Superioridad Portuguesa en la Euroliga: Bienvenidos al Hockey Espectáculo

El Empate entre Oliveirense vs. Sporting fue la máxima expresión de lo que es hoy el hockey portugués. (crédito foto: World Skate Europe)

Lo exhibido el pasado fin de semana por los clubes lusitanos en Mealhada fue una reafirmación de que hoy nuestro hockey puede ser el espectáculo que se merece. Bueh, los lusitanos lo reafirman cada fin de semana en sus pistas, donde sus partidos tienen el denominador común de tácticas y estrategias carentes de rigurosidad extrema, siempre pensando primero en llegar al arco del frente antes que quedarse defendiendo el arco propio.

Señalar primero que el entorno en que se desarrolla la actividad hockística en aquel país ibérico completa toda esta revolución que ha reafirmado la condición de la disciplina como deporte nacional en los lares lusitanos. “Estructuras profesionalizadas” señalan los medios de prensa de cómo es el hockey portugués en la actualidad.

Primero que todo, inversión de la empresa privada, Ya sea, por el hecho de ser una de las ramas de un gran club deportivo –como es el caso del SL Benfica, FC Porto y Sporting CP-, auspicio de un multimillonario –UD Oliveirense- o el aval de la tradición –OC Barcelos- son las muestras de cómo el “Producto Hockey” se puede vender para ser conocido masivamente. Masividad que es favorecida por los fieles forofos que tiene cada uno de los clubes que conforman cada una de las divisiones en sus competencias.

Únase también el hecho que, por lo menos en Primera División son transmitidos cada uno de los cotejos del fin de semana, para apreciar en directo a los astros locales, españoles, italianos y sudamericanos que –gracias a la mencionada inversión que llega a través de la inversión privada- conforman cada uno de los planteles. Planteles largos, donde si bien son cinco los que comienzan como titulares los otros cinco esperan en el banco de suplentes el momento para comenzar a realizar las rotaciones que permiten mantener el ritmo vertiginoso y simple que tanto ha gustado al seguidor de los patines y chuecas. Todos bien preparados físicamente no para parecer una pieza de una máquina sino que para lucir en las mejores condiciones el talento individual en favor de la propuesta del equipo.

Todo esto conforma el círculo virtuoso que fortalece el concepto de hockey espectáculo que están compartiendo los portugueses.

Ante Deportivo Liceo, el Benfica realizó una sinopsis de lo que repitió después ante el Barcelona: tácticas simples que privilegian la fluidez de juego y la llegada a gol. (crédito foto: World Skate Europe)

Sin dogmas. Eso en lo estructural, que se complementa de manera perfecta con lo deportivo. Porque la propuesta portuguesa de juego se puede resumir en un “jugar para ganar” antes que “jugar para no perder”. Eso quedó claro en Mealhada, donde los cinco conjuntos lusos aplicaron transiciones rápidas y, aunque suene obvio, reafirmando ese axioma que expresa que “la pelota corre más que el jugador”.

De ahí que hicieran galas de pases largos para llegar al otro lado. ¿Ejemplos? Reinaldo Ventura, de Barcelos, buscaba desde su área propia a sus compañeros ubicados en la antípoda. Y el segundo gol de Sporting al Oliveirense fue la culminación de tres pases en diagonal hacia adelante, prácticamente de baranda a baranda.

Esto se propicia porque las cabinas técnicas de los clubes portugueses si bien se basan en una táctica base -variando sin dramas del 2-2 al 1-3, aplicando Cuadrado o Rombo, con un hombre en punta (el “interior” o “palomero”) que bien podía colocarse como punto fijo al lado del arquero rival o moviéndose por todo el frente de ataque en función de la ubicación de la bocha- también consideran el valor hombre, vale decir la libertad para que el jugador decida en el momento qué hacer sin estar esposado a una estrategia previamente estudiada y que debiera cumplir rigurosamente. Por eso es que son bienvenidos los aportes de los hockistas sudamericanos, sobre todo argentinos, quienes con sus salidas de libreto –vulgo amagues- en el último cuarto de cancha siempre marcan diferencia.

