El Renacimiento

1Fue en los últimos tramos que en Universidad Católica comenzó a germinar el tema del hockey femenino, empujado por su técnico, el argentino Aldo Llera. El trasandino trabó amistad con algunos dirigentes, como Juan Carlos Torres, directivo del hockey de la UC. En una de sus visitas al hogar de su amigo, el estratego conversó con la hija del dirigente, Sandra Torres, quien practicaba patinaje artístico. La especialista, tras comentar sobre la poca actividad en las danzas y figuras, fue instada por Llera a formar un equipo femenino. Para motivarla, le contó que en Argentina ya había varios equipos que cobijaban a jovencitas entusiastas con este deporte.

Y mientras Sandra Torres contactaba a algunas compañeras de competencia -como Karina Zúñiga, del club Alborada-, entusiasmó a alguna amiga -como Marcela Cortéz, compañera suya en la carrera de Construcción Civil- para ir componiendo el novel elenco, Pedro Barrios también se sumó y apoyó la nueva actividad.

Con los pocos antecedentes que informaban que la disciplina, al margen de lo que se vivía en Argentina, tenía un desarrollo en Europa con torneos continentales a nivel de selecciones, las nuevas hockistas comenzaron sus labores adaptando algunas sus patines del artístico a las nuevas exigencias, mientras que otras se consiguieron botines de competencia en desmedro de sus botas blancas.

Ese verano de 1995 la cancha del Campus San Joaquín fue el escenario de los primeros tramos del renaciente hockey femenino chileno.

Que tuvo su estreno oficial en Viernes Santo, cuando las bisoñas jugadoras enfrentaron en la cancha de la Universidad Metropolitana al quinteto argentino de San Juan. Al día siguiente, repitieron con una exhibición realizada en elembaldosado de Forestal, en Viña del Mar.

Más allá de la superioridad que mostraron las trasandinas –que venían de adjudicarse el tercer puesto en el Campeonato Argentino disputado en la localidad de Catril, Río Negro, entre 23 equipos del otro lado de la cordillera-, quedó que por entusiasmo las chilenas algo podían hacer. Pero con mucho trabajo.

El contagio llegó a las exponentes de Universidad de Chile, que también armó velozmente su propio equipo femenino entrenando en la cancha ubicada en el Campus Universitario de Premio Nobel. A la cabeza estaba Rodrigo Quintanilla, quien encontró en Hugo González -ex hockista de Ferrobadminton, UTE, Audax Italiano y Universidad Católica, y a la sazón Encargado de Deportes de la Casa de Bello- un importante respaldo para fomentar la actividad con la camiseta azul. Entre las azules se contaba a Karin Reinhardt más una jovencita llamada Seisha Prat.

2Tomándose el asunto muy en serio, ambos elencos incluso compartían entrenamientos para fortalecer a la incipiente disciplina. Más aún, Universidad Católica se atrevió a más y visitó San Juan y Mendoza para aumentar el caudal de juego de las jugadoras.

Todo quedó formalizado el domingo 30 de julio, cuando en el Campus San Joaquín se enfrentaron, en forma oficial, Universidad Católica y Universidad de Chile. La siembra comenzaba a dar frutos muy pronto. Pocos frutos en esos instantes, pero muy valiosos.

Más aún, las Fiestas Patrias de aquel 1995 –como ocurría en los primeros tiempos del hockey, frente al Palacio de La Moneda- fueron el marco donde se jugó el primer campeonato internacional, siempre en el Campus San Joaquín, con los equipos trasandinos Casa de Italia y Palmira.

Más allá de los resultados adversos, apretados por lo demás, se hizo notar que ambos cuadros universitarios ya contaban con algunas referentes “que podrían integrar una Selección Nacional a futuro: por las cruzadas, las delanteras Alejandra Jara y Carla Barrios, más la defensa Sandra Torres y la portero Marcela Cortéz. Y por las azules, la arquero Karin Reinhardt, la defensa Pamela Espinoza y las atacantes Mariela Muñoz y Nicole Ibacache”.

Lo de la potencial Selección no era antojadizo, ya que la Federación había insinuado tal posibilidad aprovechando que el Tercer Mundial de la categoría se iba a disputar, en principio, el año siguiente en Argentina.

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