Hockey Táctico (8): El Aporte Basquetbolístico En Los Inicios Tácticos del Hockey Chileno

La cancha ancestral del hockey-patín chileno. Posiciones zonales fijas eran la característica de los primeros sistemas de juego que tuvo el hockey chileno, el 2-3 y el 2-1-2.

En entregas anteriores de esta temática nos hemos referido a que desde sus inicios, en Valparaíso en 1935, el hockey-patín chileno ha lucido un ordenamiento táctico de sus jugadores en el campo de juego. Claro que en esos

Enrique Parra, el padre táctico del hockey-patín chileno.

primeros tramos, específicamente en el período que se extendió hasta 1950 cuando se adoptó en nuestro país la reglamentación internacional, la disciplina se jugaba con disco y cada equipo con seis jugadores en cancha.

Resaltar también que la cancha principal de esos enfrentamientos –hasta 1948 cuando se inauguró el primer campo oficial en el Estadio Santa Laura- era la losa de la llamada Plaza de la Libertad, frente al Palacio de La Moneda donde hoy se erigen las piletas con vista a la Alameda y bajo las cuales se ubica el Centro Cultural del palacio.

Aun así, y mucho antes que se mencionara que la disciplina de los patines y chuecas es “básquetbol con patines”, ya que muchos de los movimientos en el campo se han tomado de la disciplinas de los cestos, el hockey nacional desde sus primeros partidos se vio favorecido por el aporte del baloncesto.

Colo Colo vs. Palestino en la Plaza de la Libertad en 1948. Los hockistas albos utilizaban cascos, debido a los fuertes roces en aquellos años.

El marco. Ahora bien, primero hay que señalar que con el primer reglamento formal en nuestro país “aprobado por la Federación de Hockey en Patines de Chile, con sede en Santiago, en sesión del 11 de abril de 1943 con asistencia de los delegados de Valparaíso, Viña del Mar y Santiago” se unificaron criterios para la competencia nacional.

Aquel primer código constaba de 44 artículos y estableció que la cancha debía medir 20 por 40 metros en sus medidas máximas; y 15 por 35 en las mínimas. Aquel campo era dividido en dos mitades por una línea media, más dos líneas paralelas –denominadas Línea de Reposición– a la línea de fondo o de goal. Y frente al arco se dibujaba una Zona de Defensa del portero, suerte de área chica para proteger al guardavallas que se movía bajo un arco cuya medida era de 2,6 metros de ancho por 1,20 de alto.

Además, no hay que obviar el gran detalle que en aquellos tiempos heroicos no había reja que circundara la cancha, por lo que el público se ubicaba alrededor del improvisado rectángulo con el peligro latente de recibir algún golpe del mencionado disco de madera.

Disco de madera que tenía una medida de 12 centímetros de diámetro más un peso entre los 80 y 100 gramos. Y las chuecas eran, principalmente, las que se usaban en los partidos de hockey sobre césped, con una altura mínima de 25 milímetros en su curva.

Los equipos, ya se enunció, estaban compuestos por seis jugadores cuya composición en la cancha era un arquero, dos defensas o backs más tres delanteros: un right-wing, o puntero derecho; un center forward, o centro delantero; y un left-wing, o puntero izquierdo. En resumen, era un esquema 2-3 donde los zagueros se movían lo justo para cuidar el sector ya que su tarea principal era recuperar el disco de madera y despejar para que ese rechazo lo tomara uno de sus compañeros de ofensiva y posibilitar el remate a puerta.

Además, estas ubicaciones eran fijas; vale decir, sólo ocupaban el sector que les era asignado ya que no existía la rotación constante de movimientos que se aprecia hoy. De esta manera, los backs patinaban desde el área propia hasta mitad de cancha; los atacantes, a su vez, comenzaban desde la línea media hasta el fondo para atacar. Por ende, no había desdoblamientos de funciones.

Se agregaban cuatro reservas, donde los cambios eran ilimitados con el detalle que el recién ingresado sólo debía hacerlo cuando el disco estaba detenido y con previo aviso al juez.

El arco ancestral del hockey chileno medía 2,6 metros de ancho por 1,20 de alto.

El guardavallas atajaba el disco libremente dentro de la Zona de Defensa. Fuera de ahí, era considerado un jugador más. También era el encargado de poner el disco en juego cuando salía fuera de la línea de goal, pero lo debía hacer con la chueca y no con la mano. De lo contrario, se sancionaba un Avance a favor del rival. Cuando el portero iniciaba el juego debía ser tocado el disco por uno de los dos backs, acción tras la cual sólo ahí los contrarios podían atacar para quitar el implemento.

Los partidos se disputaban en dos tiempos de 25 minutos por lado, más un descanso de cinco. Sin embargo, en las categorías infantiles, juveniles y damas –atención, el primer reglamento de la Federación reconoció al hockey femenino en 1943- eran dos lapsos de 15’ y un intermedio también de 5’.

