Tal como se esbozó en el artículo anterior, todo lo bueno tiene su contrario. No se puede abstraer de este resumen anual los bemoles que tuvo la actividad… de lo que se espera una mayúscula mejoría en el año pronto a iniciarse. (Escúchanos Señor, te rogamos…)
* Los numeritos en la Liga de Honor. Por un lado, y a pesar de las voces que piden aumento de equipos participantes y volver a jugar cada quinteto como local en su propia cancha, se mantiene el ya gastado sistema de cuatro ruedas y play offs entre seis clubes con repeticiones de partidos que ya aburrieron. Por el otro, el poco respeto hacia los jugadores y técnicos en las programaciones, que derivaron en situaciones como la vivida el 16 de abril cuando, al no enterarse que había una actividad previamente fijada en el GOM, la reunión triple comenzó pasadas las 21 horas y terminó cerca de la 1 de la madrugada.
* La organización del Mundial de Iquique. Hasta un mes antes hubo dudas si el puerto histórico recibiría la magna cita, que salió del paso con un mecano encarpado. Y hasta el día antes ni siquiera había conformación de grupos ni fixture, por diferencias entre las propuestas del Comité Organizador y la FIRS. Las críticas, sobre todo del extranjero, no perdonaron al entorno del certamen.
* El final de Radioa Rodar. Si bien han nacido nuevos portales de internet para ampliar la cobertura de los patines y chuecas, el término de la emisora por streaming, por falta de auspicio, fue lamentado por toda la familia del hockey.
* Las fallidas elecciones de directorio en la Liga Nacional, debido a que la personalidad jurídica del organismo expiró hace siete años. Lo realizado por el Tricel de postergar el proceso ojalá no sea un Veranito de San Juan y sea una muestra real de que alguien tomó el toro por las astas para refrescar el ambiente.