En cierta ocasión le consulté a Vanessa Jamett, hoy arquera de León Prado, si su papá siempre andaba luciendo su particular sentido del humor, no importando el tiempo o el espacio. Ella resumió su respuesta con un contundente “24-7”, reflejando lo que era Alejandro Jamett, el popular Turco, en esta existencia.
Una persona que, más allá de sus empeños personales por colaborar, aportó a la escena hockística con su forma de ser lúdica. Es que había que estar preparado ante él, porque de la nada salía con una talla que rompía el esquema a su entorno. Un humor simpáticamente agudo.
Con esa forma de ser respaldó a la actividad, sobre todo a Estudiantil San Miguel que era donde jugaba su hija y en donde encontró a sus mejores amigos. En especial, Manuel Olave, quien era su amigo-hermano. Yuntas-yuntas, de esos que están juntos en las buenas y, por sobre todas las cosas, en las malas. Una complicidad que reforzó aquel lugar común que señala “juntos son dinamita”.
En lo personal, siempre recordaré que cada vez que nos topamos en las canchas me saludó con alguna de sus espontáneas ocurrencias, encabezado todo con un “hooooola poh, Patines y Chuecas”. Pero también tuvimos charlas interesantes como cuando recordaste los momentos en que acompañaste a Sebastián a sus partidos o, en un ámbito más serio, sobre qué se debía hacer para levantar a nuestro hockey.
Pero me quedo con su faceta simpática. ¿Cómo olvidar cuándo en la cancha de Forestal el año pasado, luego que ESM recién había recibido la copa de campeón en el Torneo de Viña, me dijiste muy en tu estilo “por fin nos sacamos la mufa”, en referencia a las finales que el equipo había perdido en épocas anteriores en ese mismo escenario? ¿O también, cuando estábamos en la cena del matrimonio de Katherine Quezada, me decías “pa’ callao” tus particulares comentarios sobre tal o cual invitado ante lo cual yo no podía contener mi risa?
Simplemente, con tu presencia Turco había garantía de sonrisas y carcajadas. Por eso todo esto ha sido muy sorpresivo. Para todos. Nadie lo esperaba. Demasiado fulminante.
Quiero pensar que en las dimensiones superiores necesitaban de tu humor para aliviarle la labor a los ángeles. Qué ironia, porque mientras allá arriba deben estar riendo con tu llegada, en este otro lado abundan las emociones por tu partida.
Te vamos a echar de menos Turco. Echar de menos que siempre en la cancha de Estudiantil, cuando pasabas por la tribuna nos hacías un guiño a Rodrigo Matta y a mí. Echar de menos que siempre saludabas, insisto, con alguna talla para aliviar el escenario.
De lo que estoy seguro es que a esta hora ya le debes haber sacado alguna sonrisa a más de algún árcangel o santo en las dimensiones superiores. Y tal vez, hasta al mismísimo Dios. Qué duda cabe.
Te vamos a extrañar Turquito.
Un abrazo al Cielo
Jorge Rodríguez C.