Hockey Táctico (IV): Escuelas de Juego

El Equipo Maravilla del Sporting Lisboa, campeón europeo en 1977, que se conformó al calzar de forma perfecta las habilidades individuales de Ramalhete, Rendeiro, Sobrinho, Chana y Livramento.

En un deporte grupal como el hockey, dependiendo de la disposición del quinteto en el campo de juego para afrontar cada partido en el embaldosado -considerando los aspectos técnico-táctico y psicológico (reflejado en la motivación, ánimo), tanto a nivel de conjunto como el individual – se habla de Modelo de Juego o Escuela de Juego.

En el específico caso de los patines y chuecas, una de las primeras expresiones al respecto se dio al definir el estilo de cada una de las potencias de la disciplina. Así se comenzó a hablar de la Escuela Española, que es sinónimo de aplicación táctica en todos los detalles del juego; la Escuela Portuguesa, identificada con el perfecto patinaje y dominio de stick que tienen los lusitanos, base absoluta de todas sus propuestas de juego; y la Escuela Italiana, que es sinónimo de la aplicación de estrategias defensivas con fuerte acento en la marca, primero con la Zona y hoy con el hombre-hombre.

En terrenos más cercanos, en la vecina Argentina se pueden señalar tres estilos de juego. La principal, la Escuela Sanjuanina, se caracteriza por la habilidad individual de cada uno de sus jugadores matizado por la espontaneidad e improvisación que aplican para resolver situaciones en la cancha, sobre todo en el área rival. Esos argumentos los hacen muy apetecibles en las competencias europeas, porque con esos avales rompen los férreos moldes tácticos que se aplican por allá. En el Viejo Mundo todo ese abanico de juego crece superlativamente al adicionar el hockista sanjuanino la disciplina táctica característica en esos lados.

La Escuela Mendocina, por su parte, es más juego de conjunto, de privilegiar el trabajo colectivo con una mezcla de influencia portuguesa (habilidad y patinaje) y española (táctica). El mejor ejemplo lo encarna, hasta hoy, el club Murialdo que con un plantel bien engranado por el técnico Néstor Perea, prácticamente, ha ganado todo en el último lustro.

Se completa el cuadro, al otro lado de la cordillera, con la Escuela Porteña en Buenos Aires. Siendo la tercera potencia del hockey trasandino, en aquella provincia se aprecia una mezcla de chispazos de la improvisación sanjuanina con un dejo táctico mendocino para fortalecer un estilo propio.

UVT de San Juan, campeón intercontinental en 1985. Dirigido por Miguel Gómez, el plantel granate se impuso al Barcelona gracias al talento innato del hockista de aquella provincia más el aporte de los refuerzos llegados desde Europa, como Mario Agüero, que fortaleció el aspecto táctico del conjunto.

Clasificación de Sénica. Ahora bien, desde una perspectiva más formal el técnico portugués Luis Sénica, basado en los postulados del estratega catalán Josep Llorente, identificó tres Escuelas, aunque él prefirió denominarlas como Modelos de Juego. A saber, Sistema Libre, Sistema Semilibre y Sistema Rígido.

El Sistema Libre –o Escuela Libre– es, en simples palabras, ausencia de orientación táctica de parte de la cabina técnica otorgando libre albedrío a los jugadores en el campo basándose en su background deportivo. Bien podría definirse este estilo como libertad de improvisación. La labor del entrenador sólo se circunscribe al trabajo de la semana en el entrenamiento, favoreciendo la creatividad de sus jugadores. Creatividad que sorprenderá al rival que no sabrá con qué se topará. Sin embargo, los bemoles de esta Escuela pasan en el desorden en el cual puede caer el equipo al no contar con un orden preestablecido, además de estar latente el peligro de que las individualidades se impongan por sobre el trabajo grupal.

La Escuela Semilibre se rige por las instrucciones que entrega el técnico dependiendo de situaciones específicas en el partido, como por ejemplo acción defensiva o ejecución de tiros libres en salida desde campo propio, considerando también la decisión del jugador en aplicar o no dichas instrucciones. Entre lo positivo, fomenta la decisión del hockista para tal o cual evento durante un cotejo- Pero se necesita a la vez tener internalizado la coordinación entre todos los componentes del equipo para saber reaccionar ante tal o cual determinación, sobre todo en cuanto a comunicación entre el que ejecuta y sus compañeros.