Todo esto va en contra de los dogmáticos defensores de la táctica, que se aprecia mucho en el hockey español e italiano, que postulan que todo en la cancha está ensayado en función de los movimientos que cada uno de los jugadores debe cumplir en la pista quitándole un poco de inspiración al deportista.

Preparación de los arqueros. Por supuesto que el “jugar para ganar” implica riesgos. Porque conseguir el equilibrio tanto en defensa como en ataque es un eterno cabeceo de los técnicos –la metáfora de la sabana corta, “si te cubres la cabeza te destapas los pies; y si te cubres los pies te destapas la cabeza”-.

De ahí que se anticipa que en las zagas de los equipos portugueses quedarán lagunas que un veloz atacante puede bien aprovechar. El mejor ejemplo fue el gol de Zé Pedro, del Barcelos, al Porto cuando ingresó con pelota dominada, en velocidad, por la izquierda con todo el entorno despejado y llevándose su marca para rematar de cuchara, cruzado, y anotar.

Ante ese escenario, la preparación de los arqueros es primordial –reafirmando, de paso, aquello que sostienen los españoles de que el guardavallas en el hockey es el 80 por ciento del equipo-. Por eso, los niveles de los mundialistas Pedro Henriques (Benfica) y Ángelo Girao (Sporting); de los españoles Xavi Puigbí (Oliveirense) y Xavi Mailián (Porto) más el argentino Conti Acevedo (Barcelos) son superlativos comparados con los de sus colegas de los representativos hispanos. Es menester la rapidez de reacciones, movimientos de un parante al otro en el menor tiempo posible cuando un rival transita detrás del pórtico y una dosis de valentía para enfrentar de frente los embates antagonistas son la muestra de lo que realizan los guardavallas en Portugal. No en vano, cada fin de semana se topan con habilidosos y veloces atacantes.

Las pelotas detenidas. Lo anterior también puede explicar el porqué en los servicios de tiro libre y penal, donde los ejecutantes españoles que en la OK Liga no fallan –como Jordi Adroher del Deportivo Liceo-, en Mealhada simplemente no pudieron.

No así los de los conjuntos portugueses, mayoritariamente apelando al disparo directo –La Portuguesa, como se dijo en los relatos de los partidos-, como el clásico remate de Gonzalo Alves, del Porto; o el español Marc Torrá, del Oliveirense. Y mire la curiosidad, de los quintetos lusitanos cuando había tiro libre los que preferían los avances con amagues eran los argentinos como Lucas Martínez, del Oliveirense; y Darío Giménez, del Barcelos. Ahí se podría decir que primó la esencia del hockista sudamericano, aquel de la mencionada improvisación, la picardía que rompe esquemas.

La importancia del definidor. Así como se habló de la importancia que tienen los arqueros, al otro lado el contar con buenos definidores también es de vital importancia. Definidores que insistimos, según esta Escuela Portuguesa, tienen la libertad para improvisar en los metros finales para anotar.

La estadística de la Euroliga es elocuente: mientras los españoles sólo totalizaron 20 goles (Reus sólo anotó 3, Barcelona y Liceo, 4; y el Noia, 9), los portugueses sumaron 53 tantos (Barcelos marcó 8; Porto, 10; Oliveirense y Sporting, 11 cada uno; y Benfica, 13). La gracia de los lusitanos es que cada uno de sus quintetos no contó con un bombardero exclusivo, sino que contaban con todos sus hombres como alternativas de gol.

El ejemplo del Benfica refleja todo: sus scorers en Mealhada fueron Diogo Rafael y Gonzalo Pinto, con 4 anotaciones cada uno, seguidos por Lucas Ordoñez (2), Sergi Aragonés (2) y Walter Neves (1). Qué mejor confirmación de la polifuncionalidad en el hockey de hoy.

La comparación con los equipos españoles es odiosa. El Barcelona es lo más patente de esta carencia goleadora, donde Joao Rodrigues, quien en la OK Liga es el máximo anotador en la Euroliga no celebró. Pablo Álvarez, goleador histórico de la competencia española, en Mealhada apenas marcó un tanto.

