Lecciones Que Dejaron los Panamericanos Master y de Clubes

La cita master en Estados Unidos convocó a diez equipos de cinco países, faltando sólo los representativos de Argentina. En la foto, el pleito entre United Florida y Universidad de Chile.

Los últimos días fueron de plena actividad en el hockey continental, gracias a la disputa de la Americas Cup, en categoría Master, en la ciudad estadounidense de Stuart; y de la segunda versión del Panamericano de Clubes en la vecina San Juan.

Patines y Chuecas + Patín TV tuvieron el privilegio de ser testigos directos del desarrollo de ambos certámenes, siendo receptores de información de primera fuente que pueden servir positivamente para el devenir de ambos certámenes.

Comenzar especificando que el torneo master disputado en Estados Unidos forma parte del llamado Circuito de las Américas, que desde hace dos años integra los campeonatos oficiales que disputan los mayores de 40 años de edad en las tres Américas. En tanto, la cita sanjuanina estaba integrada al calendario que World Skate America determinó el año pasado, donde en años impares se realiza este campeonato; y en los pares se procede a los Sudamericanos de Clubes y a los Panamericanos de Naciones.

Con todo ese marco enunciado, se puede señalar algunas diferencias que pueden servir de aporte para lo que serán las futuras realizaciones de estos encuentros deportivos.

Países asistentes. Si se toma en su totalidad el significado del sustantivo “Panamericano”, el disputado en Stuart puede vanagloriarse como tal al contar con equipos de Estados Unidos –cuatro teams-, Chile –dos clubes-, Colombia –también con un par de representantes- más un elenco de México y otro de Brasil. Los equipos argentinos no pudieron viajar afectados por las fluctuaciones económicas que dominan a su país desde hace algunos meses.

Por su parte, en San Juan fueron mayoría los equipos locales, mientras que el hockey chileno aportó con cinco clubes con cuatro equipos femeninos y cuatro masculinos. Se completó el cuadro con un quinteto colombiano, en varones, y un uruguayo, en damas. Claramente, una desproporción para completar la cuota de 12 participantes en cada categoría. Esto se debió, en parte, al poco tiempo que hubo entre la confirmación y la realización del certamen: sólo 45 días, conspirando esto con una mejor asistencia de equipos.

Plazos. Derivado de las últimas líneas del anterior párrafo, los cubes masters sabían con casi un año de antelación que en este octubre la cita sería en Estados Unidos. Eso les dio tiempo para evaluar la posibilidad de participar o no, sabiendo si iban a contar –entre otros ítems- con los debidos ingresos económicos. Y ya saben que en 2020 las citas serán, en mayo, en México –en la isla de Cozumel, Cancún-, y en noviembre, en Argentina –en San Juan, donde ya tienen contactados, incluso, a algunos equipos europeos-.

En el caso del Panamericano de San Juan, tal como ya se expuso, sólo se contó con 45 días para que los clubes preparan el viaje. Esto conspiró con mayor participación, porque el hockey brasileño desistió de participar con sus representantes debido a que no podían prepararse en tan breve lapso.

En el caso de los chilenos, tuvieron que organizar bingos y completadas para recaudar fondos y poder asistir. Esto de los bingos y completadas no puede ser, ¡no puede ser! porque los clubes deberían haber sido respaldados, en algún porcentaje, o por la Federación o por el Ministerio del Deporte ya que las y los deportistas estaban representando al país.

Por último, las sedes y fechas para la agenda del 2020, tanto para el Sudamericano de Clubes como para el Panamericano de Naciones, aún no se confirma.

Conformación de los grupos. Un gran detalle, del cual nuestros representativos hicieron sus observaciones, era cómo en un grupo de Primera Fase se ubicó a dos chilenos con dos argentinos fuertes. Y en otro, a un equipo trasandino con uno débil –en el caso de las damas, con el equipo uruguayo-. Todo esto, determinado de antemano por los numerales que cada equipo tenía antes del chuecazo inicial –“Chile 1”, “Chile 2”, “Argentina 1”, etc.- y que derivaron en que los grupos estaban armados de antemano por la organización en función de dichos numerales, faltándose sólo conocer el nombre de cada club asignado a dicho indicativo.

En el caso de los Masters, generalmente se realiza el sorteo de los grupos de Primera Ronda en la reunión de coordinación previa al inicio de cada torneo dividiéndose a los equipos participantes en Bombos en función de poderío, para aspirar al máximo de equilibrio en la Primera Fase. Ahora bien, y hay que mencionarlo, en algunos casos se han producido atisbos de polémica por la forma en que se determinan los cabezas de serie pero es parte del argot de cada cita de los mayores. En la cita en Stuart se buscó al balance apelando al pragmatismo, ubicando en cada serie a dos teams locales, uno chileno y uno colombiano, repartiendo a los brasileños y mexicanos en cada grupo.

Uno de los aspectos positivos que dejó el Panamericano en San Juan fue el hecho que el hockey femenino se está fortaleciendo en las competencias internacionales de clubes. En la imagen, el duelo entre León Prado y Atlético Unión.

Las parejas de Cuartos de Final. También hubo en San Juan observaciones hacia la conformación de las parejas de Cuartos de Final. A ciencia cierta, las llaves –tanto en femenino como en masculino- estaban determinadas de la siguiente manera: 1° Grupo A vs. Mejor tercero, 1° Grupo C vs. 2° Grupo B, 1° Grupo B vs. Segundo mejor tercero y 2° Grupo A vs. 2° Grupo C. O sea, se apeló al mecanismo de que se enfrentaran equipos de otras series evitando la repetición de partidos de la Primera Fase hasta la final.

Lo anterior, debido a que eran doce participantes. Si hubieran sido 16, como se esperaba inicialmente, los emparejamientos eran más que lógicos: 1° A vs. 2° B, 1° C vs. 2° D, 2° A vs. 1° B y 2° C vs, 1° D.

Una fórmula que podría aplicarse es la que se utilizó en el Mundial Femenino de Iquique, hace tres años. Vale decir, ordenar a los tres ganadores de grupo de mejor a peor, asignándoles los índices 1, 2 y 3. Después, a los tres segundos, también de mejor a peor, dándoles respectivamente los numerales 4, 5 y 6. Finalmente, los dos mejores terceros con el 7 y 8. De esta manera, se conforman las parejas de Cuartos de Final de la siguiente forma: 1 vs. 8, 4 vs. 5, 3 vs. 6 y 2 vs. 7. Esta nomenclatura es muy utilizada en las competencias estadounidenses, como la NBA o la MLB, para apelar a la justicia deportiva conforme al rendimiento obtenido en las fases de clasificación.

Arbitrajes. Tema muy espinilludo. Los equipos chilenos se sintieron perjudicados por algunos referís trasandinos que tuvieron a su cargo sus pleitos. Como el caso del representativo masculino de Estudiantil San Miguel, el que fue afectado por los cobros de jueces argentinos, sobre todo, en su pleito de Cuartos de Final ante Ciudad de Buenos Aires. Porque no puede ser que en un partido, por ejemplo, entre un quinteto trasandino y uno chileno los dos árbitros sean argentinos cuando la lógica indica que debe ser uno de cada nacionalidad.

Aquí la responsabilidad es de World Skate de garantizar el máximo de ecuanimidad en la designación de referís. Pero también, es responsabilidad del CNA, el organismo rector de los árbitros chilenos, de lucir lo mejor de sus arbitrajes para que el organismo continental pueda contar con un abanico amplio para realizar las designaciones.

En Estados Unidos, paralelamente, se pudo contar con cuatro jueces de primer orden: el colombiano Oscar Cardona, el chileno Luis Reyes más los españoles Iván González y Oscar Valverde, este último considerado el mejor juez del momento. La variedad de nacionalidades permitió variedad de criterios al momento de las nominaciones, entregando garantías a todos los equipos participantes.

A modo de conclusión, lo esbozado en esta crónica apunta a la mejora de las futuras citas continentales que significará, a la vez, un aporte al crecimiento de la actividad en nuestro continente.

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