Año de formación de la rama: 1947
Apodos: Hispanos, Los de Colonia
Palmarés: Campeón de Segunda División 1976, Campeón División de Honor 1977 y Campeón Torneo Internacional de Santos 1977.
Temporadas en competencias federadas: 9, entre 1948-1953 y 1976-1978
Referentes históricos: Vicente Lorenzo, Hugo Lacrampette, Ruffo Sánchez, Raúl del Castillo, Hugo del Castillo, Guillermo Piñeiro, Jorge Andreu, Eduardo Riveros, Osvaldo Cordero, Sandro Pifferi, Francisco Miranda, Manuel Llorens, René Muñoz y Mauricio Sabotier.
(Investigación y redacción: Jorge Rodríguez-Cáceres)

Uniones. El derrotero de 123 años en la escena deportiva unge a Unión Española como uno de los clubes señeros de nuestro país. Sus orígenes se remontan al 7 de noviembre de 1897 cuando un grupo de españoles residentes, como una forma de aglutinar las expresiones recreativas de los miembros de la colonia, fundaron el Centro Español de Instrucción y Recreación. Paralelamente, algunos jóvenes de origen hispano, que formaban parte del Club Arturo Prat y que practicaban ciclismo, constituyeron el Club Ciclista Ibérico.

El 18 de octubre de 1918 se escindieron de esta última institución quienes preferían practicar foot ball y formaron el Ibérico Balompié. Cuatro años después, el Ibérico Balompié se unió al Centro Español para conformar a la Unión Deportiva Española. Y en 1934, la UDE se fusionó con el Cliclista Ibérico surgiendo Unión Española, propiamente tal.
En lo que respecta a las ramas deportivas, tal como se enunció, los primeros deportes que se practicaron bajo su alero fueron el fútbol y el ciclismo. Luego se unieron el básquetbol, para ser constante animador de la competencia de la Asociación Santiago, y la rama de tenis, que se había anotado en la Asociación de Lawn Tenis de Chile.
Esa naturaleza multideportiva de la tienda ibérica posibilitó la formación de la rama de hockey sobre patines en 1947, gracias al empeño del dirigente y entrenador Vicente Lorenzo quien consiguió el apoyo del presidente de la institución, Juan Legarreta. Por curiosa coincidencia, fue en el mismo año en que al otro lado del Atlántico, la Selección Nacional de la Madre Patria protagonizaba su debut internacional en el tercer Mundial de la disciplina con sede en Portugal.

Primera época. El ingreso de los patines y chuecas ibéricos a la competencia de la Asociación Santiago impactó de inmediato. Integrado su elenco por algunos exponentes que habían practicado o habían seguido el hockey en la península, pretendían extender esas experiencias vistiendo la camiseta roja con el águila negra como insignia.
Su preeminencia terminó por asentarse en el corto tiempo, ya que el 14 de abril de 1948 –y, nuevamente, por los afanes de Vicente Lorenzo- se inauguró la primera cancha oficial que tuvo el hockey nacional, ubicada en el codo norte del Estadio Santa Laura. A modo de sentencia, se escribió que “el hockey cuenta con una magnífica cancha cerrada en Santa Laura y ello ha significado un poderoso estímulo para sus actividades”. No fueron antojadizas aquellas palabras, ya que tras su entrada en escena, en el feudo de la plaza Chacabuco comenzaron a ser recurrentes las reuniones hockísticas dobles los jueves, en horario nocturno, más los sábado y domingo –comenzando de esta manera la mudanza desde el Desierto de Cemento frente al Palacio de La Moneda-. Síntoma claro que la disciplina estaba en ascenso, gracias al aporte del representativo de colonia.

