Al Borde de la Baranda: ¿Y El Homenaje del León Prado para Retana, Cuándo?

Nuestro editor, en su rol de ex alumno y ex hockista del IMLP, realiza un público llamado a las autoridades del establecimiento marianista y a los directivos del club de hockey para que se reconozca al iniciador de los patines y chuecas en Gran Avenida 3696.

¿Y EL HOMENAJE DEL LEÓN PRADO PARA RETANA, CUÁNDO?

Cipriano Fernández de Retana, el Padre del hockey leonpradino.
Cipriano Fernández de Retana, el Padre del hockey leonpradino.

Este miércoles tuve la oportunidad de contactarme con Armando Bahamondes, el popular Mandi, ex compañero en el León Prado Rojo. Entre tanto tema que alcanzamos a tratar, vía telefónica, me contó que Cipriano Fernández de Retana, el ex hermano marianista quien es el Padre del Hockey-Patín en el Instituto Miguel león Prado, está gravemente enfermo.

Ya el año pasado, en esta misma tribuna, propuse que se le hiciera un homenaje a este profesor que llegó desde España y que, motivado por fomentar la recreación y deporte entre sus alumnos, inició la historia hockística  en el establecimiento leonpradino.

Específicamente, en la respectiva columna propuse que la cancha -levantada donde se ubicaba el llamado Sector de la Quinta, que lucía una plantación de olivos- lleve el nombre del “profe Retana”. “Sería un gran y justo homenaje para quien tuvo la visión de fomentar este deporte entre los alumnos del colegio” escribí en aquella ocasión. Además, el IMLP este año celebra su octogésimo aniversario por lo que un homenaje en vida sería acorde a la coyuntura.

Para quienes no saben quién es Cipriano Fernández de Retana, les cuento que es vasco de nacimiento y que sólo tenía 26 años cuando arribó al país en febrero de 1949, con el primer grupo de marianistas que se hizo cargo del IMLP. En sus aulas, el Hermano Retana impartió los ramos de Matemáticas, Física y Educación Física. Exigente y riguroso en sus clases, era el primer entusiasta en las actividades fuera del salón.

arcangel_miguelPor ahí supo, en 1954, que un grupo de sus estudiantes de Tercero de Humanidades se reunía a golpear una pequeña pelota con un stick improvisado, calzando viejos patines Winchester –aquellos que se unían al zapato con un par de correas-, en un patio de cemento de la plaza Placer, en el barrio Franklin. Aquellos mozalbetes –que no sabían que se estaban ungiendo como verdaderos próceres- se llamaban Egidio Bonfanti, Enrique Escobar, Ramón Formaz, Arnoldo Bravo, Alfredo Godoy, Eugenio Rillón y Emilio Santis. Un octavo compañero de ese curso – que le gustaba todo lo que tenía que ver con herramientas, pernos y alambres-, de nombre Gustavo Cerda, se autodenominó como el mecánico del equipo.

Con esos argumentos, el hermano Cipriano se comprometió con esa pandilla e intercedió por ellos ante el rector del colegio, el padre Cayo Ruiz de Gamboa. El director también se contagió con el empeño de los hockistas –tal vez, era seguidor de este deporte en su natal España- y autorizó que la disciplina de los patines fuera incluida como actividad en la malla del establecimiento.

Con la guía de Retana, los nóveles deportistas se apoderaron de la cancha de básquetbol –cuya orientación era de norte a sur- que tenía como superficie un perfecto destacamento de baldosas, ubicado al lado del muro que separaba al llamado primer patio de la casona que rodeaba el ingreso principal del colegio. Por ende, rodeaban el rectángulo con listones de madera para que la pequeña pelota no saliera de los márgenes reglamentarios.

Postal de 1956. El hermano Retana acompañando a los nóveles hockistas del León Prado en uno de sus primeros triunfos.
Postal de 1956. El hermano Retana acompañando a los nóveles hockistas del León Prado en uno de sus primeros triunfos.

Además, el director Ruiz de Gamboa estableció una condición para los practicantes del novedoso deporte: que la camiseta del naciente club fuera similar a la de la Selección Nacional Española, vale decir de color rojo.

Eso fue, someramente, el comienzo de la historia con Cipriano Fernández de Retana con protagonismo mayúsculo. En un tránsito lógico, sin la visión de este maestro no se habría redactado la inmensa historia que incluye nombres que alimentaron el vivero del hockey chileno como Sandro Pifferi, Gastón y Gonzalo Madariaga,  Jorge Andreu, Antonio Guilá, Osvaldo Cordero, Eduardo Riveros, Fidel Isasi, Emilio Ibáñez, Pedro Eraña, Álvaro Carbonell, Jorge Sinsay, Sandro Botto, Miguel González, Ricardo Correa, Jorge Pizarro, Miguel Lorca, José Antonio Oñate, Gonzalo Campos, Claudio Hidalgo, Mauricio Schmidt y tantos más que engrosan la enciclopedia leonpradina. También, los que aportaron a la actividad desde fuera de la cancha como César de la Arena, José Lara, Camilo Parra, Francisco Sabotier, Gabriel Santos y Eugenio Cortínez, entre otros.

Porque, y sin ánimo de autorreferencia, vale la pena preguntarse: ¿Qué sería del hockey chileno sin el aporte del IMLP? ¿Y qué sería del IMLP sin el hockey? Estas disyuntivas se evitaron responder gracias a la labor de Fernández de Retana.

Por tanto, es el momento para que el Instituto Miguel León Prado recuerde a uno de los suyos y reverdezca su historia. Y fíjese que un gesto así no cuesta nada…

Atentamente,

Jorge Rodríguez C.

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