Tras la fallida incursión a Portugal, el tema Selección Femenina se va tomando en serio. Por ello, para comenzar un plan a largo plazo se designa a la dupla de ex mundialistas, Rodrigo Quintanilla y Gonzalo Campos, como la encargada de guiar a las nominadas.
El trabajo selectivo es en silencio, desde sus inicios en 2003. Tan en silencio, que muy pocos se enteran que en marzo de 2004 la incipiente selección se enfrentará al representativo de Cataluña, de visita por el país. Era el primer choque de peso, con miras a la participación en la ciudad alemana de Wuppertal, en donde Chile de todas maneras participaría.
Las europeas son las atracciones en el llamado Torneo de la Hispanidad, que se escenifica en el embaldosado del Instituto Miguel León Prado. ¿El resultado del pleito? 5-2 a favor de las mediterráneas.
La poca prensa presente aquella tarde hace notar que el equipo chileno estaba integrado, en su mayoría, por adolescentes. “Aquí hay tres adultas y las demás son todas chicas de entre 14 a 16 años. Por eso proyectamos esta selección en el largo plazo y con expectativas interesantes”, destacaba Rodrigo Quintanilla.
Para eso, debían luchar con los dos colosos del Atlántico que les llevaban varios torneos de ventaja. Porque mientras Argentina era el vigente campeón mundial, Brasil era el subcampeón.
Mayúscula tarea tenían, entonces, las nóveles hockistas porque aparte de superarse en la cancha también debían cranear cómo financiarían el periplo hasta Europa. Porque de ir, iban. Lamentablemente, Chiledeportes ya les había dado un sutil portazo en la cara, ya que para entregarles fondos debían demostrar logros internacionales conseguidos en la previa. ¿Y de dónde iban a sacar un currículum si la única incursión internacional de un seleccionado femenino había sido ocho años antes?
“Como buenas mujeres chilenas, vamos a luchar por lo nuestro. Si eso significa golpear puertas, lo haremos. Y si tenemos que hacer anticuchadas o fiesta bailables, también. Pero vamos a ir a Alemania” avisaba Karin Reinhardt, una de la experimentadas del plantel.
El karma del deporte amateur chileno, en general; y del hockey nacional, en particular. Ya en 1958 se había organizado una colecta para posibilitar el viaje de la Selección al Mundial en Oporto –iniciativa que no prosperó- y ahora la historia se repetía. A pesar de las adversidades, las jóvenes deportistas continuaron con su plan de búsqueda de financiamiento. Sin embargo, muy pocos creían en lo que puedan hacer y fueron sus familias las que solventan el periplo.
El bautizo. Más allá de ser la segunda incursión mundialista del hockey femenino chileno, en la previa al viaje a Alemania nació el apodo con que el país identificaría en forma permanente al representativo. La autora intelectual fue Seisha Prat quien, en una de las últimas prácticas antes de la cita en Wuppertal, recordaba con alguna de sus compañeras a los jugadores españoles, italianos y argentinos que habían presenciado en vivo y en directo tres años antes en el Mundial de San Juan.
Según ellas, eran verdaderos extraterrestres por la forma y maniobras que realizaban en la cancha. Pues bien, cuando intentaban imitar esas jugadas, Prat se confundió y en vez de decirle a su compañera “eres extraterrestre” le dijo “eres marciana”. Ahí comenzó todo.
De retorno a lo estrictamente competitivo, se sabía que en la cancha germana el equipo quedaría ubicado en los lugares secundarios. Aun así, el equipo no se amilana en la previa al debut, al disputar tres amistosos –derrotas ante Francia y el club alemán Cronenberg, más un empate con Japón-. Tras esos pleitos, la delegación de doce jugadoras se redujo a las diez que exige el reglamento, dejando fuera del Mundial a Tadish Prat y Catalina Rosales.
Ya en el torneo en sí, tras una primera ronda donde debió sumar oficio a punta de goles en contra, el equipo chileno se mostró mejor en la Ronda de Consuelo con las victorias sobre Australia y México. Eso fue suficiente para que las nacientes Marcianitas ocuparan el décimo puesto, que era el objetivo trazado. Pero también, el background de ese representativo comenzaba a crecer, lo que les serviría en los compromisos que se avizoraban a corto y mediano plazo. Se comenzaba a sembrar…