Cada pleito era dirigido por un árbitro, pero en cotejos especiales eran dos los referís que se ubicaban en cada lado de la cancha. Además, tras cada arco se ubicaba un juez de valla.

El enfrentamiento entre atacantes, arquero y defensas eran verdaderos “choques de trenes” en el área por la posesión del disco de madera.

Sistemas de Juego. Sin embargo, antes de la organización formal resaltaba en aquellos primeros pasos el hecho que, a pesar de no haber tenido ninguna influencia directa extranjera, algunos de los equipos en la Plaza de la Libertad lucían un básico orden táctico, gracias a la aplicación de los preceptos tomados del básquetbol.

El primer sexteto que aplicó estos órdenes fue el Estudiantil de Independencia en 1940, del que se redactó que contó con el primer entrenador –en el sentido real del sustantivo- que era especialista en baloncesto. Ese estratego se llamaba Enrique Parra, quien cumplía labores en el club Barcelona y que llegó al incipiente deporte hockístico por una petición de los jóvenes integrantes del mencionado club. Algunos nombres de esos mozalbetes eran Domingo Tunzi, Ignacio Spadaro, Benito Diez y Freddy Sabaté.

El frontis del Palacio de La Moneda, el escenario de los primeros tiempos de nuestro hockey.

Así se comenzaron a aplicar estrategias que se utilizaban bajo los cestos, adaptándolas a la cancha de hockey. Las principales que estableció Enrique Parra entre sus dirigidos del Estudiantil fueron:

-Ubicar al centrodelantero en el área para esperar el rebote en el arquero contrincante, tras el remate de alguno de los punteros. De esta manera, la figura del reboteador bajo los aros fue llevada a la pista.

-Apelar al contragolpe para sorprender desacomodado al rival. Factor importante para el éxito de esta estrategia era contar con jugadores de correcto patinaje para contar con hándicap.

-El uso de las coberturas para que la defensa zonal tuviera éxito, cerrando espacios. Ese cierre también evitaba espacios que podrían ser utilizados con remates de media distancia de los delanteros antagonistas

-El básico despeje o pelotazo fue prontamente reemplazado por las triangulaciones en los pases, conocidas como el “tuya-mía”

-Los bloqueos defensivos dificultaron el accionar de atacantes que sacaban ventaja con su velocidad para encontrar resquicios en la última zona rival.

-Tal como sucedió con el pivote en el básquetbol, uno de los tres delanteros retrocedió en su posición naciendo, de manera informal, la labor del medio o centro para manejar los tiempos del sexteto. De esta manera, el inicial Sistema de Juego 2-3 dejó su espacio al 2-1-2.

Al respecto, se escribió que Enrique Parra “enseñó a jugar al hockey con tácticas de básquetbol. Fuera del portero, los jugadores eran, en aquellos tiempos, cinco. Los mismos que en el baloncesto. La cancha era de dimensiones parecidas. De modo que los diagramas de básquetbol servían. Cuando se apoderaban del disco, los jugadores del Estudiantil hacían quiebres rápidos. Cuando lo perdían se retiraban a formar la zona. En aquel principio rudimentario está la semilla del hockey técnico de hoy en día. Los chilenos jugaron siempre con una táctica, no pasaron por la época de improvisación de otros deportes”.

No tardó el resto de los equipos copiar los esquemas del Estudiantil, lo que indirectamente le permitió al nóvel deporte desarrollar sus primeros aspectos técnicos y tácticos. Incipientes conceptos pero conceptos al fin y al cabo.

Vista panorámica de una de las primeras canchas de hockey-patín en Chile.

La marca. El segundo gran aporte del basquetbol al hockey-patín nacional fue la implantación del hombre a hombre, también conocido como marca personal.

El escenario para la llegada de esa estrategia defensiva se posibilitó en 1948 con la visita del club argentino Skating de Mendoza. Tras vencer, de forma clara y aplastante a Palestino (10-1) y Colo Colo (8-2), el siguiente rival de los trasandinos era Universidad Católica.

Freddy Sabaté y Domingo Tunzi, hockistas cruzados, se contactaron con el entrenador estadounidense Kenneth Davidson, quien estaba a cargo del equipo de baloncesto de la UC protagonizando en ese nicho su propia revolución en el deporte nacional con sus aportes. El norteamericano les compartió instrucciones con la aplicación de la marcación personal, lo que se cumplió en el campo de juego: los universitarios se impusieron por 4-1 a los mendocinos, anulando a sus principales figuras. Más allá del resultado, fue otro claro avance en los planteamientos tácticos para establecerse en la competencia local.

Todo lo anterior fue una fértil siembra para que, a partir de 1950 cuando se cambió al disco de madera por la bocha, el italiano Rafael Casali, a través de su labor en Audax; y el español Elías Reyes, en Universidad Católica, comenzaran a hacer su aporte en los nuevos tiempos del hockey-patín chileno.

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