Pocos saben que el popular Toño, portero titular de la Selección Chilena en la década de los 80, llegó por casualidad al patinaje. “Yo jugaba fútbol en las divisiones inferiores de Universidad de Chile, era centrodelantero. Entrenábamos en Recoleta, y al lado del campo estaba la cancha de hockey donde jugaban mis hermanos Cristián y Ricardo. Un día faltó un integrante de su equipo y me invitaron. Dije ‘vamos’ y cuando llegué el camarín adivine quién faltaba”.
-No me diga que el portero…
-Sí, así fue la historia. Me pasaron la equipación y ahí comenzó todo. Yo tenía 13 años.
Así inicia José Antonio Espinoza esta conversación, repasando su carrera que incluye seis Mundiales (1980, 1982, 1984, 1988, 1989 y 1991) y una medalla de oro en los Juegos Odesur de Rosario 1982, entre otros puntos destacados de su derrotero sobre los patines.
-¿Y cómo se decidió por el hockey en desmedro del fútbol?
-Fue Enrique Nicolás (nota: técnico campeón con Bata en 1952 y 1953, además de dirigir a la Selección Chilena en el Mundial de 1954) quien me aconsejó que en el hockey podría llegar más arriba, destacar más.
Espinoza luce en su currículum, también, el haber sido el titular en el pórtico de Manuel de Salas, que dominó la escena nacional entre 1982 y 1985 junto a otros ilustres como Arturo Salvatierra, Mauricio Dinningham, Rodrigo Muñoz y Osvaldo Rodríguez.
“En ese equipo estábamos convencidos que queríamos ganarles a todos, aquí en Chile y en el extranjero. Y que los que vinieran de afuera a jugar contra nosotros no la tuvieran fácil”, rememora destacando que esa mentalidad los llevó, junto a sus compañeros, a ocupar el tercer puesto en el Mundialito de Clubes disputado en Sertaozinho en el verano de 1983, escoltando a los linajudos Barcelona de España y Porto de Portugal.
Espinoza no duda en recalcar que su referente en el puesto fue el hispano Carlos Trullols. “Él era mi ídolo. Pero después del empate 2-2 que tuvimos con España en el Mundial de 1982 le perdí un poco el respeto. Imagínate, frente a frente con él yo lo miraba y pensaba ‘le hicimos dos goles’”.
En su etapa como hockista activo, Toño Espinoza impuso un estilo al no conformarse sólo con moverse entre los márgenes de la portería. “Yo era como el colombiano (René) Higuita, en el sentido que salía de mi zona para cortar algún ataque. Era porque me gustaba participar activamente del juego”.
Todo ese acervo sobre el embaldosado le permitió el salto a la Liga italiana, donde alineó entre 1987 y 1992 defendiendo, entre otros elencos, al Giovinazzo y Vercelli.
Antes de eso, comenzó una carrera paralela como técnico tomando a su cargo los equipos infantiles del Manuel de Salas. También, en el colegio Rafael Sanhueza de Recoleta -donde él estudió- en cuyo grupo que dirigió tuvo, en sus inicios, a Rodrigo Quintanilla, actual jefe técnico de las selecciones nacionales.
-El técnico que lo marcó…
-Roberto Vargas, en Universidad de Chile. Él era muy estudioso, analista del juego. Me señalaba mis virtudes y defectos con números en la mano. Por ejemplo, explicaba ‘te dispararon tres veces desde la izquierda, cinco por el centro y otras tres por la derecha’. Era muy detallista.
-¿Y alguna anécdota qué se pueda contar?
-A mí me gustan mucho los postres, hasta hoy. Estábamos en el Mundial de Barcelos, en el 82, y por ahí en un partido me comí un gol. Pues bien, en la noche tras la cena en el hotel era normal que pasara el carrito con todos los dulces. Y yo, como siempre, saqué uno. Justo en ese momento, el doctor Juan de Dios Godoy dijo muy serio ‘¡el Toño está comiendo muchos postres, así que no come más durante el Mundial!’