Anecdotario del Hockey Chileno (2): La Culpa Fue del Pelotazo de Osvaldo Rodríguez…

Jorge Andreu y Osvaldo Rodríguez compartieron en la Selección Nacional campeona sudamericana en 1979 y en el cuarto puesto en el Mundial del año siguiente.

Por ahí se dice que un pequeño suceso, una pequeña casualidad, puede cambiar el rumbo de una persona. Si no, que lo reafirme quien fuera arquero de León Prado, Unión Española, Universidad Católica y de la Selección Nacional, Jorge Andreu. Todo por responsabilidad de un pelotazo que recibió en 1977. Esa simple jugada le cambió la vida al guardavallas.

Sucedió que a fines de octubre de aquel año se disputó en el gimnasio La Tortuga de Talcahuano una nueva edición del Nacional adulto, donde en la final se enfrentaron Viña del Mar y Universidad Católica. La victoria fue del equipo de la Ciudad Jardín por 4-2.

En el pórtico de la Asociación cruzada el titular era Andreu, pero un recio disparo de un mozalbete de sólo 15 años llamado Osvaldo Rodríguez, el que intentó detener con su mano derecha, lo lesionó retornando a Santiago luciendo un yeso en su extremidad.

Por obviedad, y en el reinicio del Torneo Metropolitano, Jorge Andreu quedó fuera de la citación de Unión Española, su club, para el pleito que debían jugar ante Thomas Bata en Peñaflor, el fin de semana siguiente. Sin embargo, el portero de todas maneras se trasladó hasta la localidad para apoyar a sus compañeros y, sobre todo, a su colega de puesto Antonio Guilá.

El detalle es que, faltando poco para el inicio del partido, el arquero juvenil citado por los hispanos no llegó. Ante eso, y para evitar perder por walk over por no contar con el cancerbero reserva, Jorge Andreu se sacó el yeso de la mano y se calzó patines y perneras para completar la banca.

Pues bien, en medio del disputado pleito, detrás de la portería de Unión Española había dos señoritas que apoyaban ruidosamente a los batinos y reclamaban todo en contra de los visitantes. Andreu, fiel a su carácter fuerte, se enfrascó en un asomo de discusión con ambas chiquillas. El tema es que al portero le llamó la atención una de ellas… que resultó ser la sobrina de Iván Campos, figura de Bata en la década de los 60’s. Es más, tras el partido entablaron una breve charla donde el deportista le pidió el número telefónico. Pero ella, quien también tenía su carácter y cuyo nombre era Myrza, se lo negó. De esta manera, le bajó el dedo al aprendiz de galán.

¿Sería todo? No, porque parece que todo estaba predestinado ya que días después Jorge Andreu asistió al Estadio Chile –hoy Estadio Víctor Jara- para presenciar los partidos del Sudamericano de Naciones. Grande fue su sorpresa cuando desde su ubicación en la tribuna, el arquero vio que en la galería… ¡estaba Myrza! Haciendo gestos con las manos, logró que ella se percatara de su presencia y que bajara hasta ese sector.

Cuento corto, tras los saludos de rigor y después de un diálogo básico con preguntas del tipo “¿Y cómo has estado?” o “¿qué haces aquí?”, Jorge Andreu se ofreció para ir a dejarla a Peñaflor en su auto… bajo excusa de que tenía que ir a dejar hasta allá a Arturo Salvatierra, quien formaba parte de la Roja que estaba jugando ese Sudamericano.

Tras una nueva visita hasta los lares peñaflorinos en la noche de Navidad de aquel año –y entre medio, algunas llamadas telefónicas-, Jorge y Myrza nunca más se separaron. De hecho, están prontos a cumplir 41 años de matrimonio, cuyos frutos son dos hijas –María José y Daniela, ambas campeonas de patinaje artístico en sus años infantiles- y un varón –Javier, destacado economista radicado en Estados Unidos- más seis nietos donde la mayor, Josefina, heredó la pasión de su abuelo por el hockey alineando hoy por Sagu.

Y todo eso gracias al pelotazo de Osvaldo Rodríguez que lesionó a Jorge Andreu. Porque si eso no hubiera sucedido, el guardavallas habría sido titular en el cotejo ante Bata y no se habría percatado de las señoritas que gritaban tras el arco. Lo que es la vida… ¿no?

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