Charla Sin Patines: Manuel Llorens

El equipo de Universidad Técnica (abajo, extremo izquierdo) fue su puerta de entrada al hockey capitalino.
El equipo de Universidad Técnica (abajo, extremo izquierdo) fue su puerta de entrada al hockey capitalino.

El popular Huaso fue un goleador de aquellos, que sabía finiquitar la última jugada. Pero también combinaba perfectamente la velocidad en el ataque y la fuerza para aguantar las cargas rivales. Uno de los grandes, qué duda cabe. Su currículum es amplio, con pasos en Huachipato, Universidad Técnica, Audax Italiano y Unión Española. Y por la Selección, formó en los Mundiales de 1966, 1970 y 1972; además de los Sudamericanos de 1966, 1967, 1969 y 1971. Por eso, tiene mucho que contar.

“Yo estudiaba en los Salesianos y para una Navidad pedí patines, que era el boom en esos momentos. Le hablo de principios de la década de los 50. Y con los amigos patinábamos en la calle. En eso, un día apareció un dirigente de la Universidad de Concepción, René Hermosilla, quien nos dijo que se estaba armando un equipo de un nuevo deporte llamado hockey. Y fue así que nos entusiasmamos con ese juego”, comienza a rememorar.

-Entonces, usted comenzó en la U de Conce…

-No tan así.

-¿…?

-Lo que pasa es que nos pidieron certificados y autorización de los padres. Yo tenía todo listo y justo me resfrié. Estuve en reposo como dos semanas, y cuando volví me dijeron que el equipo estaba armado. ¡Imagínese cómo quedé!

En la Selección debutó en 1966, ganando el título Sudamericano en Concepción.
En la Selección debutó en 1966, ganando el título Sudamericano en Concepción.

-Imagino que mal, triste…

-Obvio. Pero por ahí un compañero en los Salesianos, que estaba en un par de cursos más arriba, no sé cómo supo que yo patinaba y me habló de otro club que estaba recibiendo niños para practicar hockey. Era Huachipato…

-Y ahí comienza todo, entonces.

-Exactamente. Lo único que me dijeron es que había que trasladarse hasta el sector de Las Higueras. Hablaron con mis padres y ningún problema, porque el club se preocupaba de todo. Locomoción, colaciones, implementación. El club Huachipato se preocupaba hasta de los más mínimos detalles. En ese tiempo pertenecía a la Asociación Concepción y jugábamos en la multicancha que había en el barrio de los trabajadores. Los entrenadores eran los hermanos (Jorge y José) Barreda.

-¿No alcanzó a estar con Elías Reyes?

-No, porque justo me vine a Santiago. Me vengo y Huachipato se transforma en Asociación, con unos seis o siete clubes seccionales.

-Aquí en Santiago fichó por la Universidad Técnica…

-Eso fue gracias a Oscar Ahumada. Él me conocía y me había dicho que cuando me viniera a la capital que le avisara. Así que cuando ingresé a estudiar Ingeniería Química Industrial, me puse la camiseta de la UTE, donde compartí con grandes jugadores como el mismo Oscar, Jorge Ibáñez y Sergio Moreira.

-En esos años la disputa del título era entre ustedes, Audax Italiano, Thomas Bata y León Prado…

-¡Grandes equipos! Eran grandes partidos, también.

-Pero igual había dosis de reciedumbre.

-Sí, y algunas veces eran verdaderas batallas campales. Pero terminaba el partido y seguíamos todos tan amigos como siempre.

-Sea sincero, ¿cuál era el equipo qué más repartía?

-(Risas) Pero cómo me hace esa pregunta… (risas) El Audax Italiano…

-¿Y cuál de todos los jugadores del Audax era el qué les dejaba más heridas de guerra a los rivales?

-(Más risas) Los hermanos Silva…

-Paralelamente, usted integró la Selección Nacional. Y fue campeón sudamericano en Concepción, en 1966…

-La alegría de ser yo de esa zona y ser campeón sudamericano se vive una sola vez en la vida. Tengo que ser agradecido, porque en todos los equipos que integré fui campeón. Pero lo de ese Sudamericano es diferente, porque vestir la casaquilla nacional es maravilloso.

-Y también fue al Mundial que ese año se realizó en Sao Paulo…

-Sí, pero yo era bajo perfil. En ese equipo había varias estrellas, como Luis Soto o Roberto Vargas, y yo entraba en los segundos tiempos y hacía mi labor. Pero así todo, siento que fui un privilegiado al integrar esos planteles.

