Al Borde de la Baranda: ¿Formar o Golear?

Nuestro editor toma como base el reclamo, con evidentes razones, del técnico de los equipos menores de León Prado tras un partido con Colonial, para retomar un viejo debate sobre el sentar, injustificadamente, superioridad sobre el rival anotándole la mayor cantidad de goles posible.

¿FORMAR O GOLEAR?

¿Cuál es el afán, en las series menores, la de golear al rival con más de 20 tantos de diferencia? ¿Mostrar al mundo que el triunfador es una institución poderosa, de respeto? ¿Recalcar las diferencias técnicas que hay con el antagonista de turno? ¿Ungirse como un ganador de pequeñas batallas?

El tema quedó planteado tras el reclamo, con justa razón, del técnico de León Prado, Mathias Escudero, tras la caída de su equipo por 27-1 ante Colonial de Pirque. “Lamentable la irresponsabilidad de generar goleadas por sobre los 20 goles, creo que es un daño tremendo a nuestro deporte… El ganar así no te hace más fuerte, al contrario destruye y humilla”, expresó el también portero a través de las redes sociales.

Esta situación es tan antigua como el hilo negro. De hecho, en 1983 tras las diferencias existentes entre los 20 equipos que dieron forma al torneo de Segunda Infantil –con un abusador 43-0 de León Prado Rojo a Palestino, utilizándose dos planillas de juego para anotar los goles- más los 24 que constituyeron la Primera Infantil –donde, por ejemplo, se registró un 33-1 del León Prado Azul A sobre León Prado Rojo B- se determinó la creación de las categorías Cuarta y Tercera Infantil, con franjas de edad más acotadas para descartar esas diferencias.

Pero, a pesar de esas medidas, ese afán de aplastar al rival no desaparece. Por un lado, es responsabilidad del cuerpo técnico el calmar esos embates de sus pequeños dirigidos. Darles a entender que el mejor jugador no es el que anota más goles, sino que el que hace jugar a sus compañeros y respeta a su contrario. Alguna vez un entrenador me dijo “¿Sabes por qué Livramento fue elegido el mejor del mundo varias veces? Porque le daba pases a sus compañeros, porque tenía sentido de equipo. ¿Y tú sabes por qué lo admiraron? Porque siempre respetaba al rival”. Es imperativo en la formación de nuestros futuros hockistas, además de inculcarles ese sentido de equipo, ese otro aspecto, muy importante, EL RESPETO AL RIVAL.

Pero, además de lo que los niños aprenden en cada entrenamiento o partido, es considerable lo que reciben en su familia. Porque es muy diferente un papá que apoya a su hijo con gritos como “¡Vamos hijo!” o “¡Buena hijo!” que aquel padre que se cree entrenador –exponentes que se multiplican en cada generación y que creen que saben más que el profe– y, poco menos, le ordena a su heredero hacer goles y goles porque debe ser el mejor. Con ese panorama, ¿a quién le hace caso el niño, a su progenitor o al técnico?

Son factores a considerar y responsabilidades compartidas, porque de lo contrario ¿qué ganas le van a quedar a ese niño si ve que quien lo vence se ríe en su cara? Es verdad, siempre habrá tipos mejores que otros. Es una regla universal. Pero a eso hay que agregar lo que se mencionó más arriba, EL RESPETO AL RIVAL

Porque también, ¿qué ganas le van a quedar a esos padres que ven que a su hijo le pasan por encima? Pensarán, de seguro, abandonar el hockey y dedicarse a otra actividad que no incurra mucho gasto.

Todo se trata de un círculo virtuoso. Círculo que, lamentablemente, muchas veces muta a círculo vicioso. Porque se confunde golear con formar. Y el gran perjudicado es el hockey.

Con respeto

Jorge Rodríguez C.

PD: Si usted no sabe quién fue Livramento, googléelo o busque sus videos en YouTube. Porque todos los días se puede aprender algo nuevo…

 

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