
Lo que se vislumbraba hace rato, lamentablemente se concretó con lo sucedido este miércoles en el partido final de los play offs semifinales entre Sporting y Porto -en el que ganaron los albiazules por penales, clasificando a la final-, por la competencia portuguesa.
Un grupo de supuestos aficionados de Sporting emboscó al automóvil en el que se trasladaban cinco seguidores de los Dragones Azules, lanzándole fuegos artificiales. Aunque el vehículo se incendió, sus ocupantes lograron salir a tiempo determinándosele sólo heridas leves.
Tras lo sucedido, el Sporting de Lisboa declaró, a través de un comunicado público, que “no apoya este comportamiento, que atenta contra los valores del Club y falta al respeto al espíritu deportivo. Quien elija la violencia como forma de expresión no representa al Sporting CP. La pasión por el Club nunca puede utilizarse como escudo para la violencia”.
Por su parte, el Porto anunció que “se ha puesto en contacto con la Autoridad de Prevención y Combate a la Violencia en el Deporte (APCVD) y la Federación Portuguesa de Patinaje (FPP) y hará todo lo posible para que este caso no quede impune sin un castigo severo y ejemplar para los criminales implicados”.
Medidas. De esta manera, el fenómeno de la violencia que se pensaba ajeno al hockey sobre patines se está haciendo patente no sólo en Portugal, sino que también en otros países.
La futbolización de la actividad con la copia barata de los malamente célebres barras bravas, con personajes que creen que apoyar a un equipo implica imponerse al rival al precio que sea incluyendo también insultos de grueso calibre, conllevará estos actos como lo sucedido en Portugal. Ojo, no sólo a través de estos hechos en calle, sino que también a través de redes sociales o plataformas de streaming donde basta imponer un “discurso” para que el resto adhiera -por decirlo de algún modo coloquial, “termear” el ambiente-
Quienes salgan afectados no sólo serán aficionados que tienen como panorama asistir de buena manera a la cancha para presenciar un buen espectáculo, porque si esto sigue en escalada también serán vulnerables los árbitros y los propios hockistas. Queda en manos de la dirigencia, local e internacional, tomar cartas en el asunto para extirpar esta patología.
Tengo una duda, en que quedó lo que pasó en el GOM con los aficionados de San Jorge.