del fracaso. “Hay mucha demora, burocracia y pasa mucho tiempo en la entrega de los recursos que pedimos a Chiledeportes para el entrenamiento previo de las chicas. El 26 de marzo presentamos el proyecto para una buena preparación, por $98 millones, contemplando giras al extranjero con partidos en San Juan y una concentración en España y la compra de equipamiento, pero esos dineros nunca los liberaron. Es más, las jugadoras y el equipo técnico no saben que viajaron al Mundial de Japón gracias a un préstamo que nos hizo la Federación Catalana de Hockey-Patín”, reveló el dirigente.
Lamentable lo que estaba sucediendo en la disciplina. Que no era más que el reflejo de su karma prácticamente permanente. Nunca un logro de tamaña importancia se extendió en el tiempo. Sucedió con los cuartos lugares en los Mundiales de 1980 y 1982, cuando se podría haber mantenido ese proceso pero las clásicas reyertas internas –protagonizadas inicialmente por los siempre actores, los dirigentes, y que se contagió a los jugadores- provocaron la caída en la cita de 1986.
Y ahora con las damas, pareció que no sirvió de mucho el hito de 2006, porque tras la campaña en Japón se notó demasiado que todos aquellos que se habían encaramado para aparecer en alguna foto con las campeonas mundiales, dos años antes, ahora ni siquiera asomaban la nariz para alguna palabra de apoyo.
Lamentable panorama…