
Lo que hoy se vive en la actividad con la decisión del Comité Olímpico supera, sobremanera, lo que se comenzó a apreciar en la década de los 80 gracias a las eternas disputas entre dirigentes. Reyertas en las que el COCH intervino pero no con el calibre que luce hoy.
Hitos de esos enfrentamientos son, por ejemplo, lo vivido en 1982 cuando el Comité Olímpico definió que el hockey, debido a las mencionadas diatribas, no recibiría dinero para sus planificaciones entregando sólo una cuota que se había comprometido con anticipación para el viaje de la Selección Nacional al Mundial de Barcelos, Portugal, donde la Roja obtuvo un histórico cuarto puesto.
Lo tragicómico es que el COCH nominó a una comisión para administrar la actividad, integrada por Leoncio Medina, Gabriel Santos, Francisco Azar, Gerónimo Maldonado y Braulio Quintana. Pero a poco de comenzar sus labores, los dos primeros fueron inhabilitados “en una decisión poco clara” publicó la prensa, mientras que Azar renunció. De los que quedaron, Quintana no intervenía en nada. Conclusión, prácticamente la mentada comisión no existió.
1984. Dos años después, con Francisco Azar como presidente de la Federación el conflicto fue entre el directivo y la Selección Nacional integrada, entre otros, por los históricos Arturo Salvatierra, Osvaldo Rodríguez y José Antonio Espinoza.
Sucedió que tras el cuarto puesto en el Panamericano de Sertaozinho, Azar declaró que había que renovar completamente el plantel seleccionado.
En respuesta, los jugadores realizaron un petitorio con mínimas solicitudes de implementos, que fue rechazado por el presidente quien disolvió al representativo, despidiendo al técnico Mario Spadaro y designando en el cargo a Omar O’ Ryan.
Todo se agravó cuando en abril de 1984 nueve de las 15 asociaciones que componían el Consejo de Delegados en la Federación señalaban que estaban en desacuerdo por las decisiones tomadas en torno al representativo. A través de una carta abierta enviada al Comité Olímpico, el mencionado bando informó que “las determinaciones tomadas no obedecen al sentir de los deportistas en general ya que sólo actúa el señor Azar, que no cuenta con el apoyo mayoritario del Consejo, y tampoco es la opinión del Directorio que, en la práctica, no existe”. Sin anestesia. Y se aprovechaba de solicitar que el organismo rector del deporte nacional, a través de su presidente Juan Carlos Esguep, asumiera como árbitro en el conflicto.
Sin embargo, las primeras propuestas del COCH para comenzar a solucionar el entuerto fueron consideradas “de parche”, ya que mientras se pedía el retorno de los seleccionados exiliados, aún no había definición sobre el técnico. Estaba la duda de mantener a O’ Ryan o recontratar a Spadaro, que era lo que solicitaban aquellos que se habían descartado del plantel.
Las reyertas se extendieron hasta mayo, cuando Francisco Azar presentó, en forma indeclinable, su renuncia asumiendo quien se desempeñaba como vicepresidente, Jerónimo Maldonado. Sin embargo, en agosto el Comité Olímpico declaró en receso a la Federación de Hockey y Patinaje convocando a los delegados para una nueva elección de directorio, cesando de esta manera a la mesa encabezada por Maldonado quien amenazaba que “analizaremos la posibilidad de llegar incluso hasta la justicia”. Pero esas amenazas muy pronto perdieron voltaje ya que el COCH confirmó que apoyaba los fondos para que la Roja asistiera al Mundial de Novara, Italia.
1987. Tres años, el nuevo round entre la Federación y el Comité Olímpico ocurrió en el marco de la potencial participación del hockey en los Juegos Panamericanos de Indianápolis, que se iniciaban el 8 de agosto.
El representativo nacional contaba con la garantía de que la organización de los Juegos corría con los gastos de estadía y transporte. Sólo faltaba el visto bueno del COCH.
Ante ese ofrecimiento, el Comité Olímpico puso como condición que fuera el propio hockey el que se pagara los pasajes hasta Norteamérica, ante lo cual los directivos del hockey consiguen el requerido financiamiento.
Pero se sucedió una incómoda sorpresa, cuando el presidente del Comité, Juan Carlos Esguep, informó que el representativo de los patines y chuecas no viajaba a los Juegos porque el plenario de Federaciones no aprobó su inclusión en la delegación panamericana. Hasta ahí llegó el sueño panamericano del hockey.
A nivel macro, las intervenciones del Comité Olímpico en aquellas coyunturas fueron por las luchas de poder surgidas. Argumentos diametralmente opuestos a lo que está sucediendo casi cuatro décadas después.