El Triunfo Histórico

El saludo protocolar de capitanes previo al triunfo histórico. Frente a frente, Mario Andino y Arturo Salvatierra. Observa el juez brasileño Paulo Alberto.

El empate ante los locales empoderó a la Selección Chilena de cara a su segundo pleito en el Sudamericano, al día siguiente, ante Argentina que había llegado hasta Santos ostentando su título mundial, obtenido el año anterior, y la medalla de oro en los Panamericanos.

Era, sin lugar a cuestionamientos, el gran favorito para llevarse el cetro continental. A pesar de las bajas que tuvo que lamentar el técnico Santos Álvarez –no contó con Mario Agüero, Carlos Coria, Mario Rubio y Ricardo Trivisono, mientras que Raúl Martinazzo se había retirado-, mantenía la base que había levantado el trofeo supremo el año anterior. A saber, los arqueros Julio César Briones y Carlos Peña más Mario Jorge Andino, Ángel Maldonado y su máximo astro, Daniel Martinazzo. Además, el estratego había refrescado el plantel con dos juveniles que habían obtenido el campeonato sudamericano de la categoría seis meses antes en el Parque O’ Higgins: José Martinazzo y Daniel Cocinero.

¿Algo más? La fría estadística mostraba que Chile no le ganaba a Argentina desde 1970 cuando lo había superado por 4-2 en el Parque de Mayo (hoy Aldo Cantoni) durante el Mundial realizado en San Juan.

Para pero de los chilenos, ante los trasandinos nuevamente hubo hostilidad de la torcida presente en el gimnasio del club Internacional de Regatas. A lo que se agregó la parcialidad que mostró en su arbitraje el juez local Paulo Alberto. En resumen, un escenario que podía transformarse en el peor de todos… o el ideal para protagonizar un relato épico.

El instante posterior al histórico gol. Celebran Eduardo Tapia (izquierda) y Francisco Miranda, en severo contraste con los defensas argentinos.

La gesta. Fue un pleito apretado, en el que Chile mostró calidad de juego, personalidad y garra para establecer sus condiciones.  Esperó en su zona con el Cuadrado reducido, enfriando el trámite, ya que la obligación era del rival que se la jugó con marcación hombre a hombre. Pero el afán de Argentina por abrir pronto el tanteador dejó en segundo lugar la labor de marcajes para buscar los resquicios dejando espacios en su retaguardia.

Ante ese panorama, fue fundamental el manejo de los tiempos de Eduardo Tapia, muy bien respaldado por Arturo Salvatierra “limpiando la casa” cuando se acercaba algún trasandino. Y cuando lo lograban, Jaime Cabello respondió cuidando su cabaña. Mientras que arriba, la constante movilidad de Osvaldo Rodríguez y Francisco Miranda desarticuló todas las estrategias defensivas rivales, que pasaban de marcación zonal a mixta constantemente sin lograr tomarle el pulso a los chilenos.

Todo reflejado en un marcador sin goles. Hasta que, faltando cinco minutos para el final, se produjo la secuencia histórica. Eduardo Tapia saliendo en velocidad enhebró una jugada con pelota dominada, vio a su izquierda a Francisco Miranda. El nacido en Huachipato abrió hacia Pancho, quien detuvo la pelota, avanzó un poco y obturó un fiero remate cruzado al segundo palo del portero Julio César Briones. Instantes después, sólo se escuchaban los gritos de celebración de los pocos chilenos que había en la cancha y en las tribunas.

“Los argentinos llegaron agrandados y pensaron que nos goleaban. Se olvidaron que en el Mundial (de San Juan 1978) perdimos con ellos 3-1. Estoy seguro que ahora nos miran con respeto y eso es un orgullo para el hockey-patín chileno”, señalaba Francisco Miranda días después.

Mario Spadaro, a su vez, analizaba. “El técnico argentino Santos Álvarez estaba totalmente fuera de sí. Realizaba cambios a cada segundo para impedir nuestra continuidad. Marcaba a presión, después ordenada zona mixta. En una palabra, todo lo que gestó le fracasó y la respuesta está en lo que entregaron nuestros muchachos”.

Chile quedaba con 3 puntos –en esos días el ganador sumaba 2 unidades, no 3 como hoy- mientras Brasil quedaba con 1 y Argentina, sin unidades. Todo dependía de lo que sucedería el 17 de noviembre, en el duelo entre ambos gigantes del Atlántico. Si ganaban los trasandinos o había empate, Chile era el campeón. Los locales, para quedarse con el cetro, necesitaban vencer por dos goles de diferencia.

Lo anecdótico fue que, una vez que el silencio dominó el recinto del Internacional de Regatas, los chilenos se encontraron con la desagradable sorpresa que el bus que los debía trasladar hasta el hotel nunca llegó. Así que tuvieron que dividirse en taxis para retornar a su lugar de concentración y tener una íntima celebración.

CHILE 1-0 ARGENTINA

Chile: Jaime Cabello; Arturo Salvatierra, Eduardo Tapia; Osvaldo Rodríguez y Francisco Miranda –cinco inicial- Sandro Pifferi, René Muñoz y Jorge Andreu.

Argentina: Julio César Briones; Andino, José Martinazzo; Daniel Martinazzo y Daniel Cocinero –cinco inicial- Ángel Maldonado y Guillermo Franco.

Gol: segundo tiempo: Francisco Miranda (Chi)

Cancha: Club Internacional de Regatas, Santos

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