En Unión Española (abajo, al extremo derecho) cosechó triunfos a nivel internacional.
En Unión Española (abajo, al extremo derecho) cosechó triunfos a nivel internacional.

-¿A cuál de todos sus compañeros usted considera como el mejor de todos?

-A Jorge Ibáñez, sin ninguna duda. Desde que nos conocimos en la UTE me invitaba a almorzar a su casa y a disfrutar de una buena tertulia. Ahora él está radicado hace tiempo en Australia, pero las veces que viene a Chile siempre me ha ubicado para que nos juntemos. Tengo una anécdota muy entretenida con él…

-A ver, cuente…

-Después de retirarme del hockey, me dediqué a manejar un taxi. Y taxeaba siempre en el sector alto de la capital. Un día yo iba subiendo por Apoquindo y cerca del Apumanque veo un flaco, alto, caminando. Me dije ‘¿el Coke Ibáñez?’. Avancé un poco, frené, eché marcha atrás… ¡y era él! Me mira y me grita ‘¡Huaso!’ Y ahí me dijo que andaba de vacaciones en Chile. Así que fuimos a buscar a su familia y llevamos a su hijo al estadio de Universidad Católica, porque lo querían conocer. Y después acordamos de yo llevarlo, junto a su familia, al aeropuerto; lo que sucedió, finalmente.

-Tras su paso por la UTE, arribó a Audax Italiano. ¿Cómo lo hizo? Porque era difícil fichar en ese equipo, más si los Finalterri y los Slva no dejaban que llegara cualquiera…

-(Sonríe) Justamente, llegué por las amistades. Sobre todo, con el dirigente Oscar Núñez, quien siempre me trató muy bien. En Audax hice buenas migas con Alfonso (Finalterri), y eso que cuando fuimos rivales nos dábamos con todo. También con los hermanos Silva me llevé muy bien.

En Audax Italiano junto a Rodolfo Silva, uno de sus grandes amigos.
En Audax Italiano junto a Rodolfo Silva, uno de sus grandes amigos.

-Y de Audax pasó a Unión Española, con la que ganó todo también.

-Ése era un equipo imbatible. Incluso, fuimos a Brasil como premio por la campaña que habíamos tenido. Ahí en Santos jugamos la final de un torneo ante el Porto portugués. Empatamos 1-1 y nunca supimos por qué le dieron la copa a ellos y no a nosotros.

-¿Su retorno a Audax, en 1979?

-Tras disolverse el equipo de la Unión, Oscar Núñez me llevó otra vez para allá. La diferencia es que yo era ahora el viejito del lote, porque los Finalterri jugaban muy poco ya. Y de ahí terminé mi carrera en el San Agustín, cuando recién se estaba formando…

-Eso fue por 1986…

-Sí, porque mi hijo estudiaba ene se colegio y con un grupo de apoderados formamos el equipo. Jugué un año y me retiré.

-Y después de eso, ¿qué pasó con usted?

-Bueno, a uno le tocan tantas cosas. El caso es que un día me dejan un número de teléfono para comunicarme. Yo no estaba de ánimo, hasta que después de algunos días llamé. Digo ‘buenas tardes, soy Manuel Llorens Martínez’ Y al otro lado me empiezan a subir y bajar. ¡Era el Fito Silva! Después de retarme bien retado, más tranquilo me invitó para unirme a un grupo de veteranos que estaba jugando hockey en la cancha de la Usach. Fui a mirar un día y me picó el bichito otra vez. El Fito es otro de los grandes amigos que tengo gracias al hockey.

-Me comentaron, por interno, que fue al Mundial de Recife, en el 95…

-(Sonríe) ¿Quién fue? Le apuesto que fue (Gabriel) Chamorro (Nota del autor: ex jugador de Huachipato y Aviación). Bueno sí. Gracias a ese equipo de veteranos, Dino Spadaro me ofreció trabajo. Eso fue más o menos a principios de los 90. Y antes de ese Mundial llega Dino y me dice ‘ya, nos vamos al Mundial’. Y yo respondí  ‘pucha, qué bueno. Que les vaya bien’. Y Dino saca de su chaqueta un sobre y me dice que era un regalo. Y reviso, ¡eran los pasajes para Recife!. Hasta el día de hoy se lo agradezco.

-Oiga, ¿y la talla de la peluquería?

-(Risas) Le apuesto que ésa sí se la contó Chamorro…

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