En la previa del inicio de los certámenes estivales en nuestra capital y en el litoral central, y con una impronta ochentera, en esta ocasión sacaremos de los estantes de la memoria del hockey-patín chileno uno de los certámenes clásicos que fue sinónimo de verano sobre patines: el Torneo Internacional de Laja. Certamen que era fijo en la agenda deportiva en los últimos días de cada mes de enero o en los inicios de febrero. Una cita que, con once ediciones realizadas, se transformó en un clásico de los patines y la chueca.
Génesis. La idea de organizar un certamen hockístico en la comuna de la provincia del Bíobio surgió, en 1978, en un grupo de deportistas nacidos en Huachipato, liderados por Octavio Ríos, y dirigentes como Pedro Muga que laboraban en la empresa forestal local.
Tras los debidos contactos ante autoridades locales y potenciales auspiciadores, la primera edición quedó fijada para disputarse en el Fortín Facela entre el 1 y 4 de febrero de 1979.
Para la ocasión, se invitó a los elencos de San Javier, Administración Huachipato, Thomas Bata, Stadio Italiano y Ciclón de Viña del Mar. El recién formado Papelera Laja contó con refuerzos de alto tonelaje, como los seleccionados nacionales Eduardo Tapia, quien recién había pasado de UTE a Universidad Católica, y Eduardo Cleveland, que ya era referente de Aviación.
Nombres propios. Los años siguientes los equipos participantes llegaron hasta la localidad forestal con lo mejor de sus planteles, agregando refuerzos que no desentonaban. De esta manera, en el rectángulo lajino se apreció a René Muñoz, Jorge Widoycovich y Osvaldo Rodríguez, por León Prado; Humberto Mazarelli y Cristian Herrera, por Stadio Italiano; Jaime Cabello, Francisco Miranda y Evaristo Mena, por Thomas Bata; José Antonio Espinoza, Eduardo Tapia y Rodrigo Bendeck, por Universidad Católica.
El traslado hasta el sur era, generalmente, por ferrocarril lo que posibilitaba que durante el trayecto sucedieran algunos desopilantes episodios, como que algún despistado hockista se bajara en una estación intermedia para comprar algún vituperio y debía alcanzar a la carrera abordar el tren, otra vez.
O ya en la misma Laja, donde no faltó el deportista afuerino que llamara la atención de las chiquillas de la localidad protagonizando algún asomo de “amor de verano” sobre patines. Anécdotas al respecto hay varias, algunas de las cuales se han expuesto en esta tribuna de una manera simpática, a tono de lo que era esa verdadera fiesta de principios de año.
Además, en cada jornada había presentaciones de patinaje artístico lo que le terminaba de formalizar el sello que caracterizó a este certamen.
Pero también hubo una que otra polémica. Como lo sucedido en la final de 1982, en que la Selección Nacional, que se preparaba para el Mundial de Barcelos, derrotó por la cuenta mínima a Papelera Laja. Tan insípida fue la presentación de la Roja, que la prensa local publicó al respecto que “la deslucida actuación del representativo nacional obligó a la silbatina del público, originándose una lluvia de proyectiles que fueron lanzados a los jugadores (…) Las 2 mil 700 personas y asistentes a la noche de clausura al Fortín Facela se sintieron defraudados por la actuación del seleccionado chileno de hockey, quien se dio el lujo de desacreditar este hermoso deporte que ha producido bastante en nuestro país”.
Todos estos ingredientes llevaron a calificar el Torneo Internacional de Laja como “la capital del hockey chileno en verano”. Es más, en 1987 en medio de la inauguración de la edición de aquel año, que contó con la competencia del equipo mendocino YPF, el cónsul argentino Delfor Abel Furios comentó sobre Laja que “siempre he sostenido que esta ciudad es el imperio del hockey”.
Sin embargo, con el despuntar de la década de los 90 el Torneo Internacional de Laja pasó a engrosar los archivos de la historia deportiva de nuestro país. De esta manera, se transformó en un clásico.
Minucias. Tras sus once ediciones realizadas, el Torneo Internacional de Laja dejó como legado algunos datos dignos de ser rescatados de los archivos del tiempo. Estas minucias son las siguientes:
* En total, fueron 27 los equipos los que participaron en esta cita veraniega. De ellos, Papelera Laja fue el único que intervino en todas las versiones realizadas.
* No sólo chilenos llegaron hasta los márgenes del Bíobio. Del otro lado de la cordillera jugaron en el Fortín Facela los quintetos de YPF (1981, 1982, 1983, 1984 y 1987), GEBA de Buenos Aires (1985), Concepción de San Juan (1988), Andes Talleres (1988) y Giol Mendoza (1987 y 1989).
* Los elencos nacionales que viajaron a jugar a la Octava Región fueron San Javier, Thomas Bata, Administración Huachipato, Stadio Italiano, Ciclón, Universidad Católica, León Prado, Universidad de Chile, Obras Huachipato, Selección Chilena, Ferroviarios, Usach, Lamiplanch, Huachipato, Universidad de Concepción, Camuvi, Audax Italiano, Universidad del Bíobio, Cobresal, Petrox-UBB y Red Star.
* Salvo en las ediciones de 1982, 1984, 1985 y 1989 en que se jugó en formato de cuadrangular, el Torneo Internacional de Laja siempre se disputó con el sistema de hexagonal.
* La versión de 1983 fue la única que se jugó en la categoría juvenil. El resto siempre fue en la serie Adulta.
Buen recuerdo, jugué en dos oportunidades ese campeonato, una reforzando a Cobresal, invitación que me hizo Pato Cleveland y la siguiente jugando por Laja, la atención era de lujo para los deportistas, anecdotas, una en que en la escuela que alojabamos los equipos se armo una guerra de proyectiles entre los equipos, chilebos con los argentinos, pero en buena onda, los argentinos se quejaban que no los dejabamos dornir la ciesta, jajaj estivo buena la guerra hasta que salió un freno de un patín volando como proyectil y así, si uno sigue revordando, surgirian más anecdotas
Grande Cristian.
Muy buena reflexión.
Un gran abrazo para ti y familia.
Cristian Aranda F
Lo del tren era un clasico. Paraba a veces en medio de la nada y dale…… a bajarse del carro. Empezaba a andar y vamos corriendo a subirse al carro . Hubo uno de Stadio que no voy a nombrar que a duras penas alcanzó la manilla y se subio “in extremis”. Hermosos recuerdos de un hockey de esos tiempos. Ni comparados con el actual Saludos a tantos conocidos