Almanaque del Hockey-Patín Chileno (31): Torneos Nacionales (1960-1969)

(Investigación y texto: Jorge Rodríguez Cáceres) La aparición de nuevas fuerzas, representadas en los títulos de Universidad Técnica del Estado y Universidad Católica, además del debut de nuevos focos hockísticos como Las Condes y Huachipato de Talcahuano, marcaron la tónica de los Nacionales en la década de los 60.

También, lo sucedido en 1966 cuando se apeló a la descentralización intentando llevar la competencia a todos los sectores donde había práctica hockística, bajo el formato de Copa Chile. Interesante propuesta que, por desgracia, la falta de financiamiento conspiró en contra de una continuidad de la misma.

Santiago, campeón 1963. Arriba. De izq a der: Juan Sánchez, Roberto Vargas, Alfonso Erazo, Eugenio Silva, Jaime Gutiérrez y Eduardo Huerta. Abajo: Gastón Madariaga y Carlos Padruno.

El apoyo de la Ilustre Municipalidad de la Ciudad Jardín, más la asistencia del personal del Regimiento Coraceros en las reparaciones del rectángulo de la Casa Bilao, ubicada en la calle Libertad, le permitió a Viña del Mar recibir el Campeonato Nacional de la serie de Honor por tercera vez en su historia en octubre de 1960.

El representativo de Santiago llegaba a esa cita con el aval del predominio que lucía desde 1951, además de contar con el retorno de los hermanos Finalteri, ausentes en la edición anterior. Los referentes de Audax –Alfonso y Mario Finalteri más Jorge Cordero- colocaban la experiencia en el equipo junto a Oscar Ahumada; en una mixtura con los nuevos bríos que lucían Eduardo Huerta, Roberto Vargas, Jaime Gutiérrez y Antonio Luna.

La UTE debutó en el hockey nacional en 1962.

El seleccionado local –el que podía amagar la opción capitalina- mostraba aún el liderato de Osvaldo Rodríguez y Luis Oro, respaldados por Michel Massú y Hugo Valdivia.

Tal como se anticipó en los comentarios previos los clásicos rivales llegaron a la fecha final en igualdad de puntaje, pero el oficio y pragmatismo de los capitalinos les permitió sumar su séptima corona al hilo. Su derrotero fueron victorias sobre la UC, U. de Chile (4-0), Concepción (6-3) y Viña del Mar (6-4).

El podio, para sorpresa de algunos, se completó con Universidad de Chile que dio cuenta de Universidad Católica con un apretado 5-4 en la tercera jornada. Resultado que, a la postre, estableció el orden de los lugares secundarios.

El quinteto de Concepción decepcionó, tras la brillante campaña mostrada el año anterior cuando fue el anfitrión del certamen.

Roberto Vargas y Alfonso Finalteri, referentes de Audax reforzando a U. de Chile en la Copa Chile 1966.

Tres años transcurrieron para que el Torneo Nacional volviera a disputarse. Con el atenuante de que se trataría del de mayor extensión en su realización. Porque comenzó el fin de semana del 5 y 6 de octubre, para terminar –inicialmente- entre el viernes 11 y domingo 13. Sin embargo, la definición entre Santiago y Universidad Técnica se tuvo que realizar el sábado 19 de 1963.

Además, no todos los partidos se disputaron en la cancha del Instituto Miguel León Prado, porque el cotejo entre Huachipato y Concepción se llevó a cabo el domingo 6 en la región del Bío Bío, antes de que ambos elencos se trasladaran a la capital. Y entre medio, la lluvia también se hizo presente, lo que retardaba el desarrollo de los partidos, sobre todo en la última jornada.

En la última fecha, a Santiago le bastaba el empate. Sin embargo, fue casi sorpresivo el contundente 10-2 que les endosó el elenco universitario, obligando a una definición en la semana siguiente.

Fue en la crucial instancia donde el representativo capitalino lució su oficio. Porque la UTE “no pudo anular a los pilares del campeón, como lo había hecho antes. La mayor experiencia de los santiaguinos se hizo sentir, no dejando a su rival que tomara la iniciativa”.

Se destacó de Santiago a su portero Juan Sánchez, a Roberto Vargas y a la dupla de atacantes compuesta por Jaime Gutiérrez y Eugenio Silva. Sin embargo, la evaluación específica fue lapidaria al acentuarse en “el aspecto figuras y calidad de juego. Salvo Huachipato y Concepción, que aportaron varios elementos jóvenes, los demás equipos formaron con jugadores de larga trayectoria hockística. Los partidos se caracterizaron más por su intensidad que por su calidad. En resumen, fue un torneo regular” se escribió.

La campaña de los capitalinos anotó triunfos sobre Viña del Mar (7-3), U. Católica (5-4), Concepción (6-1), Huachipato (5-0) y U. de Chile (4-1) más la mencionada derrota ante la Universidad Técnica. En la definición con los de la Casa de Artes y Oficio, Santiago se impuso 3-1.

Thomas Bata, en su rol como Asociación Santiago, campeón de la Copa Chile 1966 con sus plana estelar integrada por Juan Sánchez, Juan Vera, Alfonso Erazo, Carlos y Luis Soto, Hugo Valdivia, Iván Campos y Sergio Rodríguez.

La versión 1966 de los Nacionales fue una loable, y a la vez, arriesgada iniciativa por parte de la Federación Chilena de Hockey y Patinaje. Porque bajo el nombre de Copa Chile, se apostó a la disputa -en formato de Liga con partidos ida y vuelta- de partidos en cada cancha para fortalecer la difusión de la disciplina más allá de la capital.

Lamentablemente, las falencias económicas, cuando comenzaba la segunda rueda, obligaron al término anticipado declarando al representativo de Santiago como primer, y a la postre único, campeón del nóvel campeonato.

Antes del inicio, y para permitir que el máximo de figuras jugara para elevar el nivel de la competencia, la Federación autorizó que el representativo de la Asociación Universidad de Chile fuera reforzado por los jugadores de Audax Italiano. Una suerte de préstamo de la Asociación Santiago a su par universitaria. De esta manera, se daba la situación –por ejemplo- que los hermanos Finalteri una semana vestían la camiseta azul, en la Copa, y a la siguiente la enseña verde audina, en la competencia capitalina.

De esta manera, Santiago fue conformado, íntegramente, por los jugadores de Thomas Bata. Vale decir, y bajo la dirección técnica de Luis Soto padre, los porteros Juan Sánchez y Juan Vera más Alfonso Erazo, Carlos y Luis Soto, Hugo Valdivia, Iván Campos y Sergio Rodríguez.

Universidad de Chile contó con los audinos Jorge Cordero, Carlos de la Puente, Eduardo Gamboa, Alfonso Finalteri, Roberto Vargas, Dagoberto y Rodolfo Silva, Omar O’ Ryan y Luis Martínez.

En el resto de los planteles cabe nombrar, en UTE, a los goleros Sergio Moreira y Luis Mora más Oscar Ahumada, Jorge Ibáñez, Manuel Llorens, Antonio Luna, Wilfredo Parra y Eduardo Taylor.

Viña del Mar presentó a jóvenes valores como Jaime Cabello, Michel Massú, Claudio Verdugo, Idelfonso Reid, Carlos Araya y Ramón Tobar. Todos liderados por el ilustre Miguel Tordecilla.

Las Condes alineó con Ernesto Wiever, Fernando Castro, Gerardo Echeverría, Humberto Fuenzalida, Fernando Zapata y Eugenio Silva

Universidad Católica tuvo al guardavallas José Naranjo más Leoncio Medina, Pedro González, Luis Vásquez, Pedro Quintero, Luis Mac Namara y Carlos Valdivia.

En Huachipato destacaron Luis Moraga, Tristán Tapia, Eddie Lagos, Eduardo Rivera y Luis Iturra.

Finalmente, en Concepción lucieron Juan Cifuentes, Carlos Abril, Claudio Hurtado, Luis Olivares y Alfonso Obregón.

Santiago construyó su nueva corona gracias al derrotero de victorias que anotó sobre Concepción (10-2), en el gimnasio Lord Cochrane penquista; ante Huachipato (2-0), en Las Higueras; el 10-1 a Universidad Católica, 2-1 sobre la UTE, 10-2 a Las Condes y 3-1 a Universidad de Chile, en Peñaflor; el 8-3 a Viña del Mar, en el Coliseo de 14 Norte.

Del torneo Nacional disputado en Viña del Mar, en septiembre de 1967, se comentó que dejó “muchas enseñanzas con respecto a la preparación y seriedad con que deben encararse estos eventos”. Se hacía notar, nuevamente, la diferencia entre los equipos que miraban la actividad como competencia en desmedro de aquellos que sólo lo tomaban como algo recreativo. Esta diferencia de conceptos, sobre todo en lo que respecta a la organización de torneos, tendría en el año venidero un punto de inflexión.

Se destacó que fue un octogonal “para el aficionado fue grato, debido a que los partidos siempre fueron reñidos”. Esto marcó la diferencia entre los que disputaron el título y los que completaron el cuadro de participantes. Pero también se elogió “el aporte de nuevas figuras” con un interesante nivel técnico además de “lo que constituye una innovación la integración de la fuerza y la velocidad como aspectos casi esenciales” en cada quinteto.

Del campeón, Universidad Técnica, se destacó que era “un equipo compacto que viene jugando hace muchos años junto, con hockistas hábiles que le dan buen trato a la pelota y al patín”, además de “sin llegar a ser malintencionado mantuvo un juego recio y contundente” liderado por Oscar Ahumada quien “con su veteranía supo controlar a voluntad el juego de los adversarios”. También, que fue “un cuadro con mayor aplicación y ambiciones. Coordinación en todas sus líneas y recursos suficientes para resolver pleitos que aparentemente se presentaron difíciles (…) No sólo contó con el mejor arquero del certamen, Sergio Moreira, sino que con una defensa sólida y firme, y un ataque demoledor con Antonio Luna y Manuel Llorens”.

En el equipo de Santiago, si bien se elogió que “se decidió la dirección técnica por entregar la oportunidad a la nueva hornada” en sus presentaciones “predominó la individualidad y descoordinación. Obtuvo el vicecampeonato por la capacidad técnica individual de sus integrantes” agregando importantes ausencias –Juan Sánchez y Luis Soto- pero “manteniendo un rendimiento eficiente con Carlos Soto, Sandro Pifferi, Alfonso Erazo y Gonzalo Madariaga” más el portero Atilio Menichetti.

A Huachipato se le definió como un conjunto “disciplinado y de buena técnica” que exhibió “mucho amor propio, buena técnica y velocidad” a pesar de no haber considerado a Maximiliano Moraga “uno de los puntales del equipo que sólo fue incluido en el último encuentro” más la baja de su revelación Edio González, quien se lesionó en el cotejo con la UTE. Pero se le destacó el desempeño que tuvieron Eduardo Rivera y Luis Iturra en el derrotero anotado en la Ciudad Jardín.

En líneas generales, se elogió la organización del certamen calificada como “acertada”. Sin embargo, “faltó un poco de propaganda por la prensa, radio y TV porque nunca se vio la cancha del Coliseo con un lleno completo y que por la importancia de este campeonato era de esperarse”.

El camino invicto de los capitalinos hacia lo alto del podio se empoderó con triunfos sobre U. de Chile (6-2), Las Condes (15-1), U. Católica (7-2), UTE (5-1), Concepción (9-4), Viña del Mar (2-0) y Huachipato (7-1).

U. Católica campeón nacional 1969. Arriba, de izq a der: Mario Spadaro (DT), Claudio Lazo, Sandro Pifferi, Wilfredo Parra y Jorge Ibáñez. Abajo: Hugo Valdivia, Juan Vera, Guillermo Pantoja y Wilfredo Bendeck.

Manteniendo la rutina, el equipo de la Asociación Santiago sumó su decimoquinta estrella nacional a sus pendones en la cita realizada en octubre de 1968. Y tal como en 1945 y 1959, el escenario de la conquista fue la ciudad de Concepción.