Aspecto que, nuevamente, nos lleva como conclusión que todos los movimientos tácticamente mecanizados por los hispanos, que en su campeonato funciona perfecto porque todo pasa por el ritmo que imponen, ante los lusos no les resultó porque los portugueses les jugaron tanto o más rápido y ya sabían qué iba a suceder. Tenían todo anticipado de lo que harían los hispanos ante tal o cual situación.

Por ejemplo, ante Oliveirense el reusense Alex Rodríguez no pudo hacer gala de su pique por las barandas y sacar el remate porque sus rivales conocían de lo que haría el número 27 de antemano así que le cerraron los espacios. Al contrario, Lucas Martínez en el primer tanto que le marcó al Reus se metió por el carril central en diagonal, encarnó un cambio de ritmo que sorprendió a su ocasional marcador llevándoselo en velocidad y finiquitó con una fineza. Improvisación al servicio del equipo y del espectáculo.

Porto vs. Barcelos fue la muestra de cómo los espacios que quedan en defensa pueden ser bien aprovechados con una correcta salida en velocidad con bocha dominada. (crédito foto: World Skate Europe)

Esos mencionados cambios de ritmos fueron la perdición para los equipos españoles. Tal como lo resumió el diario La Opinión de La Coruña, que expuso este lunes que los elencos portugueses “tienen a los mejores jugadores y la Liga más competitiva, con partidos importantes cada fin de semana y en la que no hay las diferencias y escalones que hay en la española, donde al Barcelona sólo puede seguirle el ritmo el Liceo, como mucho el Reus. En Portugal sería imposible el dominio abrumante y soporífero de los culés, que en Luso fueron víctimas de su propia medicina, de lo que ha provocado y promovido en España. Su paseo por la competición doméstica no le prepara para la que se va a encontrar en Europa. Hasta ahora resistió. Pero Luso fue la escenificación de la humillación”.

Nótese un detalle: el Noia, que en el papel estaba por debajo del Barcelona, Liceo y Reus, fue el único que le sacó, a lo menos, un empate a los lusitanos. Específicamente, al Porto. ¿Por qué? Porque en ofensiva juegan “a la portuguesa” ya que tanto Pol Manrubia, Roc Pujadas y Jordi Ferrer siempre se las arreglaron para salirse del libreto y sorprender. No en vano, fue el quipo español que más goles anotó. Y su atacante Pol Manrubia se llevó todos los elogios por sus piques endemoniados más sus amagues que desarticularon los marcajes rivales. El Noia entendió bien que no había que ser dogmático de la táctica, sino que dentro del marco que entregan las estrategias dejar un espacio para el libre albedrío del deportista.

¿Agrandar los arcos?  Con las 73 anotaciones marcadas en los nueve partidos por la Euroliga, con un promedio de 8,1 tanto por pleito, la bizantina propuesta de agrandar los arcos “para marcar más goles” según los defensores de esta propuesta parece que debería quedar archivada. Con el despliegue mostrado el fin de semana por los lusitanos quedó claro que el tema no pasa por agregar un par de metros más de largo a las cabañas, sino que todo depende de la disposición.

Los portugueses mostraron en Mealhada variadas alternativas para llegar al fondo de las mallas rivales: jugadas asociadas, un hombre en el segundo palo, picadinhas, remates de media y larga distancia, remates de primera. Todo resumido en las 53 anotaciones que contabilizaron.

El Noia celebra uno de los cinco tantos que le endosó al Barcelos. Los de San Sadurní fueron los únicos que le sacaron un punto a los lusitanos, porque jugaron “a la portuguesa”. (crédito foto: World Skate Europe)

La disyuntiva es clara: o te basas en la táctica escrita, siendo un dogmático, “jugando a no perder” con los dos equipos enfrentados rotando como engranajes de reloj mientras la pelota se mueve sólo en ese reducido espacio de mitad de cancha, debido a la aplicación de la marca personal para evitar que haya invasión en el área propia y llegas al otro lado, en función de la propuesta estratégica que debe ser cumplida a rajatabla; o “juegas para ganar”, con movimientos simples y veloces a lo largo de la pista, considerando los riesgos que conlleva, pensando en privilegiar el espectáculo tal como lo reafirmaron los equipos portugueses,

El mensaje es claro: menos fundamentalismo táctico, más fluidez de juego. Así de simple.

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