La irrupción del portugués Tiago Sanches en las filas del HC San Jorge en el Torneo Rodolfo Posca, campeonato de ribetes amistosos que finaliza esta semana, obliga al siempre sano y constructivo ejercicio de la revisión histórica para escudriñar qué otros exponentes del Océano Atlántico han llegado hasta este lado del mundo para aportar a los patines y las chuecas criollas.
El disco duro de la historia deportiva muestra que el primer europeo que data en la historia de nuestro hockey es el italiano Rafael Casali, quien fuera jugador de hockey tanto de patines como de hielo y que arribó por acá en 1949, por motivos comerciales. Sus contactos con la colonia residente lo acercaron al club Audax Italiano, propiciando que formara su rama hockística y fomentando la evolución de la actividad pasando de jugar con el disco de madera a la pelota de caucho en aquella temporada.
Un año después fue el turno del español Elías Reyes, contratado por el club Universidad Católica para aportar al desarrollo del que era considerado el deporte con mejor potencial. Influenciado por la Escuela Portuguesa –con especial acento en el correcto patinaje-, Reyes jugó y dirigió a la UC, para después, en 1959, emigrar hacia el sur y fortalecer al naciente hockey del club Huachipato. Su legado lo heredaron nombres como Camilo Parra, Roberto Vargas Bolland, Miguel Tordecilla, Antonio Luna y Hugo González, entre muchos.
Tanto Casali como Reyes conforman el tronco del árbol de los técnicos que fueron surgiendo en la escena local, a partir de la segunda mitad del pasado siglo.
Un par de décadas después, y con un estilo más pragmático al momento de enfocar cada partido, despuntó otro DT hispano, Cosme Soberón, quien llevó a León Prado a su primer título de Liga de Honor en 1970. Mismo año en que tuvo a su cargo a la Selección Nacional en el Mundial disputado en el Parque de Mayo –hoy, Aldo Cantoni- cuyo punto máximo fue el triunfo 4-2 sobre los argentinos.
Siempre bajo el alero del colegio sanmiguelino, y también de nacionalidad española, César de la Arena, hermano de la Congregación Marianista y con cursos de hockey en su país natal, aportó también a la disciplina estableciendo los lineamientos para lo que fue la Escuela de Hockey del IMLP. También fortaleció a los nacientes clubes Academia, Estudiantil y San Miguel con deportistas nacidos de dicha Escuelita, conformando de paso la Asociación San Miguel. Al emigrar de nuestro país, en 1974 para dirigirse a Bolivia, el testimonio del Chico de la Arena fue heredado por un compatriota suyo, José Lara.
Debieron transcurrir cuatro décadas para que otro exponente del Viejo Mundo apareciera por nuestras canchas. El turno fue, en 2014, del técnico portugués José Querido al tomar la cabina del Patín Vilanova. Con su abanico táctico, el Profe estuvo en dos períodos en el elenco granjero (2014-2015 y 2018-2020). Su derrotero alcanzó el cenit guiando a Las Marcianitas en la consecución del tercer puesto en los WRG de Barcelona.
Por esa misma época, para arbitrar en las jornadas triples de los viernes en el GOM de la Liga de Honor, el cuerpo referil incluyó al hispano David Coll, de profesión constructor civil y que estuvo un par de años por estos sectores.
Siempre en el escenario del Patín Vilanova, a finales de la década pasada pasó a formar parte de su plantel adulto el hockista, también español, Alex Pascual. Y este año llegó, para asumir su cabina técnica con su bitácora de estrategias, el también ibérico Tomás de Llano.
Pocos nombres pero mucho aporte entre todos. Algunos más, algunos menos pero aporte al fin y al cabo para propiciar el desarrollo del hockey sobre patines nacional.