En los márgenes del Bío Bío el representativo capitalino fue definido como “el equipo de mayor juego de conjunto”.  El plantel, con base en Thomas Bata, fue compuesto por los porteros Juan Sánchez y Raúl Rojas, más los jugadores de campo Alfonso Erazo, Sergio Rodríguez, Carlos y Luis Soto, Iván Campos, Gonzalo Madariaga y Dagoberto Silva.

Ahora bien, en la previa del campeonato –y como manera de impedir que el roce de los partidos degenerara en violencia, tal como se había criticado en algunos pleitos del torneo Metropolitano- el árbitro Carlos Castillo avisó a los equipos participantes que con sus colegas referís “no permitiremos agresiones ni mala intención. Por muy importante que sea ganar, lo primero es el hockey”. El caso es que no hubo registro de juego violento en el gimnasio Lord Cochrane, donde hubo equilibrio en todos los participantes salvo con Viña del Mar que “tuvo varios puntos débiles en su alineación”.

A la “técnica excelente” mostrada por el cuadro campeón, se destacó la labor mostrada por Universidad Católica que, tras iniciar su concentración el día 7 de octubre en Santa Rosa de Las Condes antes de viajar al sur y por sobre todos los pronósticos, se adjudicó el subcampeonato. Pieza fundamental del desempeño cruzado fue Sandro Pifferi, quien puso la “habilidad y experiencia” matizada con su “chispa hockística”. El elenco de la cruz azul desbancó a Universidad Técnica que tuvo “varios tropiezos” en su desempeño en el torneo, siendo nombres rescatables Oscar Ahumada y Jorge Ibáñez.

Hubo especial observación hacia lo realizado por los dos equipos sureños. Porque mientras de Huachipato se expuso que dio la sensación que se estancó en su juego, de Concepción se apuntó que perdió porque no contó con porteros a la altura de las circunstancias. Sin embargo, se rescató del representativo penquista el desempeño de Tomás Isaacson quien “a pesar del naufragio en que cayó su equipo, no se desconcentró”.

El derrotero triunfal santiaguino anotó victorias sobre Universidad Católica (4-2), Viña del Mar (12-2), UTE (4-3), Huachipato (6-4) y Concepción (7-2).

Uniforme de la UC en su título de 1969, que distó mucho de la clásica camiseta cruzada.

En el último Nacional de la década, el título de Universidad Católica en la cancha del León Prado fue la victoria de la táctica correcta en la instancia definitoria. Porque la UC se adjudicó su primer título nacional, gracias a su disciplina táctica y constante movimiento –guiada por el DT Mario Spadaro- que mostraron sobre el embaldosado sanmiguelino.

Mientras defendían en Cuadrado, cuando atacaban los cruzados salían siempre con tres jugadores –generalmente, Jorge Ibáñez era quien se quedaba en retaguardia mientras Sandro Pifferi buscaba a Hugo Valdivia y Wilfredo Parra, quienes no tenían posiciones fijas en el frente de ataque buscando el desmarque-.

Toda esa elasticidad les permitió acceder a la última instancia, enfrentando a rivales de fuste como Huachipato y Viña del Mar. Y en la final, su rotación contrastó con el 2-2 estático que exhibió Santiago que tenía como aval su ofensiva conformada por los hermanos Soto –entre Luis y Carlos anotaron 25 goles, más de la mitad del total que registró el representativo capitalino en el certamen-.

Dato destacable fue la inclusión en el equipo universitario del incombustible Wilfredo Bendeck, quien sumaba su nuevo título nacional a su exitoso currículum deportivo.

La campaña cruzada fue la siguiente: en Primera Fase, venció a UTE (8-1) y U. de Chile (10-0), igualando con Huachipato (2-2). En Semifinales, victoria sobre Viña del Mar (2-0). Y en la final, el mencionado triunfo sobre Santiago (2-1).

Próxima entrega: martes 7 de julio, Torneos Nacionales (1970-1979)

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