En lo que concernía al equipo de la UE, definido por la prensa como “sólido y brioso”, a los primeros integrantes se unieron dos astros de la época, Hugo y Raúl del Castillo, llegados desde Colo Colo. Ellos se complementaron en ofensiva con Guillermo Pïñeiro y estaban bien respaldados en la retaguardia por Hugo Lacrampette.
Siempre disputando los lugares de privilegio, Unión Española fue uno de los protagonistas del cambio del disco de madera a la pelota de caucho en 1950, formando en el primer certamen oficial con el nuevo implemento. Más, se puso a la altura de las nuevas fuerzas hockísticas que habían surgido al amparo de aquella evolución deportiva; a saber, Ferrobadminton, Thomas Bata y Audax Italiano, con el que protagonizó el Clásico de las Colonias.
Eso se reflejó, sobre todo, en la primera rueda del torneo de 1951 donde el representativo hispano fue el exclusivo puntero –“su ubicación de líder no puede ser más justa” publicaba la prensa especializada-, gracias a un plantel de buen tonelaje liderado por Lacrampette –defensa eficaz y calmo, considerado el alma del quinteto- acompañado de los hermanos Del Castillo, Piñeiro y Ramón Méndez. De su portero Guillermo López, que había destacado en Enfield, se esperaba mucho más en su rendimiento debido a una curiosa observación en la que se indicó que “no ha podido reeditar sus grandes actuaciones, más que nada por el exceso de kilos que ostenta”.
Sin embargo, toda esa prestancia no se pudo extender en las siguientes temporadas ya que en 1953 el Club Unión Española disolvió su rama de hockey para reorganizarla “acorde a su prestigio”. Y aunque hubo un atisbo de resurrección al año siguiente –nuevamente, con Víctor Lorenzo como principal motor- con la participación de los equipos infantiles, juveniles y de Segunda División en la competencia santiaguina, el hockey de Unión quedó en el archivo a fines de aquel 1954.

Nueva etapa. Debieron pasar 21 años para que otra vez se apreciara en las canchas nacionales al equipo ibérico. Pero fue a costa de un severo bemol colateral que afectó, de forma directa, al club León Prado.
Porque tras el bicampeonato metropolitano 1974-1975 de los leonpradinos, por una serie de divergencias con la Asociación San Miguel el plantel de Honor marianista en pleno emigró al albergo de Unión Española.
Eran los días en que el club de colonia se hacía notar con su equipo de fútbol subcampeón de la Copa Libertadores y que había sumado en 1975 su cuarto título en Primera División, mientras que su rama de básquetbol era uno de los dominadores de la competencia de la Asociación Santiago.
Los contactos entre los dirigentes representantes del León Prado y los de Unión se posibilitaron gracias a las

diligencias realizadas por el plenipotenciario hispano José Gilli. Se agendó una reunión con el directorio encabezado por Abel Alonso en la sede del club en Carmen 110. Gonzalo Cortínez y Gabriel Santos –a esa altura, renunciados directivos leonpradinos- se presentaron y expusieron su propuesta al personero –que incluyó, sobre la marcha, un presupuesto de los implementos que se necesitaban como ruedas, chuecas y pelotas-. Abel Alonso no tardó más de media hora en aprobar lo que le habían presentado.
Al presentarse en su nueva casa, en el gimnasio de calle Carmen, los jugadores –siempre encabezados por su benemérito técnico Francisco Sabotier- encontraron que en el vestuario tenía cada uno su buzo de entrenamientos. Y que la sesión de ejercicios estaría a cargo del PF del equipo de baloncesto, Jorge Flores. Era una suerte de semiprofesionalismo que encantó al equipo.
Con todo su aval ganado en las últimas temporadas bajo el alero del club sanmiguelino, el ahora elenco de Unión Española aspiraba a integrar la Serie de Honor del Torneo Metropolitano. La opción se fundamentaba en que era ilógico que el mejor plantel hockístico del país no integrara la máxima categoría. Incluso, se llegó a plantear que el recién formado elenco quería utilizar el cupo de León Prado, ya que era el mismo representativo pero con otra denominación.
Los más rigurosos se ampararon en el artículo 132 de la Federación, que exponía que bastaba que un equipo tuviera dos jugadores de Primera División para formar parte de la Serie de Honor. Y Unión contaba con siete de esos elementos.
Pero el reglamento del Torneo Metropolitano establecía, en su tercer ítem, que cualquier quinteto nuevo que ingresaba a la competencia debía hacerlo en el estamento del Ascenso.
La definición tardó. Tanto, que el inicio del campeonato de 1976 se atrasó. Finalmente, se respetó el espíritu de la normativa del certamen pasando Unión Española a jugar en la segunda categoría. Burocracia que se tradujo en una faena donde el cuadro hispano goleó a cada uno de sus rivales. No faltó quien señaló que los partidos de los ibéricos eran entrenamientos con público.
Literalmente, fue un trámite de casi un año para llegar a Primera para ese plantel que, por peso específico, marcaba la diferencia. Integrado por los porteros Jorge Andreu, Rigoberto Campusano y Antonio Guilá, más Emilio Ibáñez, Eduardo Riveros, Osvaldo Cordero, Fidel Isasi, Pedro Eraña, Sandro Pifferi, Gastón Madariaga, René Muñoz, Mauricio Sabotier, Patricio Riveros y Eduardo Cordero. Todos dirigidos por Francisco Sabotier.
Para formalizar su ascenso los hispanos dieron cuenta, sin complicaciones, de los equipos B de Audax Italiano, Universidad Católica, Stadio Italiano, Universidad Técnica, Aviación y León Prado más Lo Espina y los quintetos viñamarinos de Camuvi y Univec.

Potencia. Sin embargo, a pesar de integrar la categoría secundaria del hockey chileno, Unión Española fue partícipe de torneos de fin de semana de gran nivel, refrendando su calidad de ser el mejor del país en aquellos días.
Lo que se confirmó en la pretemporada del nombrado 1976 cuando se adjudicó un cuadrangular, tipo Copa Carranza, disputado en la cancha de la Base Aérea El Bosque donde superó a Universidad Técnica (4-2) y al local Aviación (5-4). Después, levantó el trofeo tras vencer en un hexagonal, con sede en el embaldosado de Ferroviarios en calle Ramón Subercaseaux, a Thomas Bata, Stadio Italiano, Audax Italiano, UTE y Aviación.
La mejor presentación fue en octubre de ese año, en el entonces Estadio Chile –hoy Estadio Víctor Jara- al disputar un certamen internacional que incluyó a los equipos de las asociaciones Las Condes y UTE, la Selección Nacional Juvenil –con valores como René Muñoz, Luis Coloma y Miguel Rojas-, y los representativos argentinos de Mendoza y San Juan. Justamente, ante ese último quinteto Unión Española disputó la final en un cotejo que “respondió a las expectativas” con aderezos de “dramatismo y suspenso” que contagió a la concurrencia al coliseo favoreciendo la cuenta a los trasandinos por 4-3.
Para cerrar la temporada, Unión Española viajó en diciembre hasta Mendoza para intervenir en un cuadrangular donde cayó, sucesivamente, con la selección local (4-5 y 2-3), el representativo de San Juan (1-3 y 0-3) y la Selección Argentina (2-10 y 0-9).
“Campeón Mundial”. Formalizada su llegada a Primera División, era obvio ubicar a Unión Española como uno de los favoritos para llevarse el título. Más si su fuerte plantel se había reforzado con el retorno, tras un préstamo en Universidad Católica, de dos de sus juveniles a los que se les avizoraba un gran potencial: René Muñoz y Mauricio Sabotier. También, podía contar con Sandro Pifferi tras cumplir el Gringo un castigo que le impusieron por un severo entrevero ocurrido en el Nacional Adulto disputado el año anterior en el Estadio Chile. Se lamentaba, eso sí, la partida de Fidel Isasi, quien había emigrado a Concepción por lo que su cupo fue llenado con otro ilustre, Manuel Llorens, quien había dejado Audax Italiano.
En mayo de 1977 comenzó el Metropolitano con victoria ibérica sobre el campeón vigente, Thomas Bata, por la cuenta mínima. Pero a la semana siguiente la UTE dio cuenta de la Máquina Roja con un contundente 6-3 donde los de avenida Ecuador, liderados por Eduardo Tapia, mostraron un juego que destacó por “su anticipación y rapidez”. No pasó mucho rato para que la lucha por la corona se circunscribiera a esos tres equipos, que rápidamente se encumbraron en el podio de la tabla de posiciones.
El invicto de Universidad Técnica duró, exactamente, una rueda. Porque el 28 de agosto cuando visitó a Unión Española en Santa Rosa de Las Condes, los hispanos vencieron 4-1. Idéntico marcador que la semana anterior el elenco de colonia le había endosado a Thomas Bata.
A partir de esos resultados ya nada desbancaría a UE, que se fue acercando a su primer título en la categoría superior. Cada semana, un triunfo más. El 11-2 a Red Star y el 4-2 a Aviación reforzaron su candidatura a lo más alto del podio.
Todo se formalizó el domingo 6 de noviembre cuando goleó 10-3 a Universidad Católica, imponiendo su vértigo a un rival “muy lento que jugó a medio gas al saberse completamente liberado del descenso”.
“Unión cumplió con creces, porque no se contagió con el ritmo del encuentro y jugó a lo que sabe. Goles y más goles, porque ésta fue la tónica de la Máquina Roja durante el año” se elogió.

Amén de su rendimiento en cancha, con su debut en la Serie de Honor, Unión Española también ingresó al llamado “hockey empresa” toda vez que en su camiseta lucía la publicidad de Calzados Gino. A cambio, dicha firma se ponía con implementos deportivos y financiamiento para las giras. Todo, gracias a los buenos oficios de José Gilli, presidente de la rama de hockey hispana.
El andamiaje de aquella temporada se extendió en 1978, clasificando sin problemas al hexagonal final del Metropolitano junto a Aviación, Thomas Bata, UTE, Stadio Italiano y Audax Italiano. Sin embargo, al comenzar dicha etapa del campeonato –con Unión como gran favorito- se produjo una incidencia que se salió de todo marco.
Se programó en Santa Rosa de Las Condes un gran duelo, un verdadero clásico entre Unión Española y Thomas Bata. Había interés por el tonelaje de cada uno de los equipos. Sin embargo, los puntos se los llevaron los peñaflorinos por la no presentación de los hispanos. ¿Por qué sucedió eso? La ausencia fue una protesta de los jugadores de colonia porque sentían que el club no ayudaba a la rama de hockey. Fue un primer aviso de lo que se avizoraba.
Todo eso quedó en pausa con la gran intervención anotada por Unión Española en el campo internacional, en mayo de 1978. Específicamente, entre los días 19 y 22 cuando alineó en un certamen organizado por el club brasileño Internacional de Regatas, en Santos. Una suerte de Mundialito de clubes, por la calidad de los cuadros participantes como el Porto portugués, que llegó a esos lares paulistas con cuatro seleccionados lusitanos.
En la primera ronda, el quinteto chileno igualó 2-2 con el cuadro local y superó por 9-5 a Huracán de Buenos Aires. Tres puntos que lo clasificaron a la final ante el mencionado Porto FC.
En la definición ante los Dragones Azules hubo empate 1-1. Y aunque el sentido común indicaba que el título era compartido por ambos finalistas, los organizadores le legaron la copa al quinteto luso.
De todas maneras, la prensa catalogó a Unión Española como “campeón mundial”, tras haber dejado “una grata impresión” entre los aficionados brasileños. Incluso, el club Sport Recife le extendió una invitación para volver a la tierra del samba.
La delegación ibérica en aquella ocasión la integraron Jorge Andreu, Antonio Guilá, Eduardo Riveros, Emilio Ibáñez, Osvaldo Cordero, Mauricio Sabotier, Sandro Pifferi, Pedro Eraña, Manuel Llorens y Francisco Miranda más los refuerzos de Sandro Zolezzi y Eduardo Tapia.

El contraste lo vivió el equipo un mes después, específicamente el domingo 25 de junio. Ese día cayó ante León Prado –formado por la patrulla juvenil de Rodolfo Huerta; Cristian Guixé, Mario Orrego; René Muñoz y Carlos Alberto Vargas- por 2-1, partido que tenía morbo por la secesión ocurrida a fines de 1975. Fue un “resultado bombástico”, tal como calificó la prensa. Para peor en aquella jornada, además de los dos tantos marcados por René Muñoz –no hay peor astilla que la del mismo palo, qué duda cabe-, los hispanos desperdiciaron dos lanzamientos penales disparados por Sandro Pifferi y Eduardo Riveros.
A pesar de todos los blasones bien ganados, a inicios de 1979 se confirmó lo que se había anunciado en los meses previos: la rama de hockey de Unión Española llegaba, otra vez, a su fin. Todo pasó por la mencionada falta de interés y apoyo del directorio central de la institución que reclamaban los jugadores, por lo que decidieron partir.
El grueso del plantel pasó a engrosar las filas de Universidad Católica, en cuya asociación estuvo afiliada la tienda hispana, mientras que Sandro Pifferi y René Muñoz retornaron a su natal León Prado. Mauricio Sabotier y su padre, el DT Francisco Sabotier, se unieron a Universidad de Chile, que formaba un equipo para ascender a la Serie de Honor. Y Manuel Llorens volvió a Audax Italiano.
De esa manera se había cerrado un episodio notable en la historia del hockey chileno. Uno de color rojo.
Próxima entrega: martes 23 de junio, Aviación
La mejor época del hockey, equipos parejos, grandes amigo y competitividad
Gracias por compartir la información de rama de patín hockey del club Union Española.
Gran reportaje y fotos.
Felicitaciones Jorge.