Fiel a su estilo, Osvaldo Rodríguez continuó su preparación para el retorno a la Serie A. Las prácticas del plantel se iniciaron inmediatamente después del título en Macao, aprovechando las instalaciones del Estadio Nacional.
Siempre con la base que tenía a su cargo, el estratego fue delineando el plantel tras algunos amistosos en canchas locales que culminan con una victoria ante Brasil en el Gimnasio Olímpico de San Miguel. Tras eso, dio a conocer la nómina de los diez, descartando al portero Julio Inostroza más Patricio González, Ricardo Schmidt y Claudio Ponce.
Con el objetivo de quedar entre los seis mejores del certamen, el representativo se trasladó hasta la ciudad catalana de Reus. Ahí los jugadores se apuraron en acostumbrarse a la cancha de parquet, superficie poco usada en nuestra escena.
La idea era que los hockistas “se acostumbren a la velocidad de la cancha” decía Rodríguez ya que “en Chile estas canchas son ásperas, tiene polvo. Aquí son espejos y la pelota corre más veloz”.
Se tenía fe en los argumentos que presentaba el conjunto. Sin embargo, tras caer en el debut ante Argentina -“un rival insalvable” publicó la prensa-, con Angola se perdió 3-2 tras ir ganando 2-0 al término del primer tiempo. Faltando dos minutos para el final los africanos anotaron la cifra definitiva en un cotejo que fue descrito como “una farra” para los chilenos.
Detalle que se repitió dos días después ante Mozambique, donde la Roja estaba 3-1 arriba. Pero terminó abajo 4-3. Se dijo que a los dirigidos de Rodríguez les “faltó clase”.
Condenado al cuadrangular de Promoción, el equipo chileno recibió una interesante noticia. La FIRS había decidido que a partir del Mundial programado para 2001 que los participantes en la Serie A serían 16 y no doce como se estilaba hasta esos momentos. Así, en Reus no habría descenso.
Por ende, la temida Liguilla de Promoción pasó a ser una suerte de Torneo de Consuelo donde Chile comenzó a lucir un mejor cariz, subiendo su nivel en cada pleito alcanzando su máxima expresión en la victoria sobre Estados Unidos.
“La falta de experiencia internacional y el ritmo de juego en los primeros partidos conspiraron contra la opción chilena” se escribió, especificando las razones del disímil rendimiento nacional que lo mostró, en la tabla final, en la posición número 9.
En su análisis, Osvaldo Rodríguez especificó que “lo que quedará en la estadística es que terminamos novenos. Estamos dentro de los top ten y eso es lo que prometí. Todo lo demás que se diga es verso” agregando que “si en Chile un deporte profesional como el fútbol se celebrar el lugar 16 en un Mundial (nota del autor: Se refería a la campaña de Chile en el Mundial de fútbol de Francia 98) no veo por qué no podemos festejar el noveno en el hockey-patín”. A ciencia cierta, no dejaba de tener razón.