Finalmente, el Sistema Rígido o Escuela Rígida es de total control del entrenador, quien no deja detalle al azar, mecanizando todos los movimientos de sus jugadores para afrontar situaciones defensivas y ofensivas durante el transcurso del partido. Esto otorga la ventaja de saber el cómo, cuándo y dónde, conociendo además las falencias del rival de turno. Sin embargo, al no haber improvisación no hay creatividad; y sus movimientos pueden llegar a ser predecibles para el antagonista, facilitándole a éste último su accionar en la contra.

Unión Española dominó al hockey chileno entre 1976 y 1978, con un planteamiento base de un defensa habilidoso que dominaba la zona media de la cancha (Eduardo Riveros), un centro tajinador (Osvaldo Cordero) y dos letales atacantes (Sandro Pifferi y Manuel Llorens).

Escuela Chilena. En lo que se refiere a nuestra escena, no es aventurado señalar que desde sus comienzos en 1935 en Valparaíso, el hockey-patín chileno se ha adherido a una suerte de Escuela Táctica por la influencia que tuvo desde el básquetbol al importar algunas estrategias del deporte de los cestos. Es más, antes de viajar a Europa en 1954 para debutar en los Mundiales en las canchas nacionales ya se aplicaba la Zona para marcar, ordenando a los jugadores de campo en dos líneas de dos jugadores para cerrar espacios y tomar sus marcajes. O sea, sin quererlo, formaban el Cuadrado… que los europeos recién conocieron en 1953 por obra y gracia de los italianos.

Claro que, tras el Mundial de 1962 realizado en el gimnasio Nataniel y en donde Chile ocupó el octavo opuesto, el periodismo especializado sugirió que –atendiendo la técnica de los hockistas nacionales- se asumiera una mixtura entre lo mostrado por Portugal –“elasticidad de movimientos en el manejo de la chueca, patinar hacia atrás, por entre los patines, estado físico para agacharse y sin tocar al rival”– y por Italia –“movimientos bruscos, fríos en su accionar”– para adecuarse al desarrollo que estaba teniendo la actividad a nivel internacional.

El caso es que a partir de esos momentos, la disciplina se caracterizó en nuestra escena con el Dogma del Último Hombre, donde –con el equipo marcando en zona- el defensa llegaba sólo hasta mitad de cancha, apoyando al Centro o Medio que, con su habilidad, buscaba la asistencia para los dos atacantes, uno de los cuales quedaba En Punta al meterse en el Cuadrado rival mientras que el otro era un Media Punta, al transitar por la periferia para buscar meter el centro o la jugada personal.

Fue ésa la Escuela Chilena hasta 1989, cuando el DT argentino Santos Álvarez comenzó a aplicar en la Selección Nacional el llamado Hockey Total, o sea “todos atacan, todos defienden” quedando las posiciones de Defensa, Medio y Aleros sólo como nominales. La aplicación de estrategias y el pressing, a partir de 1994 con los aportes de UMCE y León Prado, comenzó a completar la actualización hockística en nuestro país.

El Barcelona de principios de los 80, dirigido por Josep Llorente, es considerado el que inició el Hockey Total, al alinear en el quinteto titular a cuatro jugadores que eran delanteros pero que cumplieron, también, labores defensivas.

Escuela Global. Hoy, la evolución del hockey-patín permite aventurar el dominio mayoritario en el orbe –incluyendo a nuestro país, siempre positivamente permeable a las novedades tácticas- de una suerte de Escuela Global, que toma aspectos de las variadas expresiones de este deporte para conformar una propuesta táctica universal.

Porque, en cuanto a defensa, se basa todo en el marcaje hombre-hombre, característico en las competencias al otro lado del Atlántico, con la alternativa del pressing constante de los españoles.

En lo que se refiere a la ofensiva, se apela desde la aplicación de jugadas preconcebidas, como lo hacen los hispanos; pasando por la adición de habilidad y patinaje, como los portugueses; o finalizar con un toque de improvisación –salida de libreto- como los italianos y los sudamericanos.

Las variaciones entre un club y otro, entre una Selección Nacional y otra pasan por la nombrada habilidad individual de los jugadores en cancha más la comunión con sus compañeros de equipo, la variedad de estrategias para enredar la propuesta antagonista y, sobre todo, por el aspecto físico cuya relevancia comenzó a hacerse notar a principios de la década de los 80’s.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *