
El jueves 20 de noviembre de 1980 en el gimnasio La Tortuga de Talcahuano, en la penúltima jornada del Mundial que se jugaba en Chile, Argentina lucía su mejor desempeño para golear a España por 7-1. De esta manera, se extendía hasta la última fecha la incógnita de quien se llevaba la corona de campeón. Porque con ese resultado, la Albiceleste completaba 9 puntos, quedando a uno de los hispanos que si hubieran vencido en ese lance recuperaban el título máximo tras su último logro en 1976.
Pero la alegría argentina pasó a drama por la severa lesión de Mario Agüero, tras resbalarse ante la marca de Sergio Centell lo que derivó en que el alero trasandino, con el envión, se le dio vuelta el brazo izquierdo al chocar con la baranda posterior de la pista. Esa imagen fue impactante para quienes la vieron por televisión.
Intentando superar esa incidencia, al día siguiente Argentina venció a Estados Unidos por 4-1 por lo que si España no hacía lo propio con Chile en el último partido del Mundial los sudamericanos eran bicampeones, porque contaban con una mejor diferencia de goles en caso de igualdad de puntaje.
Sin embargo, los ibéricos superaron 1-0 a los chilenos con anotación de Jordi Vila-Puig tras lo cual levantaron la copa… en medio del enojo del público presente en La Tortuga que a los españoles le lanzó proyectiles al término del cotejo porque tras aquel gol los hispanos especularon con el resultado, no apurando el despliegue y refugiándose en su sector. Esa actitud derivó en cambios en el reglamento pero ésa es otra historia.
