En la previa ya se sabía que la excursión en la cita fijada en la ciudad española de Vigo conllevaba un enorme grado de dificultad. Porque el hecho de estar emparejado en un mismo grupo con Argentina y Portugal reducía las opciones de clasificar entre los ocho primeros.
Aun así, el recién designado técnico Mauricio Llera reforzó al plantel mundialista con nuevos valores que habían formado en el representativo que el año anterior anotó el tercer puesto en la Copa América disputada en Buenos Aires. Referentes de ese cuadro fueron Gonzalo Andrade, Jorge Salgado, Nicolás Fernández, Bastián Osorio y el portero Mathias Escudero.
Con esos antecedentes, la Roja debutó con los trasandinos en un pleito donde “tuvimos la opción de complicarle la vida a Argentina e incluso ganar el partido” señalaba Llera. Al día siguiente, tras la caída ante los lusitanos, el estratego reflexionó que “hicimos un gran partido pero nos faltó experiencia”.
Quedó todo para la ronda de consuelo, donde el equipo se impuso en los tres pleitos firmando un más que honorable noveno